o estamos especulando sobre si los Juegos se llevarán a cabo. Estamos trabajando en cómo se llevarán a cabo”, dijo el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, muy convencido. Y es que, a pesar de que los casos por covid-19 aumentan en Japón, sede de la próxima cita olímpica, y las diferentes variantes continúan extendiéndose, los organizadores no se plantean suspender el evento. De hecho, aunque exclusivas como la del diario británico The Times o declaraciones de expertos epidemiólogos apuntan a la cancelación, el COI se mantiene firme en su decisión. Quiere celebrar los Juegos en las fechas previstas. Es decir, del 23 de julio al 8 de agosto de 2021. Con todo, tal y como ocurrió el año pasado, las instituciones organizadoras se dan de plazo hasta finales del próximo marzo para tomar una decisión definitiva e irrevocable. Resolución que, por el momento, se inclina más hacia el encendido del pebetero... pero con restricciones. Porque Bach ya anunció que, en caso de celebrarse los Juegos, estos no serán tal y como los conocemos. Es más, el presidente de COI se atrevió a dar un pequeño adelanto de cómo prevé la cita olímpica del próximo verano: envuelta en una burbuja. Las características de la misma son aún una incógnita, pero todo parece indicar que los organizadores quieren garantizar la seguridad de todos los acreditados con un hermetismo brutal que afectaría aproximadamente a 13.000 personas, sumando a atletas, entrenadores, staff y medios de comunicación. Entre los argumentos más esgrimidos por los defensores de esta burbuja tras el éxito que cosechó la organizada por la NBA el verano pasado, que permitió terminar la temporada sin sustos. Y, de hecho, el Gobierno de Florida ya ofreció al COI la posibilidad de celebrar los Juegos en Disney World, escenario del reinicio del curso del baloncesto norteamericano, en caso de que Tokio no pudiera asegurar las condiciones sanitarias; pero el Comité Olímpico admitió que el cambio de sede a seis meses vista era algo utópico. Así pues, la ajetreada capital japonesa es el único plan sobre la mesa. El único destino de un itinerario en el que, tras muchos debates y rumores, se ha descartado totalmente la presencia de público en las gradas. E incluso ya se anunció de que la intención es limitar al máximo la estancia de los deportistas en la villa olímpica. De hecho, en las pautas que el COI ya emitió para el evento, se establece que los atletas solo podrán acceder a la villa cinco días antes de su competición y que tendrán que abandonarla en un plazo de 48 horas después. Así pues, tanto las ceremonias de apertura y de clausura se reducirán al mínimo y las PCRs serán una rutina dentro de la agenda de los afortunados que se encuentren dentro de la burbuja. Con estas medidas sanitarias, la rentabilidad económica de los Juegos es nula puesto que las gradas vacías supondrán pérdidas de hasta 3.000 millones de euros, a los que habría que sumar los 2.500 millones que costó el retraso de los Juegos por un año. Por no hablar de los 20.000 millones que dejará de percibir el país anfitrión por el impacto del coronavirus. Sin embargo, tanto el COI como el Gobierno de Japón busca soluciones para que la cita olímpica se dispute sí o sí, puesto que la cancelación definitiva supondría la pérdida de los 12.000 millones de euros que se gastaron como inversión.
En medio de esta incertidumbre y a la espera de que a finales de mayo el COI se manifieste de forma concluyente, los deportistas se encuentran en un año olímpico muy extraño. Y es que el coronavirus ha provocado que muchas modalidades no hayan recuperado todavía la normalidad en su calendario, por no hablar de atletas que sufren las consecuencias de la tercera ola y se encuentran entrenando en condiciones de aislamiento. Por ello, a falta de cinco meses para el encendido del pebetero, el COI reconoce que el 40% de los billetes olímpicos todavía están por entregar. Aunque espera que a partir de primavera se agilicen las citas clasificatorias.
Los atletas solo podrán entrar a la villa olímpica cinco días antes de competir y se deberán marchar 48 horas después
La cancelación definitiva de los Juegos supondría perder los más de 12.000 millones de euros de inversión