- Cuando en las primeras semanas de la pandemia el impacto del hasta entonces desconocido covid-19 era absolutamente demoledor y su azote causaba estragos en muchas ocasiones irreparables, un grupo liderado por los doctores Jorge Guadilla y Orlando Pompei junto a un amplio número de colaboradores dispuestos a prácticamente todo se propusieron hacer lo posible para tratar de contener el daño causado por el virus. En unos momentos en los que quienes le plantaban cara en primera línea carecían en muchos casos del mínimo material necesario para poder luchar esta batalla con un margen de seguridad, apostaron por convertir al personal sanitario en el principal objetivo de su ayuda.
Así fue como surgió la plataforma Eutsi-goiari, que rápidamente se transformó en una imparable marea de esperanza a lo largo y ancho de todo el territorio. Lo que en origen era un simple deseo de poner un granito de arena en el intento de aliviar momentos de máxima dificultad, se convirtió en una ola cada vez más grande que obligó en no pocas ocasiones a sus promotores a ampliar sus metas ante el aluvión de colaboraciones recibidas.
De esta manera ya desde la puesta en marcha de la cuenta de crowfounding en la plataforma GoFundme pudieron comenzar a recogerse los frutos del esfuerzo. Las modestas previsiones iniciales de Pompei y Guadilla quedaron desbordadas prácticamente de inmediato con la gran cantidad de aportaciones recibidas. Un dinero -más de 91.000 euros a la conclusión de la campaña- que se utilizó para comprar material sanitario y de protección que se repartió en hospitales, residencias de mayores y todos aquellos lugares en los que se necesitaba.
Lejos de darse por satisfechos con este éxito, los impulsores decidieron continuar explorando esta vía de solidaridad colectiva y dieron con una fórmula que bien podría decirse que se demostró magistral. Y es que apoyándose en el mundo del deporte y la cultura dieron vida a una subasta solidaria -entre el 7 y el 13 del pasado mes de abril- que consiguió que el flujo de material necesario para seguir batallando contra el coronavirus se mantuviese más vivo que nunca.
Bien puede decirse que no quedó prácticamente ni un solo deportista -en activo o ya retirado- que no rebuscara entre sus pertencencias más preciadas para poner al alcance de quien lo desease auténticas joyas a las que en muy contadas ocasiones se puede acceder. Con el añadido, claro está, de que el esfuerzo económico de quienes pujaron intensamente por ellos servía además para un valiosísimo fin solidario.
El resultado de todo ello fue una Semana Santa de auténtica pasión y emoción en la que los fondos empleados para pelear contra el covid-19 recibieron una inyección de nada menos que 60.000 euros.
Claro que como consecuencia del estado de alarma en el que la pandemia está obligando a vivir, la adquisición de los afortunados ganadores de la subasta tenía hasta ahora un carácter más bien virtual. Porque ni los donantes habían podido hacer llegar los artículos que habían regalado ni, en consecuencia, los organizadores los habían entregado a sus nuevos dueños. Una situación a la que se va a poder poner solución en breve. Y es que esta semana ya están empezando a aparecer las primeras joyas por el punto de entrega. Así, por ejemplo, las camisetas y las botas de Ibai Gómez, los maillots de Joseba Beloki y Álvaro González de Galdeano, la zamarra albiazul de Alfonso Subero Tito o la conmemorativa del campeonato del mundo de maratón conquistado por Martín Fiz ya están aguardando a ser lucidos por sus propietarios.
Un momento que sin ninguna duda disfrutarán a lo grande. Mucho más todavía sabiendo a lo que han contribuido. Porque gracias a los 60.000 euros recaudados en esta subasta más los 91.787 de la plataforma Gofundme y los 28.244 de donaciones directas (180.031 en total) se ha repartido material (mascarillas, guantes, gorros, calzas, geles, termómetros, batas, petos y un larfo etcétera) en más de cuarenta residencias, una decena de centros sanitarios y otros recintos como el centro pemitenciario de Zaballa o el Banco de Alimentos por citar solo algunos. Una enorme labor solidaria que con toda seguridad ninguno querría volver a repetir porque eso sería, sin duda, la mejor noticia posible sobre el coronavirus.