- El coronavirus no entiende de modalidades. Golpea por igual a futbolistas multimillonarios y atletas modestos. Su veneno ha sumido en la impotencia a toda clase de deportistas, aunque hay un gremio especialmente afectado que sufre sus devastadoras consecuencias durante estos días. Este no es otro que el atletismo, una especialidad que ya asistía con cierta preocupación al futuro ante la próxima desaparición del módulo ubicado en los bajos de Mendizorroza -la preciada instalación cambiará de lugar cuando concluya la faraónica obra de remodelación del campo del Deportivo Alavés- y al que este confinamiento amenaza con arrinconarle más si cabe ante la imposibilidad material de seguir con las rutinas diarias.

Muchos jóvenes del territorio en los que estaban puestas todas las miradas para pelear por los metales en los próximos Campeonatos de España están viendo cómo la emergencia sanitaria frena de cuajo su progresión. Es el caso de Pablo Martínez de Guereñu, el mejor decatleta alavés del momento. Con tres récords de la provincia en su poder y tras dos décadas de práctica ininterrumpida de su gran hobby, este competidor de 24 años perteneciente al Durango Kirol Taldea asiste con inquietud al momento actual.

Si cualquier maratoniano, velocista, saltador o lanzador está sufriendo la maldad del virus, en el caso de este gasteiztarra -hijo de un antiguo ciclista profesional (Fernando Martínez de Guereñu)- los problemas son mayores si cabe teniendo en cuenta la exigente disciplina que practica. No en vano, el decatlón está considerada la prueba más dura del atletismo. Hace falta estar hecho de una pasta especial para mantener la regularidad en las diferentes pruebas de que consta. Se necesita compaginar fuerza, resistencia, capacidad de salto y potencia, virtudes que un superdotado tan solo puede desarrollar a base de una constancia a prueba de bombas.

"Hago lo que puedo porque no tengo recursos como otros. Sólo dispongo de una bici estática en casa, hago escaleras y algo de gimnasia de mantenimiento, pero no se puede realizar nada relacionado con el atletismo. Tampoco está siendo una pesadilla, estamos todos en la misma situación y hay que acostumbrarse poco a poco", reconoce sin tapujos Pablo, autor de grandes marcas en salto de altura (2,05 metros), pértiga (4,55 metros), decatlón (6873 puntos) y heptatlón (5325 puntos) que le han convertido en una referencia indiscutible de su especialidad.

Bajo la tutela de Julen Armentia, este atleta vitoriano estaba sometido a un ritmo espartano de entrenamientos con cinco o seis sesiones a la semana, algunas de ellas intensivas de mañana y tarde. Al mismo tiempo, estudia on-line tercero de IVEF para tratar de labrarse un buen porvenir en la vida. Tras cumplir su sueño de disputar tres ediciones del Campeonato de España en pista cubierta y al aire libre, quedando quinto en dos de ellos, Pablo vive ahora días de mucha incertidumbre.

"A nivel mental es difícil de llevarlo, sientes mucha impotencia porque ni siquiera puedes salir a la calle. Ni entrenas ni vas a la universidad. Tú quieres hacerlo porque es tu día a día, pero no puedes. Hay que quedarse en casa y aguantar. La temporada seguramente se acabe ya porque no tenemos información de las Federaciones de que vaya a haber competiciones", lamenta Martínez de Guereñu, confiado en que mejorará de forma ostensible sus marcas personales en cuanto regrese a la normalidad.

A diferencia de otros atletas que han expresado en público su disconformidad con no poder entrenar durante el estado de alarma, el gasteiztarra asume el confinamiento como algo obligatorio en estos duros momentos. "No me parece injusto. Sí que me gano un dinero con el atletismo, pero veo lógico que no nos dejen salir. Si estamos todos los atletas en la calle, al final nos vamos a contagiar. Además, no van a abrir la pista solo para nosotros porque entonces tendría que haber trabajadores, responsables... Eso puede elevar el número de contagiados", razona.

Lo más duro, a su juicio, llegará cuando pase esta emergencia sanitaria de consecuencias imprevisibles. El cálculo inicial es que necesitará más de dos meses para recuperar el nivel de forma previo al estallido del coronavirus. Es decir, corre el riesgo de perder el año 2020. "Las pruebas que más fuerzas requieren son las que más me van a costar porque no hago nada de eso ahora. Los lanzamientos, también. Y las carreras de velocidad supondrán igualmente un sacrificio, ya que se necesita fuerza para correr", desvela Pablo, esperanzado en que como "el decatlón es una prueba de larga duración en el que si vas aprendiendo las técnicas y vas mejorando cada año, consigues una carrera de bastantes años".

Al mal tiempo toca ponerle buena cara y este via crucis pasará antes o después. El problema añadido para este pujante decatleta vitoriano también tiene que ver con la falta de medios que le obligan a entrenar, en ocasiones, fuera de casa. "Con el tema de la cuarentena y con el adiós al módulo, este deporte estará perdido en Álava. Lo que nos dan de solución es construir otro que tardará unos años. Se supone que ahora no debería haber dinero para el campo del Alavés. Si estamos en crisis... Estamos un grupo de atletas que casi caemos en el suelo por estar la pértiga en mal estado. Hay material que no vale y la Federación no hace nada. Muchas veces debemos ir a Ermua o Donosti a entrenar porque carecemos de recursos y llueve todos los días en Vitoria", es su crítica para acabar.

6,97

Pese a no ser su prueba predilecta, el vitoriano saltó cerca de siete metros en un evento celebrado en Mendizorroza.

4,55

El decatleta del Durango ostenta el récord de Álava de esta difícil especialidad, marca que logró en el Estatal de Ourense.

"Estamos un grupo de pertiguistas que casi caemos en el suelo por estar mal la pértiga"

Decatleta alavés del Durango

"Con el tema de la cuarentena y el adiós del módulo, creo que el atletismo estará perdido en Álava"

"Voy a necesitar más de dos meses para ponerme en forma cuando pase todo esto"

"Veo lógico y es justo que no nos dejen salir a los atletas a la calle; si lo permiten, subirían los contagios"

"Sientes impotencia por no hacer lo que te gusta, a nivel mental es muy difícil de sobrellevar"