n Pekín, Iker Martínez y Xabier Fernández consiguieron una plata que les supo a oro. Primero porque realmente debió de ser la dorada y segundo porque un mal comienzo en el calendario de regatas les obligó a remontar jornada a jornada hasta llegar al podio. De hecho, para los regatistas guipuzcoanos, por aquel entonces flamantes campeones olímpicos, los Juegos de 2008 no se parecieron en nada a la edición de 2004. No hubo paseo triunfal, ni fanfarrona superioridad, ni victoria sencilla. Es más, puede que, como broma del destino, ambas citas tan solo compartieran la ausencia de un elemento importantísimo para el 49er: el viento. Así pues, en Pekín la brisa fue tan escasa como en Atenas; pero eso para Iker y Xabier fue el menor de sus problemas.

Porque en la primera jornada se cambió el recorrido para que terminara en el puerto, por esto de aprovechar al máximo la publicidad turística del tirón mediático; y la modificación les costó a los guipuzcoanos un debut bastante discreto. Y después, un fuera de línea les acarreó una descalificación que les hundió un poco más en la general. Sin embargo, los regatistas vascos no habían llegado hasta allí para dejarse arrastrar por un mal inicio. Así que tiraron de calidad y tesón, sus señas de identidad, y protagonizaron una remontada de escándalo. De esta forma, cuando la competición llegó a su ecuador, Xabier e Iker amenazaban ya el bronce que en esos momentos ostentaba Italia. La plata de Australia tampoco quedaba muy lejos, pero quienes sí parecían haberse alejado muchísimo fueron los tripulantes de Dinamarca, Jonas Warrer y Martin Ibsen, que navegaban con el oro amarrado en la eslora.

A pesar de todo, los guipuzcoanos llegaron a la última regata con opciones de todo. Incluso a la presea dorada. Cierto es que estaba complicada, pero aún era matemáticamente posible. Sin embargo, escasos minutos antes de la salida, saltó la noticia: los daneses habían roto el mástil de su embarcación. No participarían en esa jornada definitiva. Entonces Xabier e Iker hicieron cuentas. Si ganaban la contienda y mantenían a Italia dos posiciones por detrás reeditarían el oro olímpico. Lo consiguieron. En una regata épica y agónica, de cielo gris y mar lluvioso, en la que incluso volcaron. Lo lograron y, sin embargo, en la clasificación figuraban como segundos por detrás de unos daneses que se supone que no habían tomado la salida. Pero es que Warrer e Ibsen sí participaron finalmente en esa regata, pero con bandera croata y saliendo tres minutos más tarde que el resto de rivales. Y es que, viendo que era imposible restaurar su embarcación, Dinamarca le pidió prestado su navío a una Croacia sin opciones a nada para terminar los Juegos en una discreta séptima posición, pero suficiente para mantener su oro.

Estupefactos, Iker y Xabier presentaron un recurso aludiendo varias irregularidades: que los daneses ni habían pedido permiso al comité de regatas, ni se había pedido la autorización de los jueces, ni habían informado al resto de embarcaciones de que la bandera croata era, realmente, esgrimida por Dinamarca. Los regatistas guipuzcoanos pidieron la descalificación y durante 24 horas, el tiempo que tardó el jurado internacional en tomar una decisión, estuvo más cerca del oro que de la plata. Sin embargo, finalmente se desestimó el recurso, se mantuvo el resultado de Warrer e Ibsen, que conservaron el oro; y Xabier e Iker tuvieron que conformarse con subir hasta el segundo escalón del podio de Pekín.

Con todo, esta no sería la última participación olímpica de los guipuzcoanos en 49er puesto que ambos volvieron como equipo a los Juegos de Londres de 2012. No obstante, esta sí que sería su última presea olímpica puesto que en la cita británica, su último baile, no pudieron superar un décimo segundo puesto en la general.

Los daneses rompieron su mástil antes de la última regata y tomaron prestado el barco de una Croacia ya eliminada

Los guipuzcoanos presentaron un recurso alegando varias ilegalidades, pero finalmente se resignaron con la plata