a cuarentena tocaba pasarla en Haro, en casa del cuñado, el hermano de Lorena, su pareja, pero aprovecharon que el contrato de arrendamiento llegaba a su fin y echaron a correr para Labastida, a casa. La mejor excusa. Cerca de la familia y del negocio, cerrado como tantos otros para “ruina de todos”, dice Joseba Petralanda. “Demasiados gastos y ningún beneficio”.

Bajar la persiana del Jai Alai, pub nocturno que desde hace un año primó los ambientes de mañana y tarde sumándole new pub por delante del nombre, como en toda la hostelería, ha supuesto para sus dueños el fin de una etapa en la que la restricción, las apreturas y el ahogo económico les han obligado a vivir al límite. Joseba regenta la tercera pata del negocio familiar, “al que mi padre, José Luis, no le quita el ojo, y en el que anda pendiente de todo, aparte de comprar la fruta y la verdura”. Mónica es la responsable de la principal, el restaurante Petralanda, altar gastronómico de la localidad y Karmele, la otra hermana, se ocupa del Bola Leku, local frente al frontón viejo del pueblo. El triángulo perfecto. Una línea recta de poco más de 200 metros si no hubiese casas de por medio. Desde el 25 de mayo funcionan con normalidad otra vez. Dos semanas después de que protocolos y órdenes ministeriales hubieran abierto la veda para este tipo de establecimientos, a trote medio. Lugares de reunión y charla donde las personas intercambian opinión y entienden la interrelación. Nos hemos echado de menos. ¡Vaya si ha sido así! La normalidad no llegará “hasta que pasen unos meses… si no ocurre nada inesperado”, me dice la pareja mientras tomamos una taza de café. Qué si no. En una terraza, dónde si no.

“Los primeros quince días de cuarentena fueron muy duros”, recuerda Joseba; “tres, absolutamente insoportables”, puntualiza Lorena. “Mi cabeza no asumía lo que se nos venía encima y… no dormía, no descansaba”. Y entonces se miran, sonríen, porque todo lo malo pasa, o te olvidas, y sacas a relucir lo bueno de esos dos meses y medio de encierro “en los que peleé con él todo lo que pude”, añade ella. No les fue mal del todo. En una casa con patio, y en un pueblo, “se lleva todo mejor”. A Joseba le tocaba “fregar casi siempre”; en el resto de tareas no destacaba. Quizá por eso.

24 horas en casa dan para mucho pero “no tienes tiempo de nada”. Netflix a diario en la televisión, algo de ejercicio, los paseos con Cartucho, el perro, que debía tener la vejiga algo sensible el pobre y “poco más”. Y visitar a los padres, “hacerles los recados, ver cómo estaban, acercarme lo que podía y evitar el contacto”. José Luis ha sido operado del corazón “y había que tener cuidado”; el bicho le tiene enfilado. Virginia está perfectamente, “gracias a Dios”.

Tantas horas encerrados disparaban la imaginación de la pareja. El roce matutino “resultaba de agradecer”. Son jóvenes: “Te entra gusa, comes rico, te bebes un camión de vino y… luego viene todo lo demás”. Hay que matar el tiempo. Lorena se enrolló con El día que se perdió la cordura, de Javier Castillo y Joseba se especializó en los pescados y carne a la brasa, al estilo riojano, en el patio de la casa del marido de su hermana. Suena apetitosa una cuarentena de esta forma.

La primera salida, en cuanto se pudo salir, “nos acercamos a Rivas de Tereso”, siete kilómetros de marcha “con Cartucho al lado”. En el pueblo la gente continuaba con miedo. Algunos se resistían a salir a la calle. “Cuando nos cruzábamos”, dice, “se nos veía tristes y apagados. Como con miedo”. Joseba, palista del club Adurtza, 15 meses desde que le quitaran un riñón para regalárselo al cuñado -le pusieron ocho de plazo, pero hubo complicaciones, las colaterales- estrenó la fase cero, en mayo, pegándole a la pala en el frontón nuevo, el polideportivo, hasta que la alcaldesa LauraPérez revocó el permiso para que los federados pudieran jugar en el frontón. Echaba de menos la pala, jugar con la sobrina, Maren, “la niña de mis ojos, una máquina”, jovencita de 13 años “que lee bien el juego y le pega estupendamente de derecha”. Con la zurda tiene que mejorar; “en ello estamos”.

Campeón del Provincial, de Liga Vasca y con dos txapelas del Interpueblos de Euskadi necesita aire, libertad, lidiar tras la barra del Jai Alai y “volver a las canchas”. El pasado martes, el 16, se entrenó por fin en el frontón de Adurtza junto a Bagazgoitia, SergioMartínez y OierSáezdeCámara. En el primer contacto “la pelota obedecía poco. O era la pala. O el brazo el que no podía”, pero ya estaba en el camino. Otra vez se sentía pelotari. Volverá a entregarse al trabajo con Maren y “pasar en el frontón todas las horas que pueda”. Tiene fecha para el debut. El último fin de semana de agosto en el pueblo, un mixto de goma en beneficio de la lucha contra el cáncer en el que intervendrán el amigo Peral y las chicas LauraSáezArzamendi y AneIsasmendi. Pura élite. En cuanto a la mano profesional el próximo objetivo es la final del Campeonato de Parejas… “si está Ezkurdia”, su pelotari favorito, del que dijo en sus inicios: “Será uno de los grandes, ganará txapelas”. Antes que a Ezkurdia siguió a Eugi, Xala y Goñi, “un buen amigo”. Ni que decir tiene que los sábados y domingos de encierro ha visto “toda la pelota que echaban en ETB 1. Y me cuenta de memoria el Goñi-Beloki de la Feria de la Blanca, dos décadas atrás, en el Ogueta; “la entrada me costó 10.000 pesetas”.

No lo ha pasado mal durante el confinamiento. Ha cumplido en todas las facetas. Ahora, con la normalidad, “habiendo aprendido que somos todos más iguales de lo que pensamos, que a tonos nos mira mal la enfermedad, que tenemos que cuidarnos un poco más”, el pub y la vida se abren con alegría. Vienen los amigos, Rubén, Orlando… cada uno a su hora, la de los cafés y desayunos, la de las raciones de gambitas, pulpo y patata brava, la hora de las cenas y la de las copas y el cubateo. Y nos espera a todos, con las botellas de blanco Tierra y tinto de Solagüen para acompañar la piparra en tempura y el jamón de Guijuelo. A todo lujo.

Hay gusa, ganas de vivir y asomar la cabeza. Motivos por los que luchar. Hambre de pelota y necesidad de “verse rodeado de amigos en el frontón y fuera de él”. Olvidar el pasado y apostar por el corto plazo. El mañana y el después de mañana.

Y en septiembre, a finales… Vacaciones. El Albir. Espéralos.