l juego de la pelota vasca se desarrolló en Tafalla durante años en las paredes, las calles y los atrios de las iglesias de San Pedro y Santa María, los escenarios de este juego tradicional fueron variados, al igual que sus aficionados, en sus inicios y hasta que se inauguraron los trinquetes y frontones oficiales. Los primeros años de la pelota vasca en la ciudad del Cidacos se recogen ahora en un libro del tafallés Miguel Zubiri Luna, publicado en colaboración la editorial Altaffaylla, y con la ayuda de la Peña Pelotazale San Sebastián.

El proyecto de este libro se remonta a 1997, cuando se empezó a preparar una iniciativa que recogiera la historia de la pelota en la ciudad a través de los testimonios de cronistas, historiadores, aficionados, escritores y costumbristas. Pero aquello se quedó pausado y no fue hasta hace cuatro años cuando Zubiri retomó el proyecto, incitado por Altaffaylla. Durante estos años la labor de investigación ha consistido en “recabar información, recorrer casas y hablar con socios, directivos y aficionados”.

“No se puede entender nuestro folclore y nuestra historia sin la pelota vasca”, enfatiza Zubiri. En su obra hay mucho de esta creencia, pues recoge cada uno de los lugares en los que, durante siglos, y gracias a la pelota los vecinos se encontraban y donde compartían las horas, lugares que van desde el frontón de los frailes, hasta el espacio de los Escolapios, o los bajos del bar Astur.

Del infame trinquete, como se conoció al del Portal del Río a partir de 1907, cuando comenzó su “polémico derribo”, tan solo quedan ahora algunas fotografías, el recuerdo y los testimonios. Su historia comenzó a inicios de 1801, cuando la cofradía de Nuestra Señora de la Caridad lo construyó con el objetivo de recaudar fondos para los enfermos del Santo Hospital y para que “la juventud pudiera ejercitarse en el deporte de la pelota”.

En el libro de Zubiri se recoge la viveza de aquel espacio, que durante el tiempo que se mantuvo abierto tuvo que cumplir con varias responsabilidades impuestas, como mantenerse cerrado los domingos y los días festivos durante el horario de misa.

El trinquete mantuvo su actividad durante 107 años, pero en 1907 llegó el famoso derribo, el que le dio su apelativo de infame, pues, como se cuenta en el libro, en su momento se pensó que la orden de tirarlo vino porque el edificio era un estorbo en la calle para labradores y transportistas, aunque no hubo una versión oficial que lo confirmara. Aunque sí se conserva una composición poética y satírica de Antonio Pérez Moso, de título El infame trinquete, donde, en sus propias palabras, “se retrata una pequeña parte de las violencias y atropellos que han sufrido los habitantes de Tafalla”.

“Este libro es una sátira contra el alcalde Eugenio Pérez de Ciriza y contra su hermano el banquero, denunciando su interés personal y sus malos modos para conseguir el derribo del frontón”, recoge Zubiri en el libro de Altaffaylla.

La historia de la pelota vasca en Tafalla, como se llama el libro de Zubiri, no se limita solo a recoger información sobre la ciudad del Cidacos, también recorre diferentes localidades de la Zona Media. Sobre sus páginas destacan los campeonatos en los que “se reunían hasta 500 niños de la comarca para competir”, una realidad que ahora queda bien alejada de la actualidad. Zubiri, que ha sido durante años miembro de la Junta Directiva de la Peña Pelotazale San Sebastián, apunta a que ahora mismo “en las escuelas de pelota ha descendido mucho el número de chavales que se anima a entrar”.

“Lo que hay que hacer con urgencia es lograr un compromiso político, deportivo y social para relanzar la pelota como algo nuestro, y ese es un trabajo que hay que realizar, principalmente, desde las escuelas”, alude Zubiri, aunque reconoce, con moderado orgullo, que en concreto la escuela de pelota de Tafalla “goza de buena salud”, pues entre sus filas suman ahora entre 50 y 60 jóvenes, aunque aún queda la esperanza de que vuelvan aquellos grandes campeonatos de la comarca.