nueva york - “Welcome to the jungle”, diría Axl Rose. La jungla espera a su fiera más feroz. Tiger Woods está a punto de reaparecer. Tal vez no sea el mismo que hace 20 años, son demasiadas las dudas sobre su estado físico y su capacidad para intimidar a los nuevos reyes del green, pero es imposible no mostrar respeto al ganador de 14 grandes.
La noticia saltaba la semana pasada cuando la revista Golfweek anunciaba que Tiger Woods se ha inscrito en el US Open, que se disputará en la segunda quincena de junio en el Oakmont County Club. Este dato, corroborado después por la PGA, ponía fin a una cadena interminable de especulaciones sobre cuándo saldría Tiger de la cueva. El jugador norteamericano no coge una herramienta en torneo oficial desde agosto de 2015, cuando terminó décimo en Wyndham, Carolina del Norte. El mes siguiente se sometió a una operación de espalda que no obtuvo el resultado esperado y en octubre Woods volvió a pasar por el quirófano para someter a su espalda a la que era ya su tercera operación. Y a partir de ahí, silencio. Hasta ahora.
El halo de perfección de Tiger Woods se extinguió hace años. Su última gran victoria data del US Open de 2008. Ha llovido mucho desde entonces. Sobre todo escándalos. También parece quedar lejos aquella funesta noche en la que estrelló su Cadillac Escalade contra un árbol. Aquello destapó una importante riña con su mujer, furiosa por descubrir una infidelidad del golfista. Dos meses después, en diciembre de 2009, el deportista anunció una retirada temporal de la competición para dedicarse en exclusiva a su familia. El paréntesis duró cuatro meses, ya que reapareció en abril, en el Masters de Augusta, previo paso por una clínica para tratarse de su adicción al sexo. Pero a partir de ahí un agujero negro se tragó el prestigio y el mejor golf de Tiger. De los bunker de arena empezaron a salir mujeres confesando haber tenido relaciones extramatrimoniales con el jugador. Hubo un momento en el que parecía que en EEUU no había una sola rubia a la que Woods no hubiera seducido.
Las lesiones terminaron de minimizar el potencial del hombre que ha sido 683 semanas el número uno de la PGA. En 2015, con la espalda torturándole, no consiguió pasar el corte del US Open, mejorando los números de solo otros siete participantes. Ahora es precisamente el torneo que ha ganado en tres ocasiones el que puede devolverle a la acción. Hubo quien le esperaba para el reciente Masters de Augusta, pero el pasado 2 de abril, a través de su página web, hizo pública su renuncia. Woods decía no estar todavía físicamente preparado para competir: “Jugar en Augusta no sería la mejor decisión. Tengo que ser cuidadoso y hacer lo mejor para mi salud y para mi carrera a largo plazo”.
gran expectación El mundo del golf, especialmente en Estados Unidos, espera su reaparición. En las redes sociales colgó hace unas semanas un vídeo en el que se le veía practicando con un hierro en un simulador. Su golpeo y su gesto parecían ser halagüeños. Incluso Woods se atrevió a confesar en una entrevista que ya estaba jugando sin sentir dolor en su maltrecha espalda. La inscripción en el US Open no le obliga a participar en él. De hecho, Tiger ya se inscribió en este torneo en 2014 y después renunció por sus problemas de espalda. Pero las buenas vibraciones de las últimas semanas hacen que la expectación se haya disparado. La semana pasada Woods no dudó en completar cinco hoyos en la apertura del primer campo en el que ha colaborado para su diseño, el Bluejack National. Advirtió a los presentes de que no sabe cuándo volverá, pera ya se especula con que podría reaparecer antes del US Open. Se apuntó al Wells Fargo Championship de esta semana, pero ayer mismo el jugador lo descartó. Ahora las miradas están puestas en The Players Championship, diez días después.
Ni siquiera su amigo Michael Jordan ha podido esquivar las preguntas sobre el posible retorno del golfista. El exjugador de baloncesto confesó recientemente en una entrevista que está preocupado por Woods. “Creo que está cansado. Creo que realmente desea retirarse, pero no sabe cómo hacerlo y no creo que quiera dejarlo estando donde está ahora. Si pudiera ganar un torneo importante y dejarlo, lo haría, eso creo. La cosa es que le quiero tanto que no puedo decirle ‘no vas a volver a ser el mejor”. Hoy en día Tiger Woods es el 499 del ranking mundial.