vitoria - Media mañana del pasado lunes. Tras varios tonos, una voz que se entrecorta tapada por el viento responde al otro lado del móvil. “Me puedes llamar dentro de un rato, me has pillado subido al andamio”, reclama. Con estos datos, pocos podrían siquiera sospechar que el interlocutor es la persona que, apenas veinticuatro horas antes, ha logrado el segundo puesto en la XXXIX Media Maratón de Vitoria-Gasteiz. Y menos aún que este éxito ha llegado justo después de tener que cumplir una sanción de nueve meses sin competir como consecuencia de haber dado positivo en la edición de 2014 por haberse aplicado una crema que contenía efedrina (Hemoal) en las piernas.

Sin embargo, todas estas circunstancias se reúnen en la enjuta figura de Kike Sebastián, que ha vuelto a la carrera y ha recuperado el sitio donde siempre ha deseado estar, dando zancadas en busca de la meta. Pero ni el explosivo cóctel de emociones que ha vivido durante los últimos meses y que tuvo la guinda de verse de nuevo en el podio de su prueba ha logrado apartarlo de lo que es su máxima prioridad, continuar con su vida de ciudadano normal, lo que incluye su actividad profesional como carpintero metálico. “Siempre digo que antes y ahora sigo con mi día a día y el lunes tengo que ir a trabajar. Después de haber ganado una carrera o de no correr pero tengo que trabajar y vivir. El día que me notificaron todo por supuesto también tuve que ir a trabajar así que...”, se justifica.

Cuando poco antes de las doce del mediodía del domingo cruzó la línea de llegada instalada en el parking de Mendizorroza, sin embargo, se transformó por un instante en una olla de vapor humana que dejó escapar toda la enorme presión acumulada con un gritó que retumbó en muchos metros acompañado de un irrefrenable gesto de rabia. “Estaba muy centrado en la carrera, porque además había ido muy justito todo el tiempo pero cuando acabó fue como ‘joder, he vuelto a conseguirlo. He podido dejarlos y ser segundo’. Es verdad que en los últimos 40-50 metros te vienen a la cabeza cantidad de pensamientos, de cosas, de gente sobre todo que ha estado todo este tiempo a tu lado, los que no están... Y mucha felicidad. Sé que no fui el ganador pero me dio por levantar los brazos como si hubiera ganado porque para mí es una victoria”, reconoce.

Y es que aunque Kike prefiere transitar de puntillas por el tema -“los problemas de verdad son otros, como las enfermedades graves”- lo cierto es que lo ha pasado mal durante bastante tiempo. “Son muchos meses de entrenamiento y ya no es el tema de haber estado parado. Es que volví a competir otra vez, gané la Media de Miranda con una marca discreta pero gané, que era lo que tenía que hacer, y luego cogí una amigdalitis que me hizo estar en la cama con antiobióticos. A la semana siguiente empecé a entrenar y parecía que se me había olvidado que había estado enfermo. Corrí la Berria muy débil y me dieron para el pelo corredores que no lo tenían que hacer, fui a la Behobia y me llevé un batacazo muy grande... Eso mentalmente te va tocando y dices ‘a ver si no voy a andar’. Te entran las dudas. Entrenaba muy bien pero no me cuadraban los entrenos con las carreras y ahora me doy cuenta que fue por haber estado enfermo. La cabeza no iba. Tenía muchas dudas y esta carrera ha servido para quitármelas. Estoy en mi nivel, donde tengo que estar. Me puede faltar igual un poquito de chispa pero estoy al mismo nivel que estaba antes”, explica.

Una vez conseguido ese gran objetivo personal, el fondista vitoriano elude pasar cualquier tipo de factura. “Entiendo que tenía que hacer esto porque es como quitarte una espinita pero no soy una persona que esté buscando revancha... No es algo que me obsesionara. Revancha tendría si alguien con el que corres te hace algo malo que te impide correr pero a mí nadie me ha hecho nada. ¿Revancha a quién? Porque en este caso todo fue tema del Gobierno Vasco y yo a esa persona ni la conozco. Sí que es verdad que tú quieres decir, ‘oye, estoy aquí, sigo aquí, que a mí no me hace falta nada raro’. Porque yo no he corrido de repente en 1.01, sigo en mis marcas y ahí voy a seguir”, incide.

Eso sí, reconoce, que la jornada del domingo fue “muy especial” y se une a todos esos “momentos” que el atletismo le ha brindado y que nadie le podrá arrebatar. “Fue un día especial, por supuesto, porque había muchas personas detrás esperando. Había mucha gente que quería que yo anduviese como he andado siempre, a mi nivel. Te apoyan y se alegran. Eso es algo que sí me he dado cuenta todo este tiempo, que tengo mucha gente alrededor y esos son los que están contigo día a día, porque la carrera llegas a meta y ya está. Este parón me ha servido para ver otro tipo de sentimiento dentro del atletismo, que no solo es competir. Era como si hubieran estado en el podio ellos. Lloraban y esas cosas te llegan”, significa

Una vez de vuelta en el camino, Kike mira al futuro y en ese porvenir, por supuesto, siempre aparecen una zapatillas en sus pies. “Ahora sé donde estoy, lo he confirmado y en principio creo que iré en febrero a Castellón al Campeonato de España de maratón. El maratón me tiene enamorado, tengo una cosita pendiente y creo que es donde puedo sacar más partido a mi forma de correr. Después, buscaré cosas que me motiven pero siempre corriendo, porque esto al final es una válvula de escape de tu día a día. Por eso yo no he dejado ni un día de correr. Incluso estando sin objetivos ha habido días que he doblado. A mí me gusta entrenar solo, porque te evades y hay un momento que, de repente, todo fluye, todo cuadra. Yo lo llamo la nube . Pierdes la noción y no te das cuenta de que estás corriendo hasta que algo te distrae. Pasa pocas veces pero es lo que realmente engancha”, confiesa mientras resulta casi imposible no imagirnarlo feliz como un niño enlazando zancada tras zancada.