Vitoria - Aproximadamente 6.000 kilómetros separan las localidades de Ponferrada y Richmond. Una distancia más que considerable pero que, sin embargo, queda reducida a la mínima expresión para Imanol Estévez. Porque el ciclista vitoriano ha conseguido que ambas se hermanen y compartan ubicación, al menos sentimentalmente, en su corazón y en su cabeza. El motivo resulta fácilmente comprensible. La ciudad leonesa y la estadounidense son el escenario de los dos últimos mundiales de ciclismo, los dos con la más que merecida presencia del alavés sobre el asfalto.

Hace ahora exactamente un año, Estévez vivió su bautismo en esta gran competición después de haber dominado con mano de hierro el calendario aficionado. Sin embargo, en la cita berciana acusó el hándicap de competir contra rivales del pelotón profesional y el fuerte ritmo impuesto le llevó a abandonar al verse sin opciones en el penúltimo paso por meta. Ahora, la situación ha cambiado. El vitoriano vuelve a participar en la prueba de fondo de la categoría sub’ 23 pero llega a este epílogo de la temporada con mucha más experiencia tras haber dado el salto el pasado verano de la mano del Murias Taldea. Es verdad que el triunfo se le ha resistido en su primer ejercicio con los mayores pero el corredor alavés lo ha rozado en varias ocasiones -brillando especialmente, por ejemplo, en el prestigioso Tour del Porvenir- y afronta este Mundial como una ocasión inmejorable para poner la guinda a una temporada en la que ha continuado con su notable progresión.

Acostumbrado ya a las carreras con una buena ración de kilómetros en su libro de ruta, Imanol -que se encuentra en la localidad estadounidense desde hace una semana- llega a esta competición en un óptimo momento de forma y no renuncia a nada. “Me encuentro bastante bien de forma. Acabé el Tour del Porvenir a tope y creo que he podido mantener ese punto. Fui a correr a Valencia para no estar tanto tiempo parado y espero tener un buen día”, explica. Aunque en una cita tan impredecible como es un Mundial resulta complicado establecer estrategias -más aún cuando la selección española únicamente cuenta con cuatro integrantes-, el del Murias considera que el recorrido diseñado por la organización puede adaptarse a sus condiciones.

“Para ser un Mundial no es demasiado largo, se queda en algo más de 160 kilómetros y tiene unos repechos bastante duros al final del circuito pero que no son excesivamente largos”, detalla. Claro que el trazado también cuenta con una trampa muy poco habitual en una competición de este tipo y que puede acabar convirtiéndose en el juez de la misma. “Han incluido dos tramos de pavés por los que habrá que pasar en las diez vueltas que se dan al recorrido. Aunque no son muy largos siempre añaden peligro y es una incógnita cómo pueden afectar. Lo que está claro es que habrá que ir siempre muy atentos cuando pasemos por ellos”, reflexiona.

En definitiva, la carretera será, como siempre, la encargada de dictar sentencia cuando aproximadamente al filo de las once de la noche de hoy viernes (horario español) concluya la el Mundial de fondo en carretera en categoría sub’ 23. Si es capaz de mantenerse hasta los últimos kilómetros entre el grupo que comande la prueba sin duda Imanol Estévez tendrá opciones de pelear por un puesto de privilegio.

Sea cual sea el desenlace, en cualquier caso, lo que es seguro es que la experiencia le servirá para continuar progresando y encarar la próxima temporada con aspiraciones renovadas. Tras la explosión de Mikel Landa durante este 2015, el Comandante Estévez aspira a seguir añadiendo galones para acompañar al zuyano como máximos representantes del ciclismo alavés.