alhaurín de la torre - Fue todo tan previsible, que el día no se desvió ni una coma. Nada de puntos y comas o puntos suspensivos. Ganó Elia Viviani porque es el más rápido de la Vuelta. Ese telegrama dejó la jornada, donde se apilaron los tópicos del tedio como los granos de arena se amontonan en la playa esperando a que alguien los cuente. Nadie lo hace porque la tarea se presupone tan titánica como baldía, pero muchos lo piensan. La travesía entre Mijas y Alhaurín de la Torre, que adquirió fama como presidio de los mangantes ilustres de Marbella y la farándula, se resolvió en una disputa rápida entre Viviani, vencedor, y Nizzolo, segundo. Peter Sagan, tercero, se quedó lejos en un asunto que exigía más cercanía, pero al eslovaco le faltó punch cuando estalló Viviani, un rayo de velocidad en una etapa lenta y pegajosa, con el viento de frente partiendo caras. El velocista, rebozado en la bandera de Italia, de la que es campeón, solo encontró resistencia en Nizzolo, que se quedó corto frente a la exuberancia de Viviani, que agitó el aire con el puño como los cowboys hacen círculos con el lazo antes de atar al ternero. Viviani echó el lazo del triunfo y anudó una victoria sin discusión en los únicos fotogramas que se rodaron a cámara rápida a la espera del Alto de Alcafar, la cumbre que cimbreará hoy al pelotón y que servirá como criba. “Algo pasará, seguro”, reflexionaba Pello Bilbao. “Llega el primer examen para probar las fuerzas de cada uno”, determinó Nairo Quintana. A la espera de lo pueda suceder en la montaña, los favoritos se arrejuntaron con la idea de tachar otro día en la oficina, aunque el perfil prometía, sin acumular demasiado gasto tras el sofocón del domingo, donde se apiló la fatiga, se secaron las gargantas y brotó alguna que otra deshidratación por eso del calor extremo que lanza latigazos a los ciclistas.
la fuga y la calma Que no pasara nada, salvo los kilómetros, fue el hilo argumental de la etapa, sin colmillo, en calma. Fue una crónica tantas veces anunciada en un recorrido que flirteó con el lujo de Puerto Banús, Ronda y las sierras que rememoran a Tragabuches. En esos parajes, donde cohabitan en la imaginación pasiones, leyendas y sucesos milagrosos que forman parte del imaginario colectivo de la Serranía de Ronda, la fuga estaba sentenciada. Con esos presagios los aventureros huían como Tragabuches, un legendario bandolero que fue torero antes de asesinar por celos, lo que le obligó a refugiarse entre las montañas para sobrevivir.
También estaba pronosticada la muerte de la escapada que despuntó al amanecer. En ella se inscribieron Peters (Ag2r), Rolland (Education First), Simón (Burgos-BH), Molina (Caja Rural), Maté (Cofidis) y Sáez (Euskadi-Murias). Después, rebasado Coín, se alistaron a la fuga Pölstlberger (Bora), Gougeard (Ag2r) y Wallays y Campenaerts, ambos de Lotto. El campeón de Europa contrarreloj resbaló en una curva y dijo adiós a toda opción. La guerra de guerrillas difuminó al resto de fugados, salvo a Pölstlberger, el último en ceder. La rotonda de Alhaurín de la Torre dispuso el mecano del esprint. Movistar intercedió para salvaguardar a sus líderes. “Sabíamos que el final podía ser peligroso por las abundantes rotondas y para evitar caídas el equipo se puso delante”, dijo Quintana. Después se impuso el tonelaje de la lógica del Quick-Step y las etapas lentas que se finiquitan con un debate fugaz en el que Viviani ondeó la bandera de la velocidad.