Vitoria ? Hay heroínas anónimas cuyos triunfos producen orgullo y siempre quedarán para el recuerdo por mucho que puedan llegar a ser unas desconocidas para el público en general. El atletismo alavés asistió a finales de la década de los 70 y primeros de los 80 a una brillante generación de competidoras. Retiradas desde hace años, madres y casadas en bastantes casos y volcadas en otros menesteres en la vida con el fin de ganarse el pan, en la actualidad realizan las típicas rutinas de cualquier persona de la calle. Como el destino les condujo a dos de ellas lejos de la capital alavesa y viven a bastantes kilómetros de distancia, es precisamente ahora en navidades una de las contadas épocas del año en que pueden juntarse y rememorar con nostalgia aquellas exigentes sesiones de trabajo que acabaron convirtiéndolas hasta en seis ocasiones en las reinas del cross a nivel estatal.
DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha reunido bajo una misma mesa a estas seis atletas que se proclamaron campeonas de la especialidad entre 1977 y 1981. Se llaman Carmen Manzanos, Izaskun Martínez, Rosa Adela Martínez, Dolores Fernández, Yolanda Pellejero, Ana García de Andoin y Laura Laborda, un equipo histórico que liderado por la carismática Maite Zuñiga marcaría un antes y un después en el atletismo de la provincia en una especialidad que adolece hoy en día de grandes referentes en féminas. Pese a que las siguientes generaciones amenazaron con prolongar su racha de éxitos, a la postre se mantienen como las solitarias vencedoras por equipos en un Campeonato de España.
Tuteladas por Víctor Clemente, por entonces su profesor de Educación Física en el colegio Miguel Unamuno que trazó un exitoso plan de entrenamientos con el fin de que volaran sobre el barro ?competían sobre una distancia que oscilaba entre los 3 y 5 kilómetros?, su primera alegría tuvo lugar en Burgos en 1977 siendo aún unas adolescentes. En los años posteriores llegarían cuatro títulos más como cadetes (Cáceres en el 78, Almería en el 79, Cartagena en el 80y Granada en el 81; éstos dos últimas con Escolapias). En el 79, además, también se alzarían con el título de campeonas de España en Madrid en categoría juvenil defendiendo los colores del Aurrera.
El atletismo era durante aquellos años un hobbie perfecto para ser compatibilizado con los siempre imprescindibles estudios. Conscientes de que sería muy difícil ganarse la vida exclusivamente con esta modalidad tan poco valorada y terriblemente sacrificada, siempre le concedieron una importancia vital al hecho de acabar una carrera. De ahí que separasen sus caminos antes de lo que hubiesen querido y muchas de ellas ni siquiera pudiesen alcanzar el profesionalismo. Eso sí, atrás quedó una preciosa etapa de su vida que las ha marcado para siempre y les ha permitido forjar una entrañable amistad, algo que ha comprobado este periódico en primera persona durante un par de horas repletas de anécdotas y curiosidades.
distinción de cuerda Parece que no han pasado más de tres décadas desde entonces porque los recuerdos se agolpan encima de la mesa en medio de un tono jocoso y distendido. La gran ausente es Maite Zuñiga, todavía pasando las navidades en Madrid y que hasta el día 30 no podrá reunirse junto a ellas en Vitoria. “Éramos ante todo un grupo de amigas y parte de nuestro tiempo libre lo dedicábamos a hacer atletismo. Nos divertíamos y sufríamos juntas”, recuerda Yolanda, una de las que seguiría en activo más tarde proclamándose campeona de España junior de 800 metros, aficionada en la actualidad al pádel y vendedora de zapatillas en un centro comercial. Alguna de ellas ni siquiera sale a correr ya y otras reconocen abiertamente que únicamente trotan, pero a otras les sigue picando el gusanillo eso de calzarse las zapatillas para no perder la forma física. “Después de estar en el Aurrera, me marché un año a otro club ubicado en Madrid y pude comprobar que no había el mismo ambiente, ni tampoco idéntica unión ni química entre las compañeras”, puntualiza Izaskun, una de las más dicharacheras que reside actualmente en Barcelona al ejercer como profesora de interpretación en una escuela de cine.
Apenas existe constancia hoy en día de sus victorias más allá de las fotografías inmortalizadas en los libros del colegio Miguel Unamuno, pero en su día sí tuvieron el reconocimiento y la notoriedad que merecían tanto en los periódicos como por parte de las máximas autoridades. El alcalde de aquella época, José Ángel Cuerda, las distinguió con un Celedón y las recepciones en el Ayuntamiento y la Diputación se sucedían cada vez que obtenían un éxito. También fueron reclamadas en una ocasión para un programa de Televisión Española bautizado como Torneo, en el que cada una de ellas debió completar una prueba por sorpresa. “Con 11 años salir en la tele era lo máximo e hizo que nos engancháramos todavía más”, confiesa Rosa Adela, que trabaja en el colegio Federico Baraibar.
carreras con martín fiz No sólo se prodigaron con sus viajes por la geografía estatal, sino que también tomaron parte en tres Campeonatos Internacionales para escolares celebrados en Austria, Francia e Irlanda. Incluso debieron acudir durante los días previos al Centro de Alto Rendimiento de Madrid para poder estar a la altura en dichos eventos. “Viajábamos solas y eso nos dio la madurez necesaria para enfocar nuestras vidas por el buen camino”, coinciden muchos años después. Al margen de ser unas aplicadas niñas que se volcaban en los estudios, el atletismo era su otra gran pasión a la que daban rienda suelta cada vez que se presentaba la oportunidad. Incluso no dudaban en hacer unos kilómetros de más junto a una leyenda como Martín Fiz, que también estaba matriculado en Unamuno.
“Todo el día hablábamos de marcas, jugábamos a correr y estábamos con el chandal puesto. Existía una competitividad sana entre nosotras”, desgrana Lola, una realizadora de Antena 3 que trabaja codo con codo junto al mismísimo Matías Prats. “Las zapatillas nos las pagaba el colegio y los viajes, la organización de los campeonatos. Salvo aquella vez que pudimos organizar un viaje de fin de estudios a Mallorca, no veíamos un duro. Pero el atletismo nos lo ha dado absolutamente todo y una mejor juventud. Te da optimismo para la vida”, se congratula Carmen, otra trabajadora en el colegio Ramón Bajo y, al parecer, la que más bromas sufría en el grupo. Como aquella vez que sus compañeras la obligaron a correr con unas zapatillas de color diferente. En el caso de Ana, que se gana la vida en la fabrica de Helados Nestlé de Araia, sus comienzos tuvieron lugar en Reyes Católicos, pero pronto se cercioró dónde podría encajar mejor. “Enseguida me pegué a éstas porque, si digo la verdad, eran geniales. Yo lo tuve que dejar a los 18 años porque para todo no me daba el tiempo”, remarca. Juntas hicieron historia para el cross alavés, pero de lo que más orgullosas se sienten es de seguir conservando una amistad eterna.