Primoz Roglic, exsaltador de esquí, encontró su trampolín en la Cote de Croix Neuve, donde afiló su perfil después de correr en un segundo plano, entre cierto anonimato. Lejos de las luces de neón. El esloveno, cuarto en la general del Tour, asomó con determinación en la cota que precedía al aeródromo de Mende, donde obtuvo un puñado de segundos. Después de su triunfo en la Itzulia, Romandía y el Tour de Eslovenia, Primoz Roglic continúa su escalada a la espera de la resolución de la carrera en los Pirineos. En la última semana que resolverá el Tour, la contrarreloj entre Senpere y Ezpeleta, es un guiño para el esloveno, un ciclista en expansión.

Mikel Landa, por contra, tuvo que encogerse en el Macizo Central. Al de Murgia, al que la espalda le sigue doblando el ánimo, cedió medio minuto con el líder Thomas, Froome y Dumoulin, los más próximos a Roglic. Landa no pudo estar con ellos, aunque fue el primero en tratar de asaltar la montaña entre el grupo de favoritos. A sus pedaladas les faltaron fuego. Le pudo el ansia. Las ganas tiraron de él. Las fuerzas, le abandonaron después. “Quería probar, por mis opciones y por ver quién estaba bien o mal, pero creo que era yo el que peor iba (ríe)”, explicó Mikel Landa, que suspira porque la espalda le dé una onza de respiro que llevarse a la boca.

El fogueo de Landa fue el estruendo posterior de Primoz Roglic, que agarró el manillar por la parte de abajo, y se erizó para pinchar a sus oponentes. Thomas, Froome y Dumoulin se marcaban, mientras Bardet, Quintana y Landa padecían. Vigilantes los tres primeros de la general, se disparó Roglic, un corredor muy potente. El esloveno quiere el podio y tras resistir en los Alpes se alumbró en el Macizo Central. Alcanzó la corona del puerto, con una media del 10%, con algunos segundos. Thomas, Froome y Dumoulin acudieron a su estela. Para entonces Landa trataba de minimizar pérdidas. “Me he precipitado y lo he pagado. Menos mal que estaba Valverde. Me sigue molestando la espalda, estoy deseando que llegue el día descanso”, expuso el de Murgia, que vio alejarse a Chris Froome, que a pesar de la irrupción de Roglic en el tablero del Tour, piensa que “Dumoulin es la amenaza más grande. Para nosotros estar en las dos primeras plazas hace que la carrera sea mucho más difícil para nuestros rivales, ya que nos tienen que vigilar a Thomas y a mí”.

Si bien Froome continúa siendo el máximo favorito para coronarse en París, la candidatura de su camarada, Geraint Thomas está tomando más fuerza con el paso de las jornadas. “Ya sea sufriendo o no, estaré encantado de ganar el Tour, pero el equipo estará feliz si el maillot amarillo se queda en casa. Tomamos los días como vienen. Todavía hay una etapa mañana, y luego haremos un receso para las etapas de los Pirineos”, expuso el líder del Tour, que coincide con Froome en que el peligro para la bicefalia del Sky llega desde Holanda. “Tom Dumoulin es impresionante, rueda a su ritmo, es campeón del mundo contrarreloj y sabe cómo manejar su esfuerzo, como hizo en la subida del Alpe d’Huez”.