ra la etapa señalada para nosotros. Un día marcado en rojo desde que hicimos el reconocimiento del recorrido y un día que esperábamos desde que empezó el Tour. Hemos visto que había pocos resquicios para sorprender al Jumbo con anterioridad. Se han mantenido siempre como un bloque muy compacto. Sabíamos que era en balde atacar. No tenía sentido. El Col de la Loze era la clave. Hemos sido pacientes para intentar romper la clasificación en un final en el que los gregarios sirven de muy poco por la propia dureza del puerto. En escenarios así, cada líder tiene que responder en primera persona. El equipo ha estado impecable. Desde el primero hasta el último. Hemos ido a por todas. La idea era que la jornada fuese lo más exigente posible y ganase el más fuerte, que no fuera tanto una cuestión de equipo. Eso era lo que nos interesaba, que se abrieran huecos al final y cada uno peleará por su posición. Al final, el plan no nos ha salido como esperábamos. No ha podido ser. Mikel no ha podido responder al duro ataque de López y tampoco ha podido seguir a los eslovenos, un día más intratables. Pero había que probar. Ese es el camino. Nosotros no hemos venido al Tour para pelear un puesto entre los diez primeros, sino para jugar a entrar en el podio. Hemos ido a por ese objetivo y así hemos planteado la carrera. Había que moverse. No podíamos permitirnos un día más yendo tras la marcha del Jumbo. En concordancia con el objetivo que teníamos, hemos hecho una apuesta. Chapeau por el equipo y por Mikel también, por haberlo intentado hasta el final. Es cierto que con este resultado se nos complican las opciones de podio, pero nos espera una etapa de locura, muy peligrosa desde salida. Tendremos la ocasión de mover la carrera. Seguiremos apostando fuerte y aprovecharemos cualquier resquicio hasta París.
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