12 de agosto de 1995, durante un caluroso mediodía en la ciudad sueca de Gotemburgo, todos los ojos se detenían en la menuda figura de Martín Fiz. Un año antes el fondista gasteiztarra había culminado la mayor gesta del atletismo estatal tras haber cosechado la medalla de oro en los Europeos de Helsinki por delante de sus compatriotas y amigos Diego García y Alberto Juzdado, por lo que partía con la vitola de máximo favorito para hacerse con el oro en los Mundiales de Atletismo en la prueba reina del maratón.
Nervios, tensión y mucha presión. Martín Fiz sabía que era el centro de las miradas. Uno de los pioneros del maratón en España era consciente de que debía tener la cabeza fría para lograr ese título por el que tanto había trabajado. Las condiciones para un maratón iban a ser durísimas. 26 grados a las dos de la tarde y mucha humedad en las cercanías de la desembocadura del río Göta aventuraban que la carrera podría convertirse en una auténtica escabechina.
42,195 kilómetros por delante donde se debía gestionar la ansiedad y no tener prisa. Martín lo sabía. Precaución, paciencia y a esperar que sus rivales fueran cayendo de maduros por las duras condiciones. La cabeza y la estrategia siempre han sido uno de sus puntos fuertes y esta vez no iba a ser menos. El calor hacía estragos y el grupo cabecero se reducía a pasos agigantados. Ahí seguía Martín, bien colocado, pero también muy vigilado. Todos esperaban su ataque. Todos le responderían, pero también todos estaban contra él. Dificultad máxima.
El primer atleta ganador de los Six Majors en la categoría de veteranos iba a lo suyo. Ya había pasado el temible muro. Kilómetro 38 y tras diversas cribas se quedó solo en cabeza junto al mexicano Dionicio Cerón. Cerón lanzó un brutal ataque. Un cambio de ritmo impresionante para esas alturas de carrera, con un calor y una humedad axfisiante. El mexicano consiguió un parcial de 2:45 en el siguiente kilómetro cuando todos los anteriores los habían estado haciendo por encima de 3m 10s.
Se iba el oro. No, el oro seguía ahí a tiro de piedra y Fiz lo sabía. Con cabeza y sangre fría, Martín fue recortando la desventaja de su rival. El fondista alavés sabía que ese ataque era suicida, que no podría seguir mucho más tiempo así y que antes o después le pasaría factura. Así fue como se pudo comprobar metros después. Dionicio Cerón se hundió espectacularmente y Fiz ya volaba en solitario a por la gloria en el Ulleri Stadium.
El oro en el Campeonato del Mundo de Gotemburgo 1995 era suyo gracias a una carrera muy inteligente y una táctica ganadora a prueba de bombas. Fiz paró el crono en 2h 11m 41s. El tiempo era lo de menos. El objetivo tras haber conquistado el Campeonato de Europa un año antes ya estaba hecho y esta tarde se puede revivir de nueva esta gesta histórica a partir de las 17.15 horas en Teledeporte.