El Gorbea más solidario
Discapacitados y deportistas se unen para situar la montaña al alcance de todos
Vitoria - Las montañas se han convertido, desde siempre, en irrefrenables polos de atracción para el ser humano, empeñado en poner a prueba sus capacidades para tratar de alcanzar su cima. No importa el esfuerzo ni el sacrificio necesarios. Lo verdaderamente importante es entregarse al máximo por el objetivo para poder disfrutar del premio de la cumbre -en el mejor de los casos- o, como mínimo, de la satisfacción de haberlo dado todo en el intento. Una experiencia perfectamente extrapolable a la vida cotidiana y que el pasado fin de semana se convirtió en una preciosa metáfora en el Gorbea. Y es que el monte más elevado de la provincia se convirtió en el epicentro de una iniciativa que reunió desafíos deportivos y humanos a partes iguales y que demostró, una vez más, que no existen obstáculos insuperables si de verdad se desea dejarlos atrás. De esta manera, bajo el paraguas de las 24 Horas Solidarias en el Gorbea, un numeroso grupo de valientes protagonizó una de las jornadas más emotivas que se recuerdan con el binomio solidaridad y montaña como protagonista.
Varias eran las alternativas que ofrecía el programa que arrancaba a las doce del mediodía en la localidad de Murua. Por un lado, el reto de intentar batir el récord de ascensiones ininterrumpidas durante un día completo, por otro, facilitar que personas discapacitadas pudieran disfrutar de la subida hasta el punto más alto y, por último, una ascensión popular abierta a todo el mundo en la que, al margen de los atractivos propios de la ruta, poder empaparse de las ingentes dosis de superación personal que se mostraban por el camino.
Como por ejemplo las ofrecidas por Uxue y Fernando, los dos discapacitados que completaron los más de dieciséis kilómetros que separan Murua de la cruz del Gorbea transportados en sus respectivas sillas de ruedas. Y, claro está, las de los guías y voluntarios que les ayudaron a poder cumplir con este sueño.
Yosu Vázquez, uno de los promotores de esta jornada a través de la asociación Montes Solidarios, todavía lo recuerda con emoción. “Fue precioso. Ella es una niña de once años y él un chico de Donosti. Cuando llegamos arriba la verdad es que todos estábamos llorando de la alegría”, explica.
Y eso que el camino no es ni mucho menos sencillo. “Van en unas sillas especiales que están enganchadas a un guía por delante que es el que tira de ella y a otro por detrás que la dirige con una especie de manillar especial para conseguir que el discapacitado esté siempre en posición horizontal. Con Uxue fue más sencillo porque es pequeñita pero Fernando es grande y está por encima de los 90 kilos y la verdad es que en algunos momentos nos costó algo más para que no se moviera. En los tramos más complicados se ponían otras personas a los lados y así pudimos subir y bajar disfrutando”, explica. El domingo estaba previsto que repitieran la experiencia otras dos personas pero el empeoramiento de la climatología motivó que tuvieran que contentarse con dar un paseo por la zona sin completar la subida para evitar algún posible accidente.
Otros de los protagonistas del día fueron los integrantes del equipo inclusivo del Gaztedi y de la asociación Down Araba Isabel Orbe que completaron el recorrido y los dos invidentes que demostraron que también sin visión se puede disfrutar de la montaña.
Agarrados a una barra junto a otras dos personas (una delante y otra detrás) que ejercen de guías, pudieron alcanzar sin problemas la cumbre y sentir -como todos los participantes- el cálido apoyo que les brindaron las muchas personas que se acercaron para apoyar esta iniciativa solidaria e integradora. En principio iban a ser tres los invidentes participantes pero a última hora uno de ellos no pudo acudir y eso permitió poner en marcha otra experiencia. “Como estaba preparada la barra, preguntamos si alguien se animaba a vivir lo que se sentía subiendo al monte sin ver y una chica quiso probar. Se puso un antifaz y fue ayudada por los guías hasta arriba. Para bajar le cedió el testigo a un amigo y la verdad es que para ellos fue algo también muy bonito”, recuerda Yosu Vázquez.
En lo estrictamente deportivo -quizás lo menos importante de toda esta jornada-, los participantes consiguieron nada menos que doce ascensiones al Gorbea a lo largo de las 24 horas y dándose relevos. Una marca que está siendo registrada en estos momentos y un esfuerzo con el que quisieron contribuir a demostrar que la montaña debe estar al alcance de todos.
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