el sábado, 11 de mayo de 1985, la ciudad de Bradford, en el condado de Yorkshire, se había vestido de gala para homenajear al equipo de la ciudad, que tras una brillante temporada había obtenido el ascenso a Segunda División. En aquel último partido de liga, contra el Lincoln, el Bradford City recibió el trofeo de campeón en el estadio Valley Parade, ante más de 11.000 seguidores. Sin embargo, poco antes de llegar al descanso, la grada principal del estadio, toda de madera, se convirtió en un infierno. El fuego se tragó toda la estructura en solo cuatro minutos, dejando sin posibilidad de escapar a miles de aficionados. 56 espectadores fallecieron y más de 200 resultaron heridos. Tres décadas después, todo el fútbol inglés recordó a las víctimas. Este fin de semana, se ha guardado un minuto de silencio antes de todos los partidos, desde la Premier League a las ligas locales. En Bradford se han organizado varios eventos para que las víctimas no caigan en el olvido y recordar la ola de solidaridad creada tras el desastre.

Un grupo de seguidores del Bradford City, en colaboración con el club, se encargó de organizar todos los actos programados para recordar la tragedia. Su responsable, Alan Carling, explica que la huella dejada en la ciudad por el incendio fue tremenda: “La gente aún recuerda cómo ellos o algún familiar estuvieron en Valley Parade aquel día, cómo observaron la tragedia; para muchos fue el peor día de sus vidas”. La televisión local emitió el partido en directo, difundiendo las imágenes por toda la ciudad en cuestión de minutos. La conmoción fue inmensa. Sin embargo, en los actos de memoria, el club pide “dignidad para las víctimas y contención”.

El incendio de Bradford fue una de las mayores tragedias de la historia del fútbol británico pero, a su vez, fue algo que se veía venir. La grada era de madera y bajo ella se acumulaban toneladas de basura, colillas y desperdicios que la gente tiró durante años por los huecos de la escalera sin que nadie se encargara de limpiarlo. La llama de alguna colilla mal apagada encontró aquel 11 de mayo el combustible perfecto, provocando un terrible incendio, oculto bajo la grada, que no se descubrió hasta que fue demasiado tarde. “La grada era como una caja de cerillas, una llama bastó para arrasar todo”, explica Alan Carling. “En aquella época había una cultura de dejadez en los estadios, pudo haber ocurrido en cualquier campo británico y tocó en Bradford”. Por miedo a los hoolingans, que en los 80 eran un grave problema en el fútbol inglés, los extintores se habían retirado y las puertas de acceso estaban bloqueadas. Muchos fallecieron atrapados y el fuego se expandió con tanta rapidez, que algunos cadáveres se encontraron aún sentados en sus localidades. Niños y ancianos fueron los colectivos peor parados.

La mala suerte se cebó con Valley Parade aquel día. La grada que ardió había sido ya calificada como obsoleta y peligrosa y el proyecto de derribarla para construir una nueva estaba en marcha. “El material de obra había llegado ya, iban a empezar los trabajos aquel lunes”, lamenta Carling.

Ola de solidaridad La mayoría de los supervivientes huyeron por el césped, gracias a la valiente ayuda del resto de espectadores. “Hubo muchas muestras de heroísmo -explica Carling-, y la policía actuó con diligencia, alejando a las víctimas de las llamas”. Varios espectadores que escaparon con sus ropas en llamas sobrevivieron gracias a la gente que les asistió, apagando el fuego con chaquetas o lo que encontraban. Los vecinos ayudaron a escapar a quienes se agolpaban en las puertas de salida. La comunidad originaria de Bangladesh, mayoritaria en el barrio, estará debidamente representada en los actos de recuerdo, como reconocimiento a la gran ayuda prestada.

“La palabra clave para describir la reacción de toda la gente es solidaridad”, destaca Alan Carling, “esa solidaridad es el componente más emotivo del desastre”. “En los meses siguientes, Bradford se convirtió espontáneamente en una comunidad unida, se estableció un fondo de solidaridad y se recaudaron millones de libras”. La ayuda recibida alivió el sufrimiento de las familias más golpeadas por la tragedia, “la solidaridad se inició en el mismo estadio y se extendió como una oleada”. Aún así, muchos supervivientes sufrieron un daño irreparable, “algunos no han querido volver al campo e incluso hay quien no puede oír hablar de aquel día”. No fue la primera gran tragedia del fútbol británico, tampoco la última, pero la de Bradford golpeó especialmente a los aficionados, según Carling: “El desastre pareció haber salido de la nada, fue horrible, Bradford tardó largo tiempo en asumir la inmensidad de lo ocurrido”.

El incendio de Valley Parade fue el inicio del mes más negro del fútbol, mayo de 1985. El punto final de aquel mes se puso en el estadio de Heysel, el día 29, donde 39 aficionados, la mayoría de la Juventus, fallecieron aplastados en una avalancha provocada por el comportamiento violento de la hinchada del Liverpool. La seguridad en los estadios se convirtió en una prioridad. El propio Valley Parade ha sido remodelado siguiendo todas las directrices de seguridad. “Las mejoras nos aseguran que nada parecido al desastre de Bradford volverá a ocurrir”, explica Carling, “pero no hay que olvidar que nuestra seguridad actual se basa en parte en el sufrimiento de aquellos que se vieron involucrados en el incendio de 1985”.

Actos de recuerdo Año tras año, el último partido liguero de la temporada en Valley Parade se inicia con un minuto de silencio en recuerdo a las víctimas. Este año, debido a que se cumplen 30 años de la tragedia, todo el fútbol inglés se ha unido. Desde las estrellas de la Premier League hasta los aficionados de las ligas locales, todos los partidos que se disputaron este fin de semana fueron precedidos por un emotivo minuto de silencio. La federación, las asociaciones de jugadores y los principales grupos de aficionados se unieron a la iniciativa.

El día del aniversario, el 11 de mayo, se celebrará en Valley Parade el tradicional acto de recuerdo. Asimismo, se han organizado diversos eventos como exposiciones, recogidas de fondos, torneos de fútbol y festivales. Un grupo de aficionados inició el viernes una marcha a pie hasta Lincoln y volvió ayer, también andando, justo a tiempo para presenciar el Bradford-Barnsley, tras una caminata de 260 kilómetros. No hay que olvidar que dos víctimas de la tragedia eran seguidoras del Lincoln City. “Una representación de Lincoln siempre es invitada a nuestros actos -aclara Alan Carling-, el desastre ha creado un lazo entre ambos clubs y ambas ciudades”.

Tres décadas después, el recuerdo de la tragedia no se ha atenuado aunque Carling admite que cada vez será más difícil mantener vivo el recuerdo entre los jóvenes, entre aquéllos que no habían nacido cuando ocurrió el desastre. “Se ha debatido mucho sobre la mejor forma de informar a las jóvenes generaciones, creemos que será posible si lo abordamos con la actitud correcta”. Carling destaca el esfuerzo de FYSA, un grupo de teatro juvenil que ha producido una obra sobre las 56 víctimas, llevando a escena el testimonio de supervivientes y testigos del incendio. “Quienes han visto la obra afirman que se han emocionado profundamente, ello demuestra que es posible explicar lo ocurrido en 1985 a personas de todas las edades”.