Duración: 55:31 minutos de juego.

Saques: 2 de Irribarria (tantos 10 y 14).

Pelotazos: 480 pelotazos en juego.

Tantos en juego: 6 de Irribarria, 1 de Barriola, 13 de Olaizola II y 2 de Albisu.

Errores: 3 de Irribarria, 4 de Barriola, 3 de Olaizola II y 2 de Albisu.

Marcador: 0-12, 1-12, 3-13, 4-13, 5-14, 6-14, 6-15, 7-17, 11-18, 12-20, 14-21 y 14-22.

Apuestas: Se cantaron de salida posturas de 100 a 30 a favor de Olaizola II-Albisu.

Incidencias: Final de la feria de San Fermín disputada en el frontón Labrit de Iruñea. Lleno. Aimar Olaizola fue nombrado mejor pelotari de la feria de San Fermín.

Pamplona - En las escuelas de lo imposible debería estudiarse como asignatura troncal a Aimar Olaizola, capaz de demostrar que no existe lo que no pueda hacer su zurda. En la final de la feria de San Fermín, que descorchaba el verano feriante, de carrusel, el goizuetarra asomó letal, asombroso, genial en el remate. Descomunal con mayúsculas. Su primera mitad de encuentro fue para enmarcar y la segunda, más igualada, para disfrutar. Olaizola II abrasó a ganchos a Iker Irribarria, al que volvió loco en un inicio dominado de cabo a rabo por él, con la ayuda de un sobrio Jon Ander Albisu, muy bien en su labor, con las ideas claras y el punto de mira entonado. Pero lo de Aimar? Fue un escándalo. Terrible en la disputa, salió de vestuarios hipervitaminado en el remate, casi ansioso por terminar el tanto. Irribarria y Barriola recibieron un severo correctivo en quince minutos del que no pudieron reponerse. Al primer descanso de la televisión, marcado en el tanto doce, llegaron los colorados sin sumar. Una losa enorme. Doce toneladas en la espalda del campeón del Manomanista, desnortado, sin rumbo, totalmente desdibujado por un adversario grandilocuente. De la primera docena acabó Aimar un total de ocho tantos. El resto fueron yerros azules, tres del zurdo de Arama.

Olaizola II fue dueño y señor de una brecha que dinamitó la emoción del partido, que quedó visto para sentencia por la sensación de velocidad de crucero de los azules, que apuraron el piloto automático en una buena dinámica, estelar, superior a la de sus contrincantes. Aimar fue capaz de ascender a los cielos a su mano izquierda, de cirujano, y llevar al limbo a una final más atractiva sobre el papel que en la contracancha. Para empezar, el dinero se puso 100 a 30 para los de Asegarce y la tacada de más de medio tajo fue el golpe de gracia a la contienda, que pecó de poco emocionante.

Lo que quedó claro, aunque la hoja de ruta tanto de Aimar como de Albisu fue estupenda, es que la empresa de Bilbao montó para la cita iruindarra un dueto demasiado fuerte visto el estado de forma actual de los dos manistas. No obstante, a pesar del 0-12 inicial, Irribarria y Barriola pudieron darle cierto maquillaje al marcador. La recuperación del guipuzcoano fue esencial. El ariete fue su potencia, con la pudo abrir la lata del luminoso. Les acercó sin garantías de revuelta, pero con buenas intenciones. Así, llegaron a ponerse 6-14 y 11-18, con algunos destellos de qué tipo de manista es Irribarria: mandó dos rebotes y carburó con el gancho en los cuadros alegres. Pero estaba todo el pescado vendido, los colorados acabaron con catorce tantos en su zurrón pero con el envite perdido. Tanto Olaizola como Albisu fueron superiores, tanto en juego como en sensaciones y pareja. El delantero de Goizueta fue el mejor de la tarde y de la feria, facilitado por la pegada de un zaguero de primer nivel. Y, además, consiguió rozar lo imposible con una mano privilegiada. Aimar tiene el pulso que querría todo arquitecto, un alma matemática y una zurda de oro.