l fútbol femenino vive un claro proceso de expansión y consolidación internacional, estatal y también en Euskadi, en nuestro caso tanto a nivel de clubes como de presencia de jugadoras en la élite. Ese crecimiento tiene reflejo en la Euskal Selekzioa, que vuelve a la palestra tres años largos después de su última aparición, y lo hace en estas fechas con intención de volver a demostrar su registro competitivo.

Por iniciativa de la Federación Vasca de Fútbol y del Gobierno vasco, con la colaboración de nuestros clubes y por supuesto del conjunto de las jugadoras, mañana se va a celebrar la Basque Country International Women’s Cup, que en su primera edición dirimirán en formato triangular los equipos nacionales de Argentina, Venezuela y la propia Euskal Selekzioa. Todo un lujo.

Cuenta la selección vasca femenina con un palmarés reciente, estrenado en 2006, pero de indudable interés, con la disputa hasta ahora de diez partidos internacionales amistosos y un balance de cuatro triunfos, dos empates y cuatro derrotas, habiendo jugado ya contra combinados del nivel de la citada Argentina, Irlanda o la República Checa.

El fútbol femenino en Euskal Herria ha tenido su base en clubes pioneros como Añorga y Oiartzun en Gipuzkoa, Sondika y Leioa en Bizkaia, o Lagunak de Barañain en Nafarroa, equipos que ganaron campeonatos y que han militado en la primera categoría del fútbol estatal. En 2002 la apuesta del Athletic fue importante, asumiendo gran parte del plantel del Leioa EFT, con la inmediata conquista de su primera liga, cuando ya se reunieron 35.000 almas en el viejo San Mamés. Luego vinieron cuatro títulos ligueros más (con cinco ligas las leonas encabezan todavía el ranking español junto al Barcelona) y el récord de 2019 de más de 48.000 asistentes en la nueva Catedral en partido copero frente al Atlético de Madrid. El equipo rojiblanco ha conocido en este tiempo estandartes como Nerea Onaindia, Eba Ferreira, Aitziber Juaristi, Eli Ibarra, Ainhoa Tirapu o Erika Vázquez, cuyas fotos cuelgan en el cuarto de mi hija y de cada vez más chicas practicantes de este deporte.

La progresión de la Real Sociedad también ha sido importante en las últimas temporadas, con la meritoria consecución de la Copa de 2019, de la mano de jugadoras como Nahikari García o Mariasun Quiñones, que lideran hoy un potente equipo txuri-urdin.

En estos momentos Athletic, Real y Eibar compiten en una liga de creciente relevancia, con el progresivo reforzamiento de las grandes marcas y la invasión de estrellas extranjeras, lo que encarece ganar nuevos títulos. No obstante, las nuestras resisten entre las mejores, al tiempo que los equipos de Alavés y Osasuna buscan también ingresar pronto en la élite. Finalmente, hay que reseñar a quienes triunfan fuera de nuestros clubes, como son Irene Paredes o Maite Oroz.

No puede obviarse lo que a nivel estatal y para nuestras jugadoras ha supuesto la aprobación del primer convenio colectivo del fútbol femenino, logro en el que ha de destacarse la labor de la navarra Ainhoa Tirapu, siempre implicada en importantes causas, como son la igualdad de derechos, la profesionalización de las futbolistas y también, en primera línea, la oficialidad internacional de nuestro fútbol.

Porque cuando hablamos de la Euskal Selekzioa nadie debe olvidar que nos referimos, siempre y también, a ellas, a nuestras deportistas, que además de a competir profesionalmente, tienen el derecho a poder elegir con libertad la camiseta verde para representarla oficialmente en el ámbito internacional. El derecho de proyectar sus carreras también a través de la selección de su país deportivo, de un equipo propio que sin duda tiene nivel suficiente para hacerse un hueco en el orbe futbolístico. Gen competitivo que, pese a algunas obligadas ausencias, seguro van a demostrar de nuevo con esta ocasión, en este torneo internacional que acoge Euskadi y cuya organización esperamos se mantenga en el tiempo. Todo esfuerzo es poco para apoyar a nuestras jugadoras, orgullo y fiel representación del fútbol vasco.