Vitoria - Imaginen recorrer los 3,8 kilómetros a nado, los 180 kilómetros en bicicleta y los 42,2 de carrera a pie con los que cuenta un Ironman, llegar exhausto a la línea de meta y, sin apenas tiempo para alimentarse o coger aire, volver a lanzarse a las aguas de Ullíbarri-Gamboa para repetir el proceso. Pues éste es el demoledor reto que se propone realizar Raúl Pérez los días 13 y 14 de julio, con motivo del primer Ironman Vitoria-Gasteiz y con el objetivo de apoyar y dar a conocer la labor de la Asociación de Padres y Madres de Niños con Cáncer de Álava (Aspanafoa).
Pérez conoció la agrupación hace 13 años por razones laborales, y desde entonces se ha mantenido ligado a ella a pesar de no tener hijos ni haberse visto afectado por ningún caso de cáncer: “Empatizo mucho con los niños que sufren esta enfermedad y con sus familias. Ver a los chavales sonreír a pesar de todo por lo que pasan es algo realmente emocionante. Me llena poder ayudarles haciendo lo que más me gusta, que es el deporte”. De hecho, no se trata de la primera hazaña de estas características que intenta, ya que el año pasado logró realizar nada menos que siete maratones en una semana.
Su afán por ligar su pasión con el apoyo a Aspanafoa comenzó en 2014 con su participación en una marcha solidaria por relevos de 75 kilómetros, que unió el Hospital Txagorritxu en Vitoria-Gasteiz con el Hospital Universitario de Cruces, en Barakaldo. “Uno de los grandes problemas que tienen los niños con cáncer alaveses es que no se pueden someter a los análisis necesarios para seguir su tratamiento en Vitoria y deben viajar a Bilbao o a San Sebastián, con el gasto y el desgaste físico que eso conlleva para los enfermos”, comenta Pérez. Con aquella marcha se quiso de alguna forma unir Cruces con Txagorritxu, con el objetivo de que el hospital gasteiztarra pudiera en el futuro realizar dichos análisis y facilitar el tratamiento.
Sin embargo, la ambición de Raúl Pérez por ayudar a la asociación no terminó ahí: “Quería dar un paso más, conseguir la máxima atención posible para dar a conocer el problema y lograr donaciones para Aspanafoa, y se me ocurrió el reto de los siete maratones en siete días. Mis familiares y amigos me llamaron loco, me dijeron que probara con medias maratones, que era demasiado, pero había que plantear una prueba realmente llamativa”. En aquella ocasión consiguió cumplir su objetivo con creces, al lograr repercusión mediática y recaudar casi 2.000 euros para la asociación.
Exigencia mayúscula El reto de los siete maratones supuso un derroche físico tremendo. “El cuarto día empecé realmente a sufrir. Me dolía todo y tuve una lesión en el pie que me obligó a terminar la jornada andando y comenzar el quinto maratón muy despacio. Me dijeron que parara, pero los niños no tienen la opción de abandonar su lucha contra el cáncer, yo tampoco podía retirarme. Los mensajes de apoyo que recibía de los niños todos los días me ayudaron a seguir”, recuerda Pérez. En cualquier caso, el sacrificio mereció la pena: “El recibimiento que me hicieron las familias al completar el séptimo maratón fue increíble, sentir su alegría y agradecimiento no tiene precio”. De hecho, el gasteiztarra ya pensaba en su siguiente reto, que anunció en noviembre cuando todavía arrastraba la lesión sufrida durante los siete maratones.
En esta ocasión, el sufrimiento será breve, pero más intenso, ya que a la propia exigencia física de realizar una distancia tan larga en tres deportes distintos habrá que sumarle el desgaste mental y el sueño, pues necesitará mantenerse más de 24 horas despierto para completar el doble Ironman.
Su aventura comenzará el sábado 13 de julio a las 17.00 horas en Ullíbarri-Gamboa, en el mismo punto en el que comienza el Ironman oficial: “Me tomaré la prueba con calma, necesito ir dosificando para el segundo triatlón. Espero coger la bici a las 18.30 y comenzar con la maratón alrededor de las 0.30 horas”. Con la bicicleta intentará realizar el mismo recorrido que el Ironman Vitoria-Gasteiz, aunque puede que necesite desviarse debido a las aglomeraciones que se forman para preparar el material el día anterior a la carrera. Al completar los 180 kilómetros sobre el sillín, se calzará las deportivas y pasará la noche trotando para llegar a Landa a las 5.00 de la madrugada. Allí comerá algo sólido antes de unirse al resto de triatletas y participar en el Ironman oficial.
Las dos fases de natación serán un obstáculo para Pérez, ya que es el deporte con el que menos a gusto se siente de los tres: “La bici es lo que más disfruto, correr se me da bien, pero la natación se me hace cuesta arriba. No se trata solo de resistencia, requiere mucha técnica y para perfeccionarla necesitas a un entrenador que te enseñe”. Sin embargo, según Raúl Pérez “el momento más duro será cuando llegue el turno de los últimos 42 kilómetros corriendo, ahí se acumularán todas las emociones, el cansancio, el sueño, y los dolores”.
Fuerza de voluntad En ese sentido, realizar un doble Ironman puede interpretarse como una analogía de la lucha contra el cáncer: “A fin de cuentas, es más importante ser fuerte mentalmente que físicamente. La capacidad de aguantar el dolor, de seguir hacia delante pese a las adversidades, de no rendirse nunca, es lo que define a los niños con cáncer que he conocido mediante la asociación. En el Ironman es importante el entrenamiento, por supuesto, pero hace falta fuerza de voluntad para no abandonar”, comenta Raúl Pérez.
No cualquier cuerpo está preparado para completar un Ironman, y está por ver si el de Pérez será capaz de resistirlo multiplicado por dos. Un buen entrenamiento es fundamental para que las piernas aguanten el desgaste. En el reto de los siete maratones, el gasteiztarra contó con el apoyo de un entrenador personal, pero en esta ocasión preparará la hazaña por su cuenta: “Llevo mucho tiempo haciendo deporte y pruebas de resistencia, por lo que conozco mi cuerpo a la perfección, la experiencia te permite saber cuándo necesitas apretar y cuándo hay que tomárselo con más calma”. El alavés suele nadar y salir a correr entre semana, mientras que aprovecha los festivos para coger la bicicleta, que requiere más tiempo.
Otro factor importante es el de las lesiones, que Pérez intenta evitar a toda costa, ya que no poder entrenar a tan poco tiempo de la prueba le podría dejar sin opciones de terminar. “Estos días he estado con dolores de espalda, por lo que he priorizado la natación a la bicicleta, que es más incómoda por la necesidad de ir acoplado. Me voy adaptando a las dificultades para poder seguir entrenando, espero que los dolores no vayan a más”, lamenta. Tampoco es fácil complementar las largas sesiones de entrenamiento con el trabajo, aunque en su caso “el ser autónomo ayuda a que la agenda sea algo más flexible”. Desde luego, deberá aprovechar cada minuto de ejercicio si quiere llegar el 14 de julio a la meta con oxígeno.