Guando las expediciones de montañeros se acercan al Himalaya piensan que lo único que van a encontrar son obstáculos para superar las grandes cumbres, macizos y cadenas montañosas. Pero al aterrizar en Katmandu se encuentran con la hospitalidad de los lugareños, su amabilidad, su generosidad, su solidaridad. Todo ello les da otra perspectiva del reto que les ha llevado hasta esas tierras, y lo afrontan de una manera diferente. Siguiendo con el símil, el Laboral Kutxa al llegar a Berlín tenía como único objetivo el superar su primer ochomil que era el Fenerbahce de Obradovic. Pero lo primero que se encontró la expedición baskonista fue con el calor de todos sus seguidores hasta allí desplazados y que han tenido la suerte de conseguir entrada, y el reconocimiento y la admiración de toda la prensa internacional por el gran mérito de estar con la jeraquía europea a nivel baloncestístico. Hubo momentos que la frondosidad y la espesura de la defensa turca no permitieron vislumbrar al Baskonia la manera de desatascar el ataque. Pero los partidos están llenos de desniveles y cuando tiende hacia abajo hay que aprovecharlo para que cuando vuelva a picar hacia arriba tengas un colchón de puntos que te haga llevar la situación de una manera más desahogada. Y así sucedió. La inspiración en ataque durante el segundo cuarto supuso que el Baskonia se desenpolvara la camiseta, se quitara de encima la presión por tener que escalar una pared con mucho desplome, y puso en cancha todo su caudal ofensivo.El problema lo tuvieron con la gran actuación de Sloukas. Y el instant replay que no echaron mano de él cuando más lo necesitó el Baskonia. La gloria estuvo a un tiro de Adams que se salió de dentro. No hay nada que reprochar al equipo porque tuvo contra las cuerdas al equipo comandado por el sherpa más conocido de la Euroliga, y que estuvo en varias fases del partido sin acertar con la tecla. Felicitar al equipo por su gran trabajo.