- En vísperas de reanudarse LaLiga Santander Salvador Illa, el ministro de Sanidad, zanjó la última controversia antes de entrar en harina, y entrar en harina es hablar y escribir por fin sobre fútbol, sus miserias (una nueva: la clamorosa ausencia del hincha) y sus grandezas, y no de los farragosos protocolos con los que se ha preparado el regreso del deporte rey.

Será el Consejo Superior de Deportes (CSD) quien decida cuando podrá haber público en los estadios, y eso ocurrirá a la vez en todos los campos. “A mi juicio, hay que garantizar la equidad de la competición. Por tanto, no puede ser que en unos sitios se haga de una forma y en otros no”, zanjó Salvador Illa.

Fue el propio presidente de LaLiga, Javier Tebas, quien alimentó el fuego de la confusión al opinar el pasado domingo que veía bien que se pudiera jugar partido con aficionados en aquellas comunidades que se encuentran en fase tres, obviando el agravio comparativo y primando el negocio como principal divisa, toda vez que hay muchos clubes, sobre todo de LaLiga SamartBank, con problemas financieros y con sus abonados reclamando el dinero al no poder acudir a su localidad.

Salvador Illa puntualizó que “el Consejo Superior de Deportes, en los términos que establece el real decreto, será el que tenga que tomar la última decisión al respecto” habiendo “escuchado a los organizadores, al Ministerio de Sanidad y a las Comunidades Autónomas”.

Se contempla incluso la posibilidad de que en julio se abran los estadios a los aficionados, completando un tercio del aforo, una eventualidad que a su vez ya está provocando nuevos agravios, sobre todo porque afecta a un club de gran dimensión mediática, como el Real Madrid.

La entidad blanca ha aprovechado la coyuntura para avanzar la obra y acortar plazos del nuevo estadio. En consecuencia, los discípulos de Zinedine Zidane disputarán los partidos que le restan en el Alfredo Di Stéfano, en Valdebebas. Eso quiere decir que, de volver los hinchas, el Barça podrá meter en el Camp Nou a 30.000, mientras el Real Madrid tan solo a 2.000.

Otros clubes, como el Levante, también dieron por hecho que la liga se disputaría a puerta cerrada y, también a causa de unas obras en el Ciudat de Valencia, jugará en el Estadio Olímpico Camilo Cano de La Nucía, en Alicante.

Osasuna también se verá afectado. En el Sadar se han reactivado las obras de remodelación para lucir guapo en su centenario y solo podrían ocuparse unas 6.000 localidades de preferencia, lo que se traduciría en una capacidad de 2.000 personas.

Porque uno de los grandes interrogantes que se presentan en este inédito final de temporada es hasta qué punto el factor campo. Cómo será la adaptación de los jugadores a una experiencia tan novedosa. La Bundesliga, torneo que está sirviendo de guía, ofrece un dato esclarecedor. El porcentaje de victorias de los equipos de casa era del 42,8% antes del parón. Tras reanudarse el campeonato alemán, los triunfos locales tan solo suponen el 18,5% del total.

Alto riesgo en el Pizjuán Lo único que parece claro es que después de tres meses de parón a causa de la pandemia por la covid-19 las dos competiciones profesionales de fútbol regresan. LaLiga SmartBank lo hará hoy con la disputa de la segunda parte del Rayo Vallecano-Albacete, partido que fue suspendido el pasado el 15 de diciembre por los insultos que recibió el ucraniano Román Zozulya, a quien un sector de la afición vallecana llamó “puto nazi”.

Y mañana lo hará LaLiga Santander con el Sevilla-Betis, un partido de alta tensión, aunque no haya público en el Sánchez Pizjuán. Por si acaso, ambos clubes han pedido a sus aficionados que eviten las aglomeraciones y la Comisión Antiviolencia ha declarado el partido de alto riesgo, al igual que el Deportivo-Sporting de Segunda que se disputará el domingo. Convocatorias de 23 jugadores, posibilidad de hacer cinco sustituciones, pausas para la hidratación y fútbol sólo a través de la televisión. Esa nueva normalidad tan anómala.