- Después de semanas de tensa espera, los aficionados al ciclismo alaveses ya saben cuándo podrán disfrutar en directo del paso del pelotón de la Vuelta a España por las carreteras provinciales. Siempre, claro está, que el covid-19 lo permita. Y es que en la jornada de ayer se conoció el calendario de circunstancias al que queda reducida la presente temporada como consecuencia de la inesperada irrupción de la pandemia. De esta manera, los responsables de la Unión Ciclista Internacional (UCI) han asignado a la ronda estatal el periodo comprendido entre el 20 de octubre y el 7 de noviembre.

Con la ya conocida suspensión de las etapas iniciales previstas en los Países Bajos, la ronda arrancará fuerte en Irun, ofreciendo en su menú un despegue exigente con varias etapas de montaña. Precisamente después de una de las más duras, en concreto la que concluirá en lo alto del Tourmalet después de haber ascendido también el Portalet y el Aubisque, la carrera se dirigirá hacia Vitoria.

Porque la jornada pirenáica tendrá lugar el domingo 25 y al día siguiente, el lunes 26, el pelotón disfrutará en Gasteiz de la primera de las dos jornadas de descanso previstas. El martes 27 los ciclistas retomarán la competición para completar los casi 170 kilómetros que discurrirán por la geografía alavesa y cruzar la línea de meta en Valdegovía. Días en definitiva de máximo disfrute para los muchos seguidores locales del ciclismo que podrán seguir muy de cerca las evoluciones de sus ídolos.

Claro que, de tan apiñadas que asoman las carreras, el nuevo calendario del WorldTour anunciado ayer por la UCI necesitaría una ortodoncia. Ocurre que se impone la necesidad y el objetivo prioritario era tapar las caries, colocar un empaste urgente para morder algo de competición. Cuando está en juego la supervivencia, la estética puede esperar. Un curso sin competición sería terrorífico para el ciclismo, un deporte con tendencia al funambulismo. Se trataba, por tanto, de mitigar el quebranto, así que la sonrisa amplia, con todas las piezas en su sitio, deberá esperar a 2021 para que luzca. Presionada al extremo la viabilidad del curso por la evolución de la pandemia, la competición del máximo nivel queda reducida a apenas tres meses y la llevada. Agosto, septiembre, octubre y una pizca de noviembre concentrarán la campaña.

Sin margen para la maniobra en el annus horribilis del ciclismo, el almanaque queda apelmazado y apelotonado en todos los cuadrantes salvo los que ocupa el Tour, la carrera intocable y sobre la que ha gravitado el resto, también el Giro y la Vuelta, que colisionarán en un tercio de sus fechas, una situación inimaginable y que atenta a la lógica. La Corsa rosa, fijada entre el 3 y el 25 de octubre, y la ronda española, que arrancará el 20 de octubre para concluir el 8 de noviembre en Madrid, competirán entre sí en un escenario inaudito y que debilita a ambas, si bien Javier Guillén, director de la Vuelta, mostró su satisfacción por disponer de fechas. "Tenemos que tratar de hacer de la necesidad una virtud y aprovechar las oportunidades que nos brinda este nuevo paradigma. Gozamos de una gran posición en el calendario y esperamos contar con una participación de excepción", aseguró considerando que la Vuelta puede salir beneficiada por su distancia con el Tour.

La Vuelta, la más tardía que se ha disputado jamás, se enfrenta al Giro durante seis etapas. El ocaso de la Corsa rosa confluirá con el amanecer de la ronda española, reducida a 18 días de competición. No será el del recorte de jornadas y el encontronazo con el Giro el único escollo que tendrá que gestionar la organización de la Vuelta. En las fechas designadas para la carrera española también están rotulados dos de los cinco Monumentos.

piedras en el camino La París-Roubaix tomará asiento el 25 de octubre, con lo que El infierno del norte lanzará sus adoquines contra una de las etapas iniciales de la Vuelta y se topará con la jornada final del Giro. El Giro de Lombardía, por su parte, también se solapará con la ronda española (31 de octubre). Además de esos problemas de agenda, la organización de la carrera española deberá afrontar el reto de la meteorología, una cuestión no precisamente menor en una cita que tricotará el norte en pleno otoño y con las horas de luz en clara mengua. Será una Vuelta en frío, lejos del diseño inaugural de la carrera, entre agosto y septiembre.

A pesar de ello, desde la Vuelta consideran que su situación, a un mes del final del Tour, puede convertirla en un imán para los que no hayan triunfado en la carrera francesa. Doblar el Tour y la Vuelta es factible, pero el que elija el Giro descartará el Tour porque ambas carreras quedan muy próximas.

El calendario WorldTour dará el banderazo de salida con la Strade Bianche el 1 de agosto. Una semana más tarde tomará el testigo la Milán San Remo (8 de agosto). Entre medias se disputará el Tour de Polonia, antes de enlazar con el Dauphiné, que servirá como ensayo general del Tour de Francia entre el 12 y el 16 de agosto. La Tirreno-Adriático se celebrará en paralelo a la Grande Boucle, entre el 7 y el 14 de septiembre. En octubre la Lieja-Bastoña-Lieja ocupará el día 4 y la Amsteld Gold Race queda fijada para el 10. El 18 de octubre se abrirá paso el Tour de Flandes. De momento, el covid-19 ha devorada ya a la Itzulia, la Clásica de San Sebastián, la Volta a Catalunya, el Tour de Romandía y el Tour de Suiza, todas suspendidas en 2020 y aplazadas a 2021.