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Suelen producirse en el deporte amateur situaciones en las que alguno de los equipos citados para disputar un encuentro no acude, por diferentes motivos, al escenario de la contienda. La consecuencia lógica es la victoria del que sí está presente por la incomparecencia de su adversario. Pues bien, algo similar ocurrió ayer en Kaunas. Porque aunque el Baskonia sí estuvo físicamente en el Zalgirio Arena, no lo estuvo de espíritu. El equipo compareció sobre el parqué pero tras el descanso -y especialmente en el último cuarto- fue convirtiéndose en un grupo de autómatas moviéndose de un lado a otro pero con el rumbo completamente perdido. Minuto a minuto, la escuadra azulgrana fue difuminándose hasta terminar prácticamente borrado y, de manera inevitable, encajando la primera derrota del curso en la Euroliga.

Y eso que el Zalgiris se empeñó en ofrecerle un buen número de oportunidades para reengancharse al encuentro. No fue capaz de agarrarse a ninguna de ellas el Baskonia y como quien ve escaparse el agua entre sus dedos sin poder hacer nada para remediarlo el conjunto vitoriano asistió como espectador privilegiado a la fuga por el sumidero de sus opciones de triunfo. Una victoria que tuvo cerca pese a todo y que probablemente echará de menos en el futuro porque la pista lituana se antoja un caladero más que factible para sus visitantes.

Así se demostró durante los dos primeros cuartos de la contienda, en los que la iniciativa del duelo estuvo casi siempre en las manos alavesas. Una vez más fue Shengelia el encargado de abrir el marcador con un triple y, a partir de ahí, se desarrollaron unos diez minutos iniciales en los que ambos contendientes protagonizaron un intercambio de golpes en el que los azulgranas siempre parecían tener más dinamita. En ese tramo, no obstante, se produjo una circunstancia importante. A falta de 6.35 para el final de este periodo, Toko -que estaba siendo uno de los más entonados en el combinado de Sito Alonso- cometió su tercera falta personal y se vio obligado a permanecer en el banquillo hasta el descanso. El equipo, no obstante, fue capaz de sobreponerse a su ausencia y mantuvo el guión que le señalaba como claro candidato a llevarse el gato al agua.

Sin mostrar el acierto y el baloncesto eléctrico de otras ocasiones, el Baskonia conseguía superar a su oponente en el marcador y en las sensaciones dejando en el aire la percepción de que a poco que acelerara su puesta en escena abriría una brecha irrecuperable para su adversario. Algo que rozó con la yema de los dedos en sendas ocasiones durante el segundo cuarto. Primero cuando una canasta de Blazic colocó un esperanzador 24-31 en el electrónico y, un par de minutos después, al anotar Bargnani un triple que elevó la renta hasta los nueve puntos (27-36).

Sin embargo en ambas oportunidades le faltó al combinado alavés el instinto depredador para acabar definitivamente con su presa. Lo que aprovechó el Zalgiris para, con la laxa defensa de su rival como gran aliado, estrechar de nuevo el marcador y continuar respirando. Pese a todo, al descanso se llegó con un 34-40 que invitaba a pensar que era únicamente cuestión de tiempo que el cuadro visitante diese la puntilla al choque.

Nada más lejos de la realidad. Al regreso de los vestuarios el Baskonia se fue desinflando como un globo pinchado y su juego terminó colapsando por la acumulación de fallos múltiples. En el tercer periodo permitió a su oponente anotar nada menos que 27 puntos para inicial el cuarto y definitivo empatados a 61. En el arranque el equipo ya comenzó a mostrar síntomas preocupantes y conforme avanzó el tiempo su estado no hizo sino empeorar. La eliminación de Bargnani a falta de 4.13 y con 72-68 le dejó sin su casi único faro ofensivo y lo que vino a continuación fue un auténtico carrusel de despropósitos. Ambos conjuntos compitieron en errores pero al final se impuso la lógica y el Zalgiris se quedó con el triunfo por la incomparecencia azulgrana.

Sin reacción. El Baskonia perdonó ayer a su oponente y terminó dejando escapar una victoria que debía ser suyo. Tras el descanso el equipo ofreció una imagen apática de la que no fue capaz de salir y desde el banquillo tampoco se ofreció ninguna reacción. Con una única marcha en su juego, Sito no encontró la manera de reactivar a sus hombres. También tardó mucho en cambiar a Shengelia al inicio, que terminó cometiendo la tercera falta.

En un duelo gris de todo el equipo fue de los pocos que mostró algo de acierto y criterio por momentos. Asumió la responsabilidad de tirar al final sin demasiada suerte.