parís - El serbio Novak Djokovic conquistó ayer, a la cuarta final, su primer título de Roland Garros, al derrotar al británico Andy Murray por 3-6, 6-1, 6-2 y 6-4 en tres horas y tres minutos, con lo que se convirtió en el octavo tenista de todos los tiempos en ganar los cuatro Grand Slam.

El número uno del mundo se impuso en los últimos cuatro grandes, con lo que completa así el Grand Slam en dos años consecutivos, y está ahora en disposición de ganar los cuatro grandes torneos en la misma temporada, algo que no sucede desde que Rod Laver lo hiciera en 1969.

El sol, que se había ocultado durante toda la quincena tenística, una de las más perturbadas por la lluvia de la historia, apareció tímido en el cielo cuando el serbio cerró el partido.

“Es un momento muy especial, puede que el más grande de mi carrera”, dijo desde la pista el ganador.

Djokovic, de 29 años, suma su duodécimo triunfo en un Grand Slam, con lo que iguala con el australiano Roy Emerson, y se queda a dos del español Rafael Nadal y del estadounidense Pete Sampras, y a cinco del suizo Roger Federer.

Con el brasileño Gustavo Kuerten en las gradas, Djokovic dibujó un corazón sobre la tierra batida, en homenaje a lo que hizo el extenista en 1997 en París tras salvar un complicadísimo partido . “Le he pedido permiso”, afirmó antes de celebrar el triunfo con los recogepelotas como había hecho este año tras sus anteriores victorias.

El serbio ha necesitado de 12 participaciones en Roland Garros, jugar cuatro finales, otras tantas semifinales y dos cuartos, para poder besar la Copa de los Mosqueteros, el torneo más ansiado del número uno del mundo, que había perdido dos finales contra Nadal y la del año pasado frente al suizo Stan Wawrinka.

Una espera que le han convertido en el tenista que ha acabado ganando en París tras haber acumulado más participaciones.

Se quitó así el serbio una espina que empezaba a convertirse en una obsesión, que rondó por su mente cuando Murray, que jugaba su primera final en Roland Garros en busca de su tercer grande, se adjudicó la primera manga.

reacción Un 3-0 de entrada en el segundo set puso el parcial de su lado, ventaja que agudizó en el sexto juego para, en el siguiente, apuntárselo con su servicio. La batalla moral había cambiado de bando. Ahora era el serbio quien dictaba su ley, asentado en un servicio más efectivo, mientras el británico se iba diluyendo.

La tercera manga fue un monólogo. Murray dejó entrever que la quincena pesaba en sus piernas. No en vano, el escocés tuvo que levantar dos sets en contra en sus dos primeros partidos. Rotura de entrada en la definitiva y otra vez más en el séptimo juego le propulsaron hacia el triunfo. Solo el vértigo de la victoria le hizo temblar en el último tramo. Murray, que ha perdido 8 de las 11 finales que ha disputado, recuperó uno de los quiebres, en la primera vez en las que servía para ganar.