arío Gómez (Ezcaray, 1996) está en ese momento tan especial en el que las cosas salen en la cancha y lo hacen con una sonrisa. Atrás quedaron los días de dudas, la aceleración desmedida al vestirse de blanco y los bajones. El riojano encontró la clave y fue algo tan simple como disfrutar a la hora de jugar a pelota. No solo importa la mejora técnica y la física, la mental también es determinante para alcanzar las cotas mayores y ahí Darío dio un paso adelante. Venció en el Manomanista de Segunda y en su estreno en Primera con su victoria por 22-7 ante Iraitz Zubizarreta en Ataun demostró que no se le puede subestimar. Sin ninguna presión y con ya una victoria en su haber en esta edición, el delantero de Ezcaray se enfrentará el viernes en los cuartos de final a Iker Irribarria. Otro nivel, pero también otro motivo más para disfrutar.
El trabajo es una de las señas de Darío. El riojano, inconformista por naturaleza, busca dar siempre un paso más. Ese camino le permitió mejorar pero también fue un arma de doble filo. “Siempre me he autoexigido mucho. Ha sido lo que me ha hecho llegar hasta dónde estoy, pero otras veces también puede que me haya hecho comerme la cabeza un poco de más y pasar malos momentos. Sin embargo, creo que he llegado aquí gracias a ello”, explica. En esa búsqueda del equilibrio, Darío consiguió en los últimos meses dar otro paso más. “Si hay una palabra que destacaría de este último año es la de disfrutar. Salgo al frontón de otra manera. Antes me notaba bastante acelerado. Lo notaba en los partidos pero no sabía contenerme. En el último año salgo tranquilo al frontón y creo que ahí está la clave”, opina.
Esta progresión se traduce en el momento dulce que vive. El riojano está a un solo paso de las semifinales del Manomanista de Primera, a un partido de ser uno de los mejores cuatro pelotaris de la especialidad en este curso. Son palabras mayores y Darío las valora sin dejar de lado todo el trabajo que necesitó para llegar hasta ahí y la gente que le acompañó en un camino no exento de obstáculos: “Siento satisfacción por el trabajo que he hecho y porque la gente de alrededor se lleve una alegría de vez en cuando, que ya les tocó sufrir mucho durante los primeros años, sobre todo a los familiares más cercanos. Ya era hora de verles disfrutar como lo hacían en aficionados”.
Darío siempre dejó trazas de ser un buen manomanista. Su buen saque y la capacidad para meter velocidad al juego fueron evidentes. La txapela de Segunda fue una prueba de ello y la confirmación llegó con su victoria en los octavos del Manomanista de Primera. Zubizarreta poco pudo hacer para aguantar el vendaval de juego, pese a que los nervios mandaron en el riojano sobre todo durante los primeros minutos. “Cuando vi que en el anterior partido se resbalaban Erasun y Larrazabal, me entraron los nervios. Eso me puso un punto más de tensión a la que ya tenía. Al principio estuve acelerado pero creo que a partir del tanto diez pude hacer mi juego”, reconoce Darío, que volvió a ser determinante con el disparo inicial: “Cada uno tenemos nuestras armas y creo que el saque es una de mis principales. En las peleas individuales es un factor importante. El resto creo que he mejorado bastante y el saque lo sigo manteniendo”.
Ahora, Darío deberá seguir con ese buen juego para tratar de inquietar a Irribarria. “Son palabras mayores. Todos conocemos su juego, pero si tiene el día ya puedes coger una escalera porque es imposible darle incluso de aire. Mi objetivo es hacer mi juego e intentar complicarle las cosas. Si lo logró y aunque no gane, creo que también estaré satisfecho no solo por el partido si no también por el trabajo realizado en los últimos meses”, afirma. Sin presión y con ganas de disfrutar en la cancha.
El delantero de Ezcaray venció a Zubizarreta en los octavos del Manomanista con un juego sólido e hizo mucho daño desde el saque
Irribarria será el próximo rival del riojano, que afronta el choque con el objetivo de hacer su trabajo y complicar las cosas al de Arama