KEPA Acero es un surfista poco común. Diferente. Empezó en esto de las olas porque a su hermano Eneko le regalaron una tabla que, años después, él heredó. Y con ella comenzó a pasar horas en la playa. El pequeño de los Acero apuntaba maneras para llegar a ser profesional, de hecho, su desparpajo en el mar llamó la atención de unos cuantos patrocinadores que le ayudaron a entrar en el circuito internacional. Sin embargo, cuando parecía que la vida del getxotarra comenzaba a resolverse, decidió dejar la competición: “Tenía 18 años y había viajado mucho, pero no había visto nada más que las olas de cada torneo. Una y otra vez las mismas olas”. Así, Kepa quitó las pegatinas de su tabla, llenó de ropa su mochila y decidió ver mundo. Indonesia, Angola, La Antártida, Namibia, Alaska, Gabón... son algunos de los lugares que el getxotarra ha visitado en busca de olas desconocidas que casi nadie ha surfeado antes. Y ya está pensando en nuevos destinos con los que continuar su aventura: Las Galápagos, Islandia y, de nuevo, África. Pero antes, el más joven de los Acero hace una parada en casa para reponer fuerzas y exponer los vídeos con los que documenta todo lo vivido. Los relatos audiovisuales que ahora le dan de comer.
Porque en la sociedad actual, lo que no se ve, no existe. Así que Kepa se lanzó a la aventura de filmar todos sus viajes, no solo la olas, sino también a las personas que se encontraba y las aventuras -y a veces desventuras- que le ocurrían hasta llegar al tubo que tanto buscaba. Así comenzó su primer proyecto Cinco olas, cinco continentes, que le llevó por todo el mundo en busca de paredes saladas ajenas a la globalización de este deporte. Las visualizaciones se multiplicaron y cada vez más aficionados de todo el mundo se engancharon a la vida del getxotarra. Una vida que, desde que cambió al free surfing, siempre se ha movido por el mismo lema: “El objetivo son las olas, pero lo importante es el camino”. Y es que el pequeño de los Acero conoce el surf desde el otro lado. Ajeno a los focos de la competición, Kepa ha surfeado en los lugares más remotos del planeta, aquellos en los que la vida humana escasea y la riqueza brilla por su ausencia. Y eso es lo que tanto atrae de sus expediciones.
“Suelo llegar a los lugares con la poca información que encuentro en Internet y, después de disfrutarlos, los dejo igual. Nunca digo su localización, no por ocultar la información, sino para que el resto de surfistas aventureros disfruten también del proceso de encontrarla”, explica Kepa. Mantener la magia, eso es lo que quiere el rider getxotarra que puede presumir de haber surfeado junto a focas y pingüinos. Junto a ballenas tan grandes que hacían vibrar el mar con solo respirar. E incluso de haber sido el hombre que llevó este deporte a una pequeña localidad africana cuyo nombre prefiere guardarse: “Era la primera vez que veían una tabla y para ellos ver a un hombre caminando sobre el mar era algo nuevo. Así que a la noche hicieron una fiesta y todo”. También ha disfrutado de paredes saladas a temperaturas tropicales y a unos gélidos -2 grados, sin más compañía que los blancos icebergs. Por eso, aunque en el viaje a La Antártida no logró coger ola alguna, “será un baño que nunca olvidaré”. Así es Kepa, un hombre que intenta pisar donde nadie ha llegado y, si no lo consigue, se queda con lo bueno del camino.
nuevos proyectos Kepa Acero ha viajado por medio mundo. Pero en vez de pararse y descansar, ya planea conocer el otro medio. Así, con dos años por delante de contrato con los patrocinadores, el surfista getxotarra ya ha puesto a Las Galápagos como su siguiente destino. Quiere seguir encontrando aquellos parajes sagrados para los surfistas. Sitios solitarios con olas vírgenes y perfectas. Por ello, reconoce que “no me planteo dejar esto”: “Es complicado explicar por qué nos hacemos miles de kilómetros para estar un segundo dentro de un tubo. Pero es que en ese segundo, el mundo se para. Y luego te pasas el resto de la vida buscando la misma sensación, sabiendo que existe una ola mejor, un tubo más largo, y que tú solo tienes que encontrarlo”.