Las segundas partes nunca fueron mejores
Alberto Arrizabalaga / presidente del Club Zidorra
No recuerdo que la segunda parte de El Padrino superara a la primera, que es decir mucho y ser osado, para no observar que Coppola y Brando bordaron ambiente, trama y tema con un Don Vitto adulto y asentado al frente de la familia. Extraordinaria fue la segunda con De Niro, Corleone el joven, haciéndose el sitio a punta de pistola y determinación en la cosa nostra y no más pequeña la primera entrega con el magistral Marlon Brando en pleno apogeo. Es ésta, una manera como otra cualquiera de empezar la historia de los Arrizabalaga. Podría haberlo hecho con el padre, Javier, presidente de la Federación Alavesa en dos ocasiones, y con el hijo, Alberto actual máximo responsable del Club de Pelota Zidorra. Pelotaris ambos, paletistas los dos, de máximo nível el primero y de caudal más bien escaso y más corto recorrido aún Alberto, practicante sin más, a quien el padre hizo una vez campeón en el Social del Estadio, cuando, a los 19 sólo pensaba en chicas y algo de fútbol. Cierto es que luego siguió jugando, de manera testimonial, hasta los 26, pero sólo llegaría a ganar aquella vez, cuando padre e hijo vencían en la final de cuero, en el social de segunda categoría, a Mikel de Bernedo y Pablo Cuñado, una institución el primero, pionero y cabeza de familia de la gran saga paletista de los Bernedo, y el actual secretario de la junta del club que preside y rige su rival y hoy amigo Alberto, de cuyo hijo menor, Iker, es padrino y tío honorario. En aquella final “grande” del Social del Zidorra del año 1988, cuando Alberto era un espigado y musculado joven de 19 años, le quedan apenas tres recuerdos. Que el padre apenas le permitía “sacar y poco más pues había que ganar como fuera”, me dice. Que con 34 iguales en el marcador, le pegó tan mal a una de las escasas pelotas a las que el padre le permitió entrar -o se la quitó más bien-, y que ésta dio justo por encima de la chapa haciendo imposible su devolución. Por último, tampoco olvida las incontables veces que el de Bernedo le regaló una de sus voces preferidas: “¡Tarugo!”, en esta ocasión cargado de razones y con más gracia que nunca. “Cada año que pasa se lo recuerdo”, ríe Arrizabalaga cuando me cuenta la “poca gracia que le hace a Cuñado, hoy en día, imprescindible en el club”. Alberto Arrizabalaga Alonso nació en Vitoria en noviembre de 1969, igual que el padre, Javier Arrizabalaga Yoldi, que de joven, por asuntos de guerra “y por cuestión de tierras” vivió un tiempo en Zubiri. El padre fue presidente de la Federación Alavesa de Pelota Vasca en dos etapas, del 67 al 1973 y del 78 a 1981. “Uno de los grandes”, recuerda Alberto Bengoa, otro ex y colaborador durante un tiempo en la Junta Directiva que presidía Javier, “tenía visión y muchas ideas”, nos dice, “impulsó la creación de los clubes e inventó el Torneo Interpueblos que luego copiaron el resto de territorios”. Debió ser un hombre recto, algo “severo y poco conciliador”. Chocaba con la prensa y no se llevaba bien con las instituciones -o le costaba asumir un papel conciliador con ambos deduzco-, de ahí que los grandes apuros de aquellos años fueran de índole económico. “Le costaba, no eran buenos tiempos para que las instituciones le echaran una mano con el dinero. Pero se las apañaba”, resume Bengoa. Era un hombre de otra época. Alberto, escaso bagaje como pelotari, aunque empezara a jugar a pelota a los seis años, junto al hermano mayor, Enrique, mejor deportista llegó a jugar en la Segunda División B con el Aurrera de Vitoria, “pero yo venía mejor que él, ponlo ahí, pero no era tan trabajador y las hormonas de juventud me tenían ocupado en otras cosas”, cuando los chavales, junto a Pilar, la madre, acompañaban al cabeza de familia por los cientos de frontones donde debía de cumplir con sus obligaciones en la cancha o fuera de ella, llegaría a presidir el Club Zidorra, llegó al cargo en 2011. El club atravesaba un mal momento, había buenos pelotaris y Amigorena, el presidente anterior no quería seguir. Bagazgoitia y Aitor Bernedo le echaban una mano. Jhon e Iker empezaron a jugar a pala y “me tiré a la piscina”. El mayor, Jhon, junto a Jon Díaz de Tuesta y Xabier García de Iturrospe se proclamó campeón infantil en el Escolar y en el Promoción del año pasado. El club, que había llegado a tener 300 socios y muchas secciones deportivas, vivía de los éxitos y trabajo de apenas una docena de “muy buenos palistas de cuero y corta”: Íñigo Arrieta, Iván Temprano, Josu Bagazgoitia, Solana y los hermanos Tuesta. El frontón, un edificio emblemático en otras épocas, hacía aguas, y en 2013 se decidió su derribo. Hubo dos opciones, una era hacer dos frontones de 16 metros y la otra un trinquete de primer nivel dentro de un proyecto más ambicioso con salas multiuso y cancha polideportiva. El Estadio se decidió por ésta última. Hoy el club tiene una pequeña sección de mano, un grupo de paleta argentina de chicos y otra de mujeres y el grupo de cuero y pala corta que son la estrella de la corona; los veteranos de toda la vida y 15 chavales desde benjamines hasta los Sub’22 Ander Ledesma y Aketxa Herrero. 30 niños y niñas en la escuela de iniciación bajo la supervisión de Nagore Martín y un grupo de 15 jugadores de paleta argentina. Organiza dos campus al año, en verano y navidad y diferentes torneos; dos de frontenis, el interno de paleta argentina y otros dos de mano con participación de expelotaris profesionales. Fundación Estadio y Fundación Vital les hacen las cosas algo más sencillas, “para sobrevivir”, puntualiza Arrizabalaga. Tras Javier, mejor directivo deportivo en el 72, medalla de plata al mérito deportivo en el 74, subcampeón de España de pala corta junto al vizcaíno Beraza, en Barcelona y promotor junto al amigo Ruiz de Azua del club Zidorra, gran pelotari y mejor directivo, llegó Alberto, el segundo episodio. Y tras los dos, quizá, la tercera parte de la saga. Quién sabe si Al Pacino o Andy García. La tercera no llegó al nivel de las otras dos de la saga de Corleone pero, podría ser, ¿por qué no?, que el tercer episodio de nuestra historia llegara a convertirse en obra maestra. Veremos qué tal con Jhon e Iker.