Jon Rahm acabó su quinta presencia en el Masters en el quinto puesto y con la sensación de que un año de estos le tiene que tocar a él y "espero que sea pronto". El golfista de Barrika comentó divertido en su repaso a su actuación en el Augusta National que fue el torneo del "¿qué habría pasado si?". ¿Y si él hubiera sacado más provecho a su juego los tres primeros días? ¿Y si no hubiera aparecido una breve tormenta el sábado que alteró las condiciones del campo justo cuando él había acabado? ¿Y si Matsuyama no lo hubiera aprovechado para abrir una brecha considerable en el liderato? "Así es el golf", fue el resumen de Rahm después de protagonizar una gran remontada el domingo que le llevó a recortar de once a cuatro golpes la distancia con el liderato y terminar con la sensación de que "he demostrado que puedo hacer pocos el domingo del Masters y eso es bueno para el futuro".
Ahí quedaron también sus quince vueltas consecutivas al par del campo o por debajo y su cuarto Top 10 seguido en Augusta, algo que nadie ha logrado desde 2018 y que le asegura, pase lo que pase, volver el año que viene. Así que, como el propio barrikoztarra piensa, algún día le tiene que tocar y es seguro que la oportunidad no le va a llegar con los brazos caídos. Además, este quinto puesto en el Masters supone su decimosexto entre los diez mejores desde que comenzó 2020. Nadie ha conseguido tampoco tanta regularidad en el PGA Tour, lo que a la larga siempre es sinónimo de éxito. Ya le ha pasado otras veces en los majors que llega a la última jornada demasiado lejos, pero allí donde otros tiran la toalla Jon Rahm sigue buscando el resquicio por el que colarse.
Además, ahora puede afrontar la competición de otra manera, se ha dado cuenta en los pocos días que han pasado desde que nació su hijo Kepa. "Cada vez que acabo una vuelta, da igual si he hecho 80 o 65, recibo una foto de Kelley y el niño y se me olvida todo", comenta a la página web del Circuito Europeo. Darse cuenta de "la vida privilegiada que tengo con solo 26 años" y relativizar todo lo que ocurre en el campo le llevó a mejorar cada día en Augusta y "sinceramente, no pensaba que iba a poder jugar tan bien después de todo lo ocurrido los seis días previos".
Toca, por tanto, pasar página y seguir la temporada, que tendrá su próxima parada en diez días en el Zurich Classic de Nueva Orleans, en el que Rahm defenderá junto a Ryan Palmer el título que lograron en 2019 en un torneo por parejas que el año pasado se canceló por la pandemia. Luego, el vizcaíno afrontará el Wells Fargo Championship, que se celebra en Quail Hollow, uno de los campos emblemáticos del PGA Tour, o el Byron Nelson que nunca ha jugado. Y entre el 20 y el 23 de mayo llega el PGA Championship, el segundo grande del año que tendrá como escenario Kiawah Island. Será el siguiente reto de una temporada llena de cambios que para Jon Rahm va in crescendo hacia las grandes citas del verano y el otoño. Firmemente instalado entre los tres mejores del mundo, el de Barrika espera cazar pronto una pieza mayor en este golf de la tercera década del siglo XXI que se ha democratizado y que cada vez cuenta con más aspirantes a los triunfos.