En las últimas butacas del segundo anfiteatro del Bizkaia de Bilbao, en un encuentro casual, comentaban expelotaris profesionales de la importancia de la asesoría en momentos clave. Hablaban de la necesidad de que en la silla de botillero en los instantes más importantes de los partidos, cuando se puede escapar o cuando el rival se acerca peligrosamente, haya una persona que sepa leer y comunicar al que está en la cancha, con el corazón a doscientos y, por tanto, puede hacer caso o no, cómo tiene que actuar o dar sus mejores consejos. Son instantes de recelo, de mucha tensión. Muchas veces la labor del botillero queda ensombrecida por el resultado, sea el que sea, en la medida en la que el pelotari en la cancha pone en liza su juego en el mejor o en el peor de los sentidos.

Contará Mikel Urrutikoetxea con Pablo Berasaluze, su hombre de confianza, en la silla para la final del Manomanista. El de Berriz es un pelotari experimentado y con grandes conocimientos en la materia. Admite el campeón de Zaratamo que “Pablo me ayuda muchísimo. Aparte de la amistad, me transmite tranquilidad. Aunque yo esté jugando dentro es como si estuviéramos los dos. Los consejos que me da me tranquilizan. Cuando estoy en los tantos, sé que tengo un apoyo en la contracancha de una persona que sabe muchísimo. Soy consciente de que él, que está fuera, es parte del partido y me ayuda una barbaridad”. Desvela el manista vizcaino que, como si fuera una presencia, nota a Pablo en el tapete. Es su extensión afuera, los ojos de lejos que le ayudan a mantenerse concentrado. Por su parte, Jon Apezetxea forma parte del paisaje en el set de descanso de Iker Irribarria, quien en la previa de Aspe y en el duelo contra Jaunarena contó con su tío Igor Olazabal, que cedió el puesto al intendente de la operadora por la responsabilidad de los partidos. De hecho, confirma el zurdo de Arama que “mi tío me dijo que ya eran palabras mayores y que prefería ver el partido con tranquilidad y disfrutar. Cuando uno está en la silla, no disfruta lo mismo, hay tensión. A la empresa le dije que prefería o a Jokin Etxaniz o a Jon”. El goizuetarra, retirado de la mano profesional el curso pasado, desde entonces actúa junto al joven guipuzcoano. Irribarria le da, también, valor a su trabajo en la semifinal contra Oinatz Bengoetxea, analizando que “parte de la victoria es suya, porque me mantuvo tranquilo y de ese partido destaco cómo le di la vuelta”.

“Es una final dura y así la planteamos, sobre todo, después de ver cómo ha llegado hasta aquí Iker Irribarria”, dice Pablo Berasaluze. El berriztarra acompaña a Urrutikoetxea en la silla durante todo el Manomanista y también durante el Cuatro y Medio. En el del curso pasado fue Josetxu Areitio el que le asesoró. No obstante, entre los tres forman un triunvirato en las distintas facetas de los partidos, desde la preparación hasta la acción directa e indirecta. “Mikel se tiene que preocupar de sí mismo. Si él hace las cosas de la forma que sabe hacerlas, tiene muchas opciones”, revela el manista berriztarra. Sostiene Berasaluze que “veo el partido al cincuenta por ciento, muy abierto”.

Observa el botillero de Urrutikoetxea que su pupilo, desde su triunfo ante Aimar Olaizola el pasado curso, ha ganado en entereza y solidez. “Aunque llevaba una trayectoria ascendente como pelotari, este último año ha crecido mucho. Se ha visto en partidos complicados, como el de Ezkurdia. Después de cuatro meses de zaguero y prácticamente sin entrenar, ante un adversario a un nivel buenísimo, sacó adelante el partido. Eso dice mucho de él. Se ha hecho un pelotari grande”, concreta Berasaluze II, quien apostilla que “no deja ninguna duda en los partidos”. “Mikel trabaja duro hasta el final, tanto a tanto, eso en este deporte es mucho. Urrutikoetxea no deja el partido de lado, sigue y sigue. Eso tiene su recompensa. Contra Joseba trabajó mucho, salió el duelo complicado y siguió trabajando”, manifiesta Pablo, quien declara que “en esos detalles se nota lo que ha madurado y lo gran pelotari que es”.

Desde la silla, cuenta sus secretos Pablo. Entre ellos, que “no puedes decirle muchas cosas”. “Él ha nacido para jugar a pelota. Con cualquier botillero podría llegar a una final y a ser campeón. Intento animarle, motivarle y, lo más importante para mí, que esté metido en cada encuentro al cien por cien, para que trabaje tanto a tanto. Si él no se sale del partido, Mikel es muy difícil de ganar”, asevera Berasaluze, quien agrega que “es un pelotari más fuerte, que aguanta mejor los partidos. Hace años, se venía abajo antes, porque estaba sin hacer. Ha cogido peso, que le ha venido bien”.

Respecto al rival, Pablo espeta que “Irribarria está muy fuerte. Ha jugado bien este campeonato y le da mucho. En tantos años viendo pelota no he visto a nadie pegarle así, pero Mikel tiene otras armas y opciones de ganar”.

Asimismo, la elección de material de hoy, planeada para las 12.00 horas, puede tener importancia para el devenir del partido. Remacha el berriztarra que “la verdad es que las pelotas pueden tener que ver. Llevamos tiempo en el que se está jugando con una pelota muy viva, con mucha salida de frontis y se trata de un material excesivo. Hay en partidos que ha jugado Irribarria en los que si el rival deja botar la pelota, da quince rebotes. Para mí eso es excesivo”. De cualquier modo, las virtudes de Urrutikoetxea hacen que “no le demos demasiadas vueltas, porque todo depende del trabajo de Mikel. Ganarle es muy difícil. Defiende mucho”.

Contra Iker Arretxe, Jon Apezetxea actuó con Iker Irribarria en la silla y la combinación funcionó. El intendente de Aspe y exmanista profesional desvela, respecto a la final del Manomanista del domingo en Bilbao, que “Urrutikoetxea es el favorito, pero todos los partidos hay que jugarlos. Veremos qué pasa. Al ser Urruti el actual campeón y las exhibiciones que ha hecho en el torneo, le deberían dar como favorito”. Aun así, el técnico de la operadora eibarresa es consciente de que en sus manos tiene una perla. “De Iker esperábamos que fuera un gran manomanista, pero no tan pronto, sinceramente. Esto solo está al alcance de las figuras. Esto no es casualidad. Aun así, hay que ir suave, suave, parece que va a ser un gran pelotari, pero hay que ir con paso tranquilo”, analiza.

El goizuetarra coincide en que su pupilo es un chaval relajado en las contiendas, que no asoma tensionado. “Irribarria es bastante tranquilo, hay que decirle que esté concentrado y que haga su juego. Es bastante tranquilo, obediente y trata de escuchar y hacer lo que se le dice”, argumenta Apezetxea, quien desbroza que “en la silla siempre dices al pelotari que esté tranquilo, pero el que tiene que sacar las castañas del fuego es él”.

De hecho, el navarro, que también hizo de botillero de Irujo o Xala cuando estaba en activo, aclara que “me pongo más nervioso cuando estoy en la silla que cuando jugaba. No disfrutas del partido. Eso es señal de que te importa. Cuando estás en la silla, tratas de demostrar que estás en el partido. Jugar una final y estar de botillero es bonito, pero el que tiene que jugar es el pelotari”. Como todo es nuevo para el zurdo de Arama, abrumado por el boom que se ha formado a su alrededor, Apezetxea trata de decirle que “esté tranquilo y que esté aislado”. “Como está en exámenes, le digo que estudie y que saque bien los exámenes”, comenta Jon.

Además, el intendente de Aspe define que no cree que el material sea “determinante”. “Los dos iremos a sacar pelotas parecidas”, finaliza.