vitoria - Se cumple un año desde que el patinador de hielo vitoriano Iñigo Vidondo volvió a Gasteiz tras pasar los últimos cinco años luchando por entrar en los Juegos Olímpicos de invierno de 2018 en Pieonchang. Ese sueño le hizo cambiar la capital alavesa y su deporte de toda la vida, el patinaje de velocidad, por Italia, Alemania y Canadá. Con apenas 24 años se convirtió en un pionero en este deporte y en un deportista muy valiente al apostar por un sueño, entrar en los Juegos Olímpicos. Con DNA repasa cómo fue aquella no clasificación y rememorará el camino que le llevo a ello.
¿Cómo recuerda la no clasificación a los Juegos Olímpicos?
-Con tristeza por haberme quedado a las puertas de lograrlo. Te dan bajones pero es algo de lo que aprendes y nadie me quitará lo que hice. Estoy orgulloso del trabajo que hice.
¿Tras usted nadie lo ha intentado?
-Por ahora nadie se ha atrevido a dar ese salto y quedarse tan cerca a nivel de velocidad de hielo. Eso me hace estar más orgulloso de mí y no me arrepiento de nada de lo que pasó.
Aseguró estar “muy triste” y “decepcionado”. ¿Lo corrobora?
-Totalmente. La decepción viene a raíz de que tras hacer un balance de la temporada ciertas cosas las hubiera hecho diferentes.
¿A qué aspectos se refiere?
-A haber intentado hacer la marca necesaria antes de la final. Hubiera estado más tranquilo pero actuamos así y no se puede cambiar el pasado.
Continuó dos meses en Canadá.
-Así es. Quedaba una prueba por disputarse y me la quise tomar como el modo en el que poder quitarme el mal sabor de boca que me dejó la no clasificación. Quería mostrar que podía hacer la marca. Por desgracia no se pudo celebrar por problemas en la pista. Se canceló la competición y el 14 de marzo me volví a Gasteiz.
Después de todo ¿ha abandonado el patinaje sobre hielo?
-La verdad que no. Sigue estando ahí y estoy recibiendo ofertas pero realmente no hay nada que me empuje a dejar mi estabilidad actual por apostar de nuevo por ello. Es una decisión difícil. Me gustaría pero en lo económico no es rentable y no estoy dispuesto a malvivir por este deporte. Ahora estoy bien, feliz y orgulloso de toda mi trayectoria.
¿Cómo fue la vuelta a casa?
-Fue todo muy precipitado.
¿A qué se refiere?
-Cuando cancelaron la prueba hablé con mis compañeros de Elurra Skate y me dijeron que si podía ir, lo antes posible, para competir con el InGravity en la Copa del Mundo de patinaje de velocidad. Llegué 3 días antes del inicio y tras mucho tiempo de estar solo corriendo en hielo.
¿Cómo fue la primera carrera?
-Venía de Canadá y aún con el jet lag fui a Oropesa de Mar a correr con el InGravity. Fue una carrera peligrosa por la lluvia y un poco desastre.
Así volvió al patinaje de velocidad tras 5 años en el hielo pero, ¿cómo fue el primer cambio al hielo?
-Corría en el Marianistas y antes de ir a Italia contactó conmigo un amigo canario que me animó a probar por el patinaje sobre hielo. Sin pensarlo, en el puente de navidades, me fui una semana a probar. Me gustó, regresé a Vitoria y volví a Italia pero esta vez tres meses. Aprendí mucho y volví a casa para continuar compitiendo en la temporada de ruedas con el Marianistas. Al terminar el campeonato de Europa me fui un año a Alemania al centro de alto rendimiento Kia Speed Skating.
¿Cómo consiguió entrar?
-Gloria Estefanell, de la federación Española, me consiguió una prueba de una semana gratis. Al terminar yo quería seguir pero era muy caro (25.000 euros). Al final, a través de Gloria y la presidenta Samarans se consiguió el dinero y pude entrar.
En ese periodo destituyeron a Gloria Estefanell y le afectó mucho.
-La verdad que sí. Era una persona muy cercana con cada atleta. No veía favoritos y a todos nos trataba igual.
¿Cómo recuerda Alemania?
-Fue un éxito. Empecé a mejorar, a lograr marcas, clasificaciones y me fui dando cuenta de que podía dedicarme a ello. Estuve en la copa del Mundo de Noruega de los 1.500 metros y logré clasificarme al europeo aunque finalmente no fui.
Gracias a las ayudas pudo estar en Alemania pero ¿cuándo empezó a tener patrocinadores?
-En Alemania una fui consiguiendo cosas algún que otro patrocinador se empezó a unir al dinero de la federación. También entró en juego el BAT Basque Team pero que hasta mi salto a Canadá no empezó a aportar dinero. En Alemania empecé a demostrar que podía cumplir el objetivo de ir a los Juegos.
¿En qué momento esto se convierte en un objetivo para usted?
-Desde el principio. Desde el primer día que me puse los patines de hielo me dije a mí mismo que iba a por los Juegos Olímpicos. Sabía que no iba ser fácil pese a estar cerca de los récords de España del momento. Aun así me lo plantee y casi lo logro. Estoy muy contento con mi trayectoria y creo que fui muy valiente.
¿Cuándo decidió ir a Canadá?
-Al volver de Alemania me uní, de nuevo, al Marianistas y mi entrenadora (Abbie) del centro de alto rendimiento me llamó. Me dijo que no la habían renovado y que iba a volver a su país (Canadá). Quería formar un equipo (Catalyst) y me propuso ir.
¿Cómo era el día a día allí?
-Madrugábamos mucho. A las 05.00 horas iba a la universidad. No había nadie. A las 05.30 horas empezábamos el calentamiento, a las 06.00 horas en patines y a las 08.00 horas terminábamos. Después hacía lo que llamo mi comida-almuerzo con mis compañeros y a las las 12.00-13.00 horas otra vez a entrenar por dos o tres horas. A la tarde aprovechábamos para tomar algo, ir al cine o cenar fuera o descansar.
¿Qué tal en el equipo?
-En Canadá estuve tres años. En el primero éramos cuatro chicas y yo. En el segundo, de vez en cuando, empecé a entrenar con algunos patinadores de la selección canadiense. En cuanto al equipo en el segundo año formamos un equipo de chicos potente que siguió en el tercero.
¿Cómo vivió el último año estando tan cerca el objetivo de los JJOO?
-Muy nervioso. Intenté estar tranquilo e ir carrera a carrera hasta que llegara el momento.
¿Cómo explicaría a alguien que no conoce su deporte lo que le pasó en aquella carrera final?
-Existen dos modalidades una es la short track y la que hacemos nosotros es la long track (carreras largas y los corredores llevan un mono que les cubre todo el cuerpo, incluida la cabeza). Corremos de dos en dos, unos por fuera y otros por dentro. Entonces cuando pasas por línea de meta al llegar a contrameta el que está dentro pasa fuera y viceversa. En mi caso fue que yo iba muy rápido, haciendo el tiempo necesario, y el patinador chino que corría conmigo también. En el momento de hacer el cambio se cruzó y me hizo frenar. Casi me lo como (no se pueden tocar). Perdí unas centésimas muy importantes que me hicieron no clasificarme para los Juegos.
¿Qué paso luego?
-Terminé la carrera. No dije nada ni hablé con nadie, me cambié y me fui lo más lejos que pude.
¿Habló con Abbie?
-No hizo falta. Nos miramos a los ojos y ya sabíamos. La carrera fue perfecta y no salió por un error de un rival.
¿Y con el patinador chino?
-Sí. Nada más terminar fui a donde él y le que me había jodido. Él además se quedó fuera de los Juegos pero al final terminó yendo.