- Hijo de la lluvia, Pello Bilbao se pintó las pinturas de guerra entre curvas y carreteras estrechas, lejos de los grandes escenarios del Giro. En un terreno abrupto e incómodo, el gernikarra, decidido y valiente, interpretó de maravilla las corrientes internas de la carrera para agitar el Giro, de por sí con el pulso tembloroso y el sistema nervioso atacado por la irrupción traumática del coronavirus en el tejido la carrera italiana, una prueba ingobernable. Pello Bilbao observó que en una carrera loca, donde prevalece el caos como forma de vida, nada mejor que ser un rebelde y actuar por libre. El gernikarra actuó con tono desafiante. Sin el paso marcial de los equipos poderosos capaces de controlar cada palmo de terreno, se trataba de guerrilla urbana y táctica. Se encendió Pello Bilbao a 20 kilómetros de Tortorero, cuando el pelotón estaba baqueteado bajo la tormenta-. Radiografió sus caras. Vio en ellos el miedo. Arriesgó. "En los últimos kilómetros vi la ocasión de atacar y probé. Sabía que algunos rivales directos estaban en dificultades. Lo tenía que intentar y fue lo que hice", analizó el gernikarra.

Bilbao, un colibrí, maneja con soltura ese manual de estilo. El vizcaíno se ató a la locura y al arrebato tras estudiar cada recoveco del trazado. Una vez asimilado cada jirón de asfalto de la etapa, Pello Bilbao, piel de campeón, apostó por su dorsal. Diga 33. Enmascarado, camuflado en cierto anonimato, Bilbao sorprendió al resto, más pendientes de pasar el día sin caerse, pensando en el fin de semana donde aguarda una crono y la cima de Piancavallo. El de Gernika se quitó la máscara. Quería vestirse de rosa en Tortorero. Era su misión. No estaba dispuesto a esperar. Gloria y honor. "Hubo reacción atrás y no pude llegar a meta por delante de los hombres de la general. Por lo menos lo intentamos. Tratare de volverlo a hacer, queda mucho Giro", avisó el gernikarra.

Con esa idea fija, Pello Bilbao se jugó el gaznate en cada curva mientras por detrás no encontraban respuesta a su arrojo. El vizcaíno trazó con riesgo y subió obstinado, fuerte, formidable. Pello Bilbao se colgó de los fugados. A todos los sobrepaso, salvo a Peter Sagan, al fin victorioso. Su primera cosecha del año. Entre los jerarcas, se movió Almeida para defender su casaca y obtuvo 4 segundos de bonificación en meta. Kelderman le midió antes. Nibali y Fuglsang, se miraron. Después, el danés pinchó y se quedó varado. Al arcén. Fuglsang se dejó más de un minuto en meta. Se le pincha la corsa rosa. "Tuve un pinchazo en el peor momento que puedas tener. Lo di todo y traté de limitar le pérdida de tiempo, pero el ciclismo es así", describió el danés. El Giro, desatado, sin patrón, era una clásica maravillosa. Una montaña rusa de sensaciones. Sagan se estrenó en un curso escarpado para él mientras Pello Bilbao se lanzó de cabeza hacia la maglia rosa. No le alcanzó con su arrojo, pero subrayó su nombre entre la alta sociedad que pretende la victoria final. Pello Bilbao sigue siendo tercero, pero mira con descaro la maglia rosa. El gernikarra no tiene miedo.

Eso es cosa del Giro, cuya tramoya se sostiene con las piernas trémulas, es un boxeador sonado que no sabe si caer o seguir adelante. De momento, en precario, equilibrio esta dispuesto a agotar otro asalto. El directo al mentón que recibió la carrera en la mañana de ayer, deja al Giro seriamente perjudicado, no solo en el aquí y ahora, sino también en el futuro más próximo. Los test PCR realizados durante la jornada de descanso han herido profundamente a la prueba. Steven Kruijswijk y Michael Matthews dieron positivo por coronavirus. Además, cuatro miembros del staff del Mitchelton, más uno del AG2R y otro del Ineos también se contagiaron de covid-19. El Mitchelton decidió dejar la carrera en bloque, opción que también adoptó el Jumbo. La estructura del Giro temblaba de punta a punta.

Ante la imposibilidad de que Kruijswijk pudiera continuar, los mandatarios del equipo neerlandés anunciaron que todo el equipo decía adiós al Giro. Probablemente la clave de esa decisión se encontraba en las declaraciones realizadas cyclingpodcast por Jos van Emden, compañero de Kruijswijk. El ciclista vino a decir que la burbuja del Giro es muy porosa, demasiados agujeros por los que se puede colar un virus que apenas necesita nada para arrasarlo todo. Puso como ejemplo la convivencia en los hoteles donde además de que pernoctaran varios equipos juntos "hasta cuatro o cinco", también coincidían con el personal del coche neutro o con agentes motorizados que siguen la carrera además de clientes de los hoteles "personas completamente ajenas a la carrera" que según la versión de Van Emden compartían espacio en el buffet de los hoteles con todos ellos, lo que facilitaba la transmisión del virus.

Décima etapa

Pello Bilbao

Jonathan Castroviejo

Víctor de la Parte

Óscar Rodríguez

Clasificación general

Pello Bilbao

Jonathan Castroviejo

Víctor de la Parte

Óscar Rodríguez