“¿Usted no me ofrece mate?”. Los actos del centenario del Parma incluyeron a comienzos del pasado mes de febrero una visita al Vaticano. Toda la plantilla, perfectamente engalanada para la ocasión, se presentó en la Basílica de San Pedro a primera hora de la mañana. Hubo tiempo para sacarse fotos con los miembros de la Guardia Suiza, para visitar diversas estancias mientras se hacía tiempo para el plato fuerte de la jornada: la audiencia con el Papa Francisco, programada para las 12.30 horas del mediodía.
Evidentemente, como buen uruguayo, Walter Gargano (23-VII-1984, Paysandú) se llevó bajo el brazo su termo con mate para compartirlo con su compañero Gabriel Paletta, argentino de nacimiento aunque ahora mundialista con Italia. Llegó por fin el momento del encuentro con el Papa. Entró al salón donde le esperaba, perfectamente alineada, toda la delegación del Parma, saludó sonriente a todos sus componentes, se produjo la entrega de presentes (distintivos del club, merchandising e incluso quesos) y en un momento dado Francisco reparó en la presencia de Gargano. Ahí se acabo el protocolo.
“Resulta que cuando entramos, el presidente le estaba entregando los regalos y yo estaba tapado. En eso giro y el Papa me ve de costado. Le escuché que le dijo al presidente ‘no, no, muchas gracias’. Y me encara y me dice ‘Usted no me ofrece el mate’. ¡Bah! Quedé helado. Estaba con el mate desde las nueve y media de la mañana y le vimos a las 12.30 del mediodía. ¡Me quería morir!”, relató Gargano, centrocampista de marcado carácter defensivo, incansable perro de presa del combinado uruguayo, en El Observador de su país. Gargano había acudido a la audiencia con la ilusión de poder estrechar la mano del Sumo Pontífice, pero gracias al mate pudo tener una breve charla con él. En el vídeo que difundió el Parma, se comprueba cómo Francisco se dirige al jugador y, sonriente, señala el termo con el mate y le dice: “Solo un uruguayo es capaz de hacer eso”. Además, el Papa le recordó a Gargano que el presidente de su país, José Mújica, también llevó mate en su visita al Vaticano meses atrás.
Tal fue la sorpresa de Gargano cuando el Papa le pidió compartir su mate que su primera preocupación fue el estado de la infusión y del recipiente que llevaba varias horas compartiendo con Paletta. “Lo preparé y todo, estaba medio lavadito, pero se lo tomó igual, un fenómeno. ¿Qué le dije? Lo que me surgió espontáneamente en ese momento: ‘Usted sí que sabe tomar el mate, no dejó agua abajo”, recordaba el centrocampista en El Observador, al tiempo que añadía: “Salió el tema de la gente sudamericana que estaba en el club, se los presenté a todos y cuando terminó de tomar y me devolvió el mate la delegación empezó a aplaudir como si fuera algo importantísimo que yo le hubiera dado el mate al Papa. Son cosas que te quedan para toda la vida”.
“Mate para la historia. Inolvidable. Felicidad”, escribió en su cuenta de Twitter adjuntando una fotografía del momento el jugador, que guarda aquel mate y aquel termo como lo que verdaderamente son: un tesoro. “La bombilla y ese mate no se tocan nunca más. Se quedan para mí en una vitrina y no lo pienso mover”, ha asegurado, recalcando sentirse encantado por una experiencia vital que no mucha gente puede disfrutar: “Me han llamado de todos lados para hablar de esto pero me da un poco de vergüenza contarlo, porque van a decir que aprovecho para hablar del Papa”.
En lo profesional, Gargano vive en Brasil su segunda cita mundialista con Uruguay, selección con la que en 2011 ganó la Copa América. Formado en la cantera de Centellas de Paysandú, no fue hasta los 19 años cuando dio el salto al primer equipo del Danubio, club que en un principio se mostró reticente a su fichaje por su baja estatura (mide 1,68) pero que finalmente acabó rendido a su despliegue físico y capacidad de trabajo. “Hubo dudas con él, pero pronto vimos que él solo llenaba la cancha, no dejaba lugar vacío. Tiene 50 pulmones”, dijo de él Cholo Trueba, su entrenador en las categorías inferiores del club uruguayo. En 2007 dio el salto al Nápoles, aunque las dos últimas temporadas las ha jugado como cedido en el Inter y en el Parma. Está casado con la modelo eslovaca Miska Hamsikova, hermana del jugador del Nápoles Marek Hamsik.