Desde hace algún tiempo es recurrente el debate sobre el papel de los equipos británicos en las competiciones de clubes. Se adjudica a los ingleses, fundamentalmente, una gran desproporción entre el dinero que invierten en montar sus plantillas con los resultados que obtienen cuando salen de las islas. Es indudable que el fútbol británico gusta, pero también se le acusa de falta de competitividad, de que está algo adormecida en un entorno casi idílico. En la última temporada el Manchester City, semifinalista de la Liga de Campeones, y el Liverpool, finalista de la Europa League, quisieron desmentir estas teorías, pero ha sido la Eurocopa la que ha devuelto el protagonismo a los conjuntos británicos.

Cuatro empezaron la competición y los cuatro siguen vivos. Uno de ellos, además, alcanzará los cuartos de final ya que mañana se miden Gales e Irlanda del Norte. Para cualquiera de las dos supondrá un hito llegar tan lejos. Quizás es que el nivel futbolístico de la Eurocopa no está siendo muy grande, que el nivel medio se ha igualado en un torneo más numeroso y que, por ello, el entusiasmo de estas selecciones está siendo suficiente para suplir las carencias y aprovechar algunas gotas de calidad.

Los galeses han sido primeros de su grupo con un bloque bien armado por Chris Coleman, ese entrenador que en su estancia de seis meses en la Real tuvo algunos problemas con el txakoli. Luego, está Gareth Bale para marcar diferencias. El madridista se ha tomado a pecho su condición de líder indiscutible de su selección y marcha a un gol por partido. Da la impresión de que su estado de forma es superior al de otras estrellas del torneo y de que es capaz de llevar lejos a su equipo con el apoyo de Aaron Ramsey y Joe Allen, los otros dos jugadores de más calidad. Su confianza es grande ya que Gales fue en la primera fase el equipo más goleador, con seis tantos, igualada con Hungría, que podría ser su rival en cuartos de final.

Las dos Irlandas, sin jugadores destacados por encima de la media, pero con un gran compromiso grupal, han acabado como terceros de sus respectivos grupos y todo lo que consigan a partir de ahora será una sorpresa monumental. Eire aprovechó la oportunidad de jugar ante una Italia ya clasificada para sumar el triunfo que necesitaba y avanzar en la Eurocopa. A Irlanda del Norte también le bastó con la victoria ante la decepcionante Ucrania para pasar a la fase de eliminatorias. En las otras dos derrotas mínimas ante Polonia y Alemania quedó claro que hay partidos que les vienen grandes.

menos con más Curiosamente, la selección más criticada de las cuatro ha sido la de Inglaterra, la que teniendo más ha conseguido menos. Su clasificación para octavos de final no ha satisfecho del todo a sus aficionados, sobre todo porque lo ha hecho como segunda de grupo por detrás de Gales y eso es una afrenta. El fútbol de los de Roy Hodgson no ha sido malo, pero le ha faltado capacidad de resolución, lo que se llama pegada. Resulta significativo que Harry Kane, el máximo goleador de la última Premier League, aún no se haya estrenado en la Eurocopa.

Para colmo, los ingleses se han condenado a la parte del cuadro más complicada. En octavos de final les tocará la revelación Islandia, cortada por el mismo patrón británico, y en cuartos quizás Francia, si el anfitrión consigue eliminar a Irlanda. En Inglaterra no se conforman con mirar al futuro. Esperan que su joven selección desmienta los tópicos de siempre y sepa competir y ganar. Mirar alrededor aún les obliga a más.