Bilbao - Las calles de Abidjan, la ciudad más grande de Costa de Marfil, acostumbran a estar pobladas de niños descalzos que a base de dar patadas a un balón, de regatear rivales y chutar a porterías construidas con cualquier material imaginable, sueñan con un futuro mejor. Ese pasaporte hacia un porvenir alejado de la pobreza es el fútbol profesional, con Europa como tierra prometida y sinónimo de contratos millonarios. Son pocos los que consiguen convertir el sueño en realidad y uno de ellos fue Didier Zokora, medio defensivo reconvertido a central de 33 años que acaba de cerrar su etapa en el Trabzonspor turco y que cuenta a sus espaldas con un notable currículum con estaciones de paso en el Tottenham y el Sevilla, entre otras.
La infancia de Zokora no fue demasiado distinta a la de otros niños costamarfileños, aunque en su búsqueda de un porvenir mejor, de la excelencia para sobresalir entre el resto de aspirantes, contó con la inspiración de Armand, su hermano pequeño, fallecido a las pocas horas de que ambos alcanzaran la primera meta volante del recorrido hacia el éxito: su primer contrato como profesional.
El talento de los hermanos Zokora llamó muy pronto la atención de uno de los centros de formación más prestigiosos de Costa de Marfil, la academia del ASEC Mimosas creada por Jean Marc Guillou, un exfutbolista francés. Ambos coincidieron allí con los hermanos Yaya y Kolo Toure, Emmanuel Eboue o Salomon Kalou, entre otros. El centro, en cuya entrada se puede leer el lema Solo puedes convertirte en grande si sabes mantenerte pequeño, prepara física y técnicamente a estos proyectos de estrella. El derecho a jugar con botas hay que ganárselo a base de superar pruebas técnicas, siendo una de ellas cruzar un campo reglamentario de portería a portería en 45 segundos controlando el balón con la cabeza.
Sueño y desgracia Los Zokora fueron subiendo escalones y en 1999 llegó el momento soñado: el ASEC Mimosas les ofreció un contrato profesional. Didier tenía 18 años; Armand, 14. "Todos los fines de semana solíamos ir a una playa en Grand Bassam a bañarnos o simplemente a jugar. Esa semana teníamos muchas ganas de celebrar nuestro contrato. Armand no era un gran nadador y en un momento dado se separó del grupo y quedó atrapado por el oleaje. Murió ahogado sin que ninguno pudiésemos rescatarle", afirmó años después en el diario inglés The Independent.
"Fue el día más duro de mi vida", reconocía el futbolista, "son imágenes que me vienen a la cabeza constantemente desde entonces. Es por ello por lo que llevo tatuado su nombre en mi antebrazo. Él también era futbolista y desde entonces cada partido que juego sé que lo hago por los dos". Honrar a su hermano fallecido se convirtió en una obsesión para Didier desde ese trágico día, aunque en la fase más dolorosa del luto a punto estuvo de abandonarlo todo. No se veía con fuerzas para seguir adelante sin la compañía de aquel hermano con el que siempre compartía juegos y entrenamientos.
En esa complicada fase fue fundamental el apoyo que le prestaron sus compañeros, sobre todo Kolo Toure: "Yo quería dejarlo todo, pero me empujaron a seguir adelante. Kolo, Salomon, Emmanuel... no son compañeros de profesión, son hermanos", recuerda. Finalmente, Zokora salió adelante.
a Europa La guinda a sus seis años de formación -"en el plano deportivo te lo enseñaban absolutamente todo, empezabas aprendiendo a chutar, a cabecear y a pasar el balón y acababas con sistemas de juego", afirma- fue el curso 1999-2000 en el primer equipo y su nombre no tardó en llamar la atención de los clubes europeos. Fue el Genk belga el que le dio su primera oportunidad y durante sus cuatro años allí el centrocampista africano se convirtió en una auténtica institución. Pasó posteriormente al Saint Etienne francés, desde donde desembarcó en el Tottenham a los 25 años, en 2006. Su experiencia en tierras inglesas no comenzó con buen pie al caer enfermo de malaria y durante sus tres cursos allí no consiguió establecerse como titular inamovible.
En 2009 recaló en el Sevilla y dos años después fichó por el Trabzonspor, conjunto con el que acabó su relación el pasado abril. En el conjunto turco fue noticia hace dos años durante un choque ante el Fenerbahce al propinar una durísima patada en la entrepierna a Emre Belozoglu en una acción en la que el balón no estaba cerca. Dos meses antes, Zokora había acusado al turco de llamarle "negro de mierda" y "sucio negro", por lo que recibió dos partidos de castigo. Pero al de Costa de Marfil la sanción no pareció saciarle y se tomó la venganza. El árbitro solo le sacó una amarilla.
Su trayectoria deportiva está ya en su cuesta abajo, pero Zokora ha conseguido su otro gran sueño: convertirse en puntal de su selección, Les Elephants. Acumula 121 internacionalidades, en 2006 y 2010 lideró a su país a sus dos primeras participaciones en un Mundial y ahora, tras una breve retirada de la selección en 2012, espera poner un broche de oro a su trayectoria en Brasil. Y todo ello con Armand en el recuerdo.