"lo tengo claro. Yo estoy ya instalada en la pelota mixta y no volveré a jugar con la goxua salvo en excepciones", recita Olatz Arrizabalaga (Gernika-Lumo, 1997), dominadora actual de la mano individual femenina. La manista vizcaina lleva un verano para enmarcar. A finales de agosto, en la que debería haber sido una cita encuadrada en mitad de Aste Nagusia, fue la artífice de la victoria del equipo de Reyes Azkoitia -en el que también estaban Irantzu Etxebeste y Nora Mendizabal- en el Laboral Kutxa Udako Torneoa al ganar sus dos envites dentro del cuatro y medio (5-12 ante Amaia Aldai y 1-12 ante Iera Agirre) y el sábado se coronó en el Torneo de El Antiguo ante Miren Larrarte (16-18).
"Estas dos txapelas han sido muy importantes para mí, porque pude quitarme la espinita de la final del Emakume Master Cup de Parejas -llegó con otra novata en la mixta, Gentzane Aldai, pero cayeron ante Leire Garai y Olatz Ruiz de Larramendi (14-22)-. Nos quedamos con mal sabor de boca, pero después he podido recoger los frutos al trabajo realizado", define la pelotari foral.
"Estoy encantada de cómo han salido las cosas estos meses. En Plazandreak era la primera vez que jugaba en el acotado con este tipo de material y había ciertas dudas. Al final, hay mucha diferencia con la goxua. Con el saque se marca más distancias. Además, no soy manista de pelotear, a mí me gusta el salseo", declara Arrizabalaga. Tal fue su adaptación en la cita estival que se impuso en todos los compromisos en los que fue alineada por su capitana. Pleno. Imparable. Todo un éxito. Nueve de nueve.
"Me sorprendí a mí misma. Mi fallo suele radicar en la confianza y la precipitación; sin embargo, me mantuve seria y centrada. Ya desde el primer partido, ante Olatz Ruiz de Larramendi, me vi bien, así que me vine arriba", desbroza la vizcaina. Posteriormente, ante la peligrosa Larrarte -"en los cuadros alegres juega muchísimo", explica- fue capaz de tomar el timón a base de fuerza y oficio en El Antiguo. "He jugado muchas finales en mi carrera y ahora me noto más tranquila. Estoy aprendiendo", define.
Con todo, la base del triunfo radica en solo una cosa: "El trabajo". "Gentzane y yo éramos las últimas en llegar a la pelota mixta en el Parejas. Sabíamos que nos iba a tocar entrenar el doble que el resto de las participantes. Quizás por eso, por todas las horas que he metido en el frontón, estas txapelas tienen un sabor más especial todavía", desgrana Arrizabalaga, quien no duda en ceder parte del protagonismo a su hermano Unai, que ejerce como entrenador.
"Ha tenido mucha paciencia con nosotras y ha trabajado mucho para enseñarnos cómo ponernos los tacos. Recuerdo el primer entrenamiento que hicimos y fue horroroso, pero, tras mucho trabajo, logramos adaptarnos", evoca la gernikarra. Y es que, a su juicio, "tanto la pelotari como el público disfruta mucho más con este tipo de material". Respecto a las manos, Olatz afirma que "nunca he tenido las manos mejor que este verano", pero todo está supeditado a la preparación de los "tacos". "Aún me queda mucho por aprender", sostiene.
EL FUTURO Si bien Olatz Arrizabalaga tuvo una carrera muy fructuosa en la pala, la gernikarra se encuentra en estos momentos "centrada" en la pelota a mano. "Antes podía compaginar las dos disciplinas, pero actualmente tenemos partidos todas las semanas. Hay bastante actividad y la pelota mixta necesita dedicación", agrega la vizcaina, quien recita que "el salto de categoría ha sido para bien, porque los tantos son más espectaculares. Me gusta la explosividad".
De hecho, desde muchos sectores se augura el material rápido como "el futuro". "Las chicas entrenan con esas pelotas desde que son muy jóvenes y no van a volver hacia atrás, a la goxua. Somos las veteranas las que nos tenemos que adaptar. En mi caso, era el momento de intentar subir ese escalón", certifica. Llegar y besar el santo. Virtud de camaleón.