BILBAO - Solamente les faltó a los aficionados riojanos tirar sus carteras a Jokin Altuna en la final de San Mateo de 2015. Apenas llevaba un año y poco entre los profesionales y su unión con David Merino fue demasiado para Aimar Olaizola y Mikel Urrutikoetxea, por entonces un mero experimento en la zaga. Ganaron 21-22. El amezketarra se guardó una última diablura tras hora y veinte minutos de tajo y más de ochocientos pelotazos. Fue una parada al txoko desde el tres y medio que dividió el tiempo en dos velocidades y dos gravedades: la lunática de un guipuzcoano descarado y con alma clarividente y la terrícola del resto, con la pelota a una velocidad inusitada. Fue tanto. El Adarraga de Logroño bendijo a uno de los sustitutos de Titín III para la pasional cátedra riojana. Aquel día nació parte del idilio de Altuna III con la afición de La Rioja. Antes, con apenas cuatro meses en el campo profesional y apenas 18 años, el amezketarra e Iñaki Artola llenaron el Atano III de Donostia en la final del Cuatro y Medio de Segunda. Expectación. Dominio. Idilio. Era 2014 y casi ni les había salido la barba en la élite. Ganó Artola por físico. Ya en la elección de material se observaba ritmo y gran movimiento de focos y de público esperanzado.

Esa rivalidad despertó a una afición durmiente pero necesitada de figuras que cambiaran el devenir de la pelota de Gipuzkoa, que transitaba en un eterno querer y no poder. El dominio navarro fue impresionante desde que Mikel Unanue reinara en la jaula y Joxan Tolosa, también de Amezketa, afilara su palmarés con la txapela del Manomanista. Tiempos pretéritos. De hecho, la rivalidad de Altuna III y Artola se transformó en un Clásico en el campo aficionado hasta que dieron el salto. Se volvió a repetir la historia de otros mitos. La repetición de los lugares comunes: Jokin, rematador desde el tuétano, apóstol del espectáculo, e Iñaki, atleta dotadísimo. Los grandes enfrentamientos de la pelota. Uno en Aspe; el otro en Asegarce. Pimienta a granel.

El tercer actor en liza en la cita fue Iker Irribarria, contemporáneo de Jokin, que llegó cuando ellos ya estaban instalados en la bisagra generacional. Y rompió. Comenzó su etapa profesional en marzo de 2015 y no tardó en mostrar de qué madera estaba hecho. Subió como la espuma en verano, jugó el Cuatro y Medio sin éxito, entró en el Parejas de novato y ganó el Manomanista en su primera participación en una final perfecta ante Mikel Urrutikoetxea. Un lujo. Tumbó el récord de Rubén Beloki en la distancia como pelotari más joven en alcanzar el título e igualó a Martínez de Irujo, vencedor en su primera inmersión.

Con ellos llegó la revolución que esperaba Aspe, pues el gallinero se le quedaba corto de figuras tras las bajas de Titín III, Xala, Gonzalez y el cese temporal de Martínez de Irujo. El zurdo de Arama y el manista de Amezketa se convirtieron en su argumento a la hora de plantear el verano en los cuadros alegres.

Así, aunque Irribarria se haya coronado ya campeón, la figura de Altuna III se agranda por su magnetismo con el respetable. Dice Inaxio Errandonea, director comercial de Aspe, que hay una virtud imposible de comprar que es importante en el negocio de la pelota a mano profesional. Una cuestión impagable: el carisma. Dicen que el amezketarra lo posee, que lo tiene por su forma de afrontar los partidos. Que transmite. Se ancla a ejemplos como el del caracolero, parecido pero distinto, al de Pablo Berasaluze, amado en todos los frontones, o, incluso, al del propio Oinatz Bengoetxea, que califica al guipuzcoano como “especial”. “Tiene el don de esconder la pelota”, desgrana el leitzarra. Desde bien joven portaba la vitola de que iba a llegar lejos y, según su punto de vista, le pesó cuando estaba a punto de debutar en el Olimpo manista. El resto ha ido tan rápido como una bola de fuego que cae del cielo. Un ritmo infernal. Como el que planteará el domingo en el Ogueta de Gasteiz.

La fiebre afecta a alrededor de 200 personas de Amezketa, que irán a la cancha alavesa para ver el encuentro contra Oinatz Bengoetxea. En total, un 20% de los habitantes del pueblo, que tiene 1.000 personas censadas, se desplazará al frontón para ver en directo la final del Cuatro y Medio.

“Al aficionado en general le gusta la buena pelota. Es verdad que en Gipuzkoa tira más, pero gusta en La Rioja, en Bizkaia...”, afirma además Errandonea, consciente de que la promotora ha encontrado un filón con el artista guipuzcoano. Al que le dicen distinto por su capacidad de crear. “Cuando hablamos de Titín III, de Martínez Irujo o de Aimar Olaizola nos referimos a pelotaris top y, como tales, gustan en todos sitios a los que van a jugar. Con los que están arriba pasa lo mismo, que son requeridos en muchos lugares y el público se vuelca con ellos”, apostilla el exmanista de Bera, que reitera que la cercanía del amezketarra y su facilidad para enganchar al público se debe a que “ofrece buena pelota, que gusta en todos lados”. Asimismo, reconoce que en verano, Irribarria y Altuna “han sido los más solicitados”. Tal fue la dependencia de ellos dos, que el finalista del Cuatro y Medio estuvo más fuera que dentro por la falta de tiempo para preparar el acotado y cambiar el chip de jugar a parejas a acomodarse en la jaula. El guipuzcoano disputó cuatro partidos en una semana antes de saltar a la arena del Astelena de Eibar ante Mikel Urrutikoetxea. Recibió un 22-7 y pudo recomponerse en tres citas seguidas en el Atano III de Donostia, feudo en el que da buen resultado a tenor de las entradas registradas.

la visión de Otermin Joxemari Otermin, amezketarra de pro, periodista, primer director de Euskadi Irratia, está escribiendo un libro sobre la pelota vasca de la localidad y tiene previsto publicarlo a principios de enero. Pelotazale y una de las cabezas visibles del torneo de El Antiguo, Otermin tiene la clave del enganche que provoca Altuna III. “Para empezar, todo pelotari que hace cosas distintas en el frontón y, sobre todo, en sus primeros años, suele atraer al público”, explica el paisano de Jokin, quien revela que “después de bastante tiempo sin pelotaris guipuzcoanos de primera línea ha surgido una generación de nivel, coronada por tres manistas de localidades muy cercanas, como son Arama -Irribarria-, Amezketa -Altuna III- y Alegia -Artola-, que empuja a la gente a rascarse el bolsillo e ir al frontón”.

Acotando respecto al caso de Jokin, Otermin hace hincapié en una frase pronunciada por el entrenador, tertuliano y exfutbolista argentino, Jorge Valdano, quien siempre dice que “hay deportistas que tienen el don de hacer algo especial”. A juicio del periodista amezketarra, el de Aspe lo tiene. “La gente responde porque sabe que, si está a un nivel normal, va a hacer cosas nuevas”, sostiene y agrega que “entiendo que se trata de un manista distinto. Hay dos tipos de pelotaris buenos: o bien el que llega muchas veces al cartón 22 o el que hace jugadas distintas. Él hace cosas diferentes. Por ejemplo, me viene a la cabeza cuando una pelota le va al ancho, se cuadra de zurda y la pelota acaba rozando la raya de contracancha. Eso solo lo puede hacer alguien como él”.

Otro factor que puede ser importante es la “necesidad” de savia nueva en la élite de la mano profesional. Y es que, el deporte actual que quema “rápidamente” a los deportistas, tiene que echar mano de novedades para reinventarse. “Si un ciclista gana cinco Tours es bueno, pero tiene que haber un chaval descarado que pelee por romper la hegemonía. Esos son los casos de Irribarria y Altuna III. Son la novedad, en última instancia. Iker es la potencia y Jokin, el arte, el tiralíneas”, certifica Otermin. El guipuzcoano ve en su paisano a un discípulo de la “escuela de siempre”. “Veo cosas del mejor Olaizola II en él, siempre deja la pelota en mal sitio para el rival. Algunos dicen que se parece a Titín III, aunque yo no lo veo”, analiza.

Además, navegando por la historia de la pelota en Amezketa, destaca Joxemari que “él es la punta del roble de los Altuna, que llevan cien años jugando en el pueblo”. “Joakin, bisabuelo de Jokin, nació en el kontzejupe, donde se jugaba mucho a pelota. Su hermano fue pelotari. También el abuelo de Jokin y sus tíos fueron remontistas profesionales. El tercero de los Altuna es la parte central de la pelota en el pueblo”, añade. Joxan Tolosa, campeón del Manomanista en 1989, también engrandece el deporte en la localidad.

El empuje en los niños Aritz Sáez, Iñaki Lizaso e Iraitz Olaetxea, hermano del exprofesional y botillero de Erik Jaka, campeón del Cuatro y Medio de Segunda, son la punta de lanza de la pelota a mano en la Federación de Gipuzkoa, donde se está trabajando bien. En la actualidad, del total de manistas en Asegarce y Aspe (48), hay quince profesionales del territorio. La mayoría de nuevo cuño, ya que el más mayor es Aitor Mendizabal, nacido en 1989. Andoni Letxundi, presidente del organismo canalizador de la pelota en Gipuzkoa, admite que “no sé si existe una fiebre especial con Jokin Altuna, creo que las empresas se valen de chavales jóvenes que arrastran a la gente cercana al frontón”. Así las cosas, el federativo analiza que “tanto Irribarria como Altuna III son de la misma edad, del mismo club, Zazpi Iturri, y forman parte de una misma generación. A Iker lo comparo con Aimar y a Jokin, con Titín”.

Por otro lado, Lertxundi cuenta que está creciendo el número de licencias en Gipuzkoa debido a que se está estableciendo una nueva categoría de pelotaris, que no compite, pero que “juega por gusto”. Calcula que, entre cadetes, juveniles y séniors, hay un total de 1.300 federados. “Todavía es pronto para afirmar que el efecto de la nueva generación de profesionales influya en el número de escolares que se inician en el mundo de la pelota”, recita el presidente de la Guipuzcoana. No obstante, es indudable que el eco mediático del amezketarra, el zurdo de Arama, Beñat Rezusta y, en la misma medida aunque no haya alcanzado finales de Primera, Artola puede ser un altavoz para crear ilusión en los más jóvenes. “Para valorar si están haciendo un efecto llamada tendremos que esperar unos años todavía”, opina Lertxundi.

Por otro lado, lo que sí se ha conseguido resucitar ha sido el Atano III. “Desde hace tres o cuatro años nos llamaron las empresas para trabajar juntos y revitalizar el frontón. Ofrecimos unas entradas más baratas y otras gratis para los menores de catorce con ficha. Los clubes están trabajando mucho y bien para mover a los pelotaris para que puedan ver mano profesional”, argumenta Lertxundi, quien finaliza que “si hubieran llevado la final a Donostia, se hubiera llenado seguro, pero era inviable porque el mismo día hay la maratón por la mañana y el partido entre la Real Sociedad y el Barcelona por la noche. Otro gallo hubiera cantado si se hubiera celebrado en sábado”.