ejar el fútbol fue la mejor decisión de mi vida”, expone Mattias Skejlmose, la última perla del Trek, cuyo cambio de modalidad entronca con las de Remco Evenepoel o Primoz Roglic, dos exitosos ciclistas que dejaron atrás el fútbol y los saltos de esquí, respectivamente, para triunfar en la carretera sin disimulo. El joven danés concluyó sexto en la general del UAE Tour. Su actuación estuvo eclipsada por el brillo que produce la supernova Pogacar. Camuflado tras ese fulgor, Skjelmose completó una estupenda carrera que le sitúa bajo el radar de los jóvenes impertinentes y descarados que se abren paso hacia la cumbre sin atender a jerarquías ni al orden establecido del ciclismo. Revolución a pedales. El ciclista, de apenas 20 años, ha encontrado en el ciclismo el deporte idóneo para dejar huella. “Si atendemos a sus datos, puede llegar a ser muy bueno, pero en la élite no basta con eso. El aspecto mental es el que te hace llegar a los límites y estar entre los mejores”, radiografía Josu Larrazabal, mánager de rendimiento del Trek, sobre un ciclista que enlaza con la reciente aparición de grandes ciclistas procedente de otras disciplinas.
“En el caso de Skejlmose creo que más que un cambio de deporte como tal debemos enfocarlo desde la perspectiva de una elección realizada a muy temprana edad”, aclara Larrazabal, desmarcando al danés del rastro que dejan Evenepoel o Roglic, cuyo recorrido en sus disciplinas originales fue más prolongado y su desempeño sobresaliente. Pero, ¿qué tiene el ciclismo para que el trasvase de modalidad pueda llegar a ser tan exitoso? “El cambio es relativamente sencillo porque el componente técnico del ciclismo no es diferencial. La técnica es sencilla y por eso es un deporte capaz de acoger a deportistas que vienen de otras disciplinas y que puedan hacerlo muy bien”, diserta Larrazabal.
El ciclismo es amable, un buen refugio para los deportistas que apuestan por él aunque antes sobresalieron en otras modalidades. El factor técnico no resulta excluyente. Al contrario, es un buen reclamo. Es un deporte inclusivo, agradecido. De ahí los casos en que deportistas que aterrizan desde otras disciplinas puedan sobresalir. “La técnica no es un factor determinante y eso ayuda. En el ciclismo pesa mucho más la capacidad de resistencia y eso está presente en todas las disciplinas en mayor o menor medida porque es parte de la condición física de base de cualquier deportista y necesaria para llevar a cabo las cargas de entrenamiento que cualquier modalidad, incluso las más técnicas, requieren. De ahí que adaptarse al ciclismo no sea tan difícil. De hecho hay ciclistas que obtienen muy buenos resultados y que no destacan, precisamente, por la técnica”, analiza Larrazabal.
El camino recorrido en el ciclismo por Evenepoel, Roglic y, en menor medida, Skejlmose es muy complicado de hacerlo a la inversa. La técnica y la habilidad que exigen el fútbol o los saltos de esquí constituyen una gran dificultad que dependen en buena medida de la genética (las cualidades innatas de cada uno) y del tiempo invertido en el aprendizaje. “En cada deporte es una habilidad la que marca la diferencias. Por ejemplo, el salto de esquí es muy técnico. Está muy unido al sistema nervioso y neurológico. Exige un gran dominio de la motricidad, que se alcanza con una técnica muy depurada, pero también está presente la capacidad genética del deportista para ser capaz de llevarla al límite”, describe Larrazabal sobre el caso de Roglic.
El esloveno pertenece a la aristocracia del ciclismo tras su paso por los saltos de esquí, donde también destacó. “Roglic tenía una capacidad física muy buena, eso es evidente, pero probablemente no tenía que explotar la faceta de la resistencia en los saltos de esquí. Es una especialidad que es pura técnica, sin el componente de la fatiga al que conduce el ciclismo. En ese sentido, está en las antípodas del ciclismo”. Alcanzar el nivel que Evenepoel, Roglic o Skejlmose han logrado en el ciclismo parece una quimera en la dirección contraria. Además del componente genético, la base de todo, el aprendizaje y posterior desarrollo de la técnica a un altísimo nivel es el principal impedimento para progresar.
“Cambiar a un deporte técnico es más complicado porque supone el aprendizaje profundo de una técnica. Las horas que se invierten para tener una gran técnica se notan y aunque se tenga facilidad de aprendizaje, si los otros son buenos y encima llevan más tiempo depurando la técnica, aproximarse a esos estándares es casi imposible”, apunta el mánager del rendimiento del Trek. “No se trata de ser capaz de hacer el cambio, si no de ser capaz de dar el máximo en ese deporte. Puedes ser muy bueno, pero no lo suficientemente bueno en un deporte que exige una técnica muy depurada porque la ventaja que te llevan es muy grande”, argumenta Larrazabal.
A las circunstancias detalladas con anterioridad, el preparador físico del Trek suma el factor de la edad. El tiempo es limitado y en disciplinas en las que la técnica es diferencial el reto se supone mayor porque aprender las técnicas lleva mucho tiempo. “Para realizar un cambio de esas características sí existe una edad límite”, subraya el preparador del Trek. “Sin embargo, para pasar a un deporte de resistencia el umbral de edad es más alto. Hay más tiempo porque la dificultad es menor. Además la resistencia siempre está presente. Estadísticamente es más fácil el cambio hacia el ciclismo”, cierra Larrazabal. El fértil nido del ciclismo.