vitoria - Forma parte de la interesante hornada de velocistas alaveses que viene pegando fuerte en los últimos tiempos junto a Unai Mena, Iraitz Azkarate o Naiara Ríos. Hacía años que no surgía en el territorio un velocista tan prometedor llamado a superar récords históricos como los sellados por Óscar Ibáñez o Egoitz San Miguel a finales del siglo pasado en las distancias más cortas del atletismo. Pues bien, Osmar Ruiz de Arcaute está predestinado a sus 21 años a convertirse en el principal exponente local de una modalidad que, más allá del impacto a nivel internacional de Iván Fernández, ha vivido durante excesivo tiempo una larga travesía por el desierto.

Tras igualar el pasado fin de semana en el 200 una marca que estaba vigente desde el año 1999 (21.96 segundos), se doctoró en el Campeonato de Euskadi de Donosti en la que ha supuesto, a su juicio, "la mejor carrera" de su todavía corta carrera deportiva. "Tampoco esperaba hacer una marca así. Mejorar casi dos décimas era impensable", desgrana el atleta del Zailu. La evolución del vitoriano está siendo meteórica en los últimos meses. Su mejor registro al iniciar la actual temporada al aire era de 22.29. En el Campeonato de Álava celebrado hace dos semanas, mejoró seis centésimas (22.23) y apenas siete días más tarde dejó el crono en 22.14 en el Trofeo Celigüeta.

Cuando parecía que estaba tocando techo, se superó hasta firmar un excelente 21.96 que ha sido la carrera más rápida protagonizada por un competidor alavés en este siglo. Eso sí, ahora ya no pone freno a su ambición. "Creo que tengo margen de mejora porque mis patas son largas (risas)", subraya el discípulo de Alicia Lagartos, que este fin de semana afronta una prueba de fuego en Bilbao ante varios atletas con registros mejores que los suyos. Si bien ahora está concentrado en el 200, tampoco descarta pulverizar la marca histórica alcanzada por Egoitz San Miguel en el hectómetro. Su 10.82, que continúa vigente prácticamente desde tiempos inmemoriales, también está al alcance de un Osmar -10.88 como mejor registro- que, de momento, ya ha conseguido la mínima para tomar parte en el Campeonato de España fijado en julio en la localidad de Durango.

La suya es una historia de superación. Conoció tarde su vocación para el atletismo, ya que a los 6 años comenzó a practicar el deporte favorito de cualquier niño: el fútbol. Se enroló en el Ariznavarra hasta que un buen día sus sueños estuvieron a punto de saltar por los aires. Con solo 13 años, una entrada criminal de un rival le rompió la tibia y el peroné. "Me pilló en una fase de crecimiento. Estuve parado desde diciembre hasta septiembre. Me recuperé, pero al volver no tuve buenas sensaciones en el contacto con el balón. No era lo mismo y luego la filosofía del entrenador era que sólo valía ganar. Como llevaba un año sin jugar, pensaba que no iba a hacer mucho y era un asiduo del banquillo. Perdí por completo la ilusión", rememora ese espigado atleta de 1,91 metros, del que los entendidos en la materia alaban "su físico impresionante" y su "capacidad de trabajo".

El fervor por el atletismo le entró con 15 años, aunque sus inicios no fueron fáciles con una lesión muscular en los isquiotibiales que ralentizó su progresión. "Me decían que era rápido jugando al fútbol y tenía punta de velocidad. Entonces, me picó la curiosidad de ver cómo respondía", aduce Osmar, que también protagonizó una incursión en el baloncesto gracias al influjo de un profesor del colegio (Sagrado Corazón) donde cursó sus estudios. Jugó un año como pívot en las categorías inferiores del Baskonia, pero pronto se percató de que debía regresar a sus orígenes. "Sabía que era muy difícil seguir y empecé a echar de menos el atletismo", justifica ahora el vitoriano, que lógicamente no descuida su formación y aspira a "estudiar IVEF o algún ciclo deportivo" por una razón bien clara. "Es muy difícil vivir del atletismo", razona con total sinceridad.

De momento, Osmar pone todo su empeño en triunfar en una modalidad que exige un incuestionable sacrificio. No en vano, se entrena cinco o seis días a la semana en Mendizorroza. Aunque es una hipótesis compleja, no descarta incluso en el futuro acudir a algún Centro de Alto Rendimiento si consigue dar un salto cualitativo sobre el tartán. "Por ilusión que no falte. Tendría que mejorar muchísimo para acudir a un Europeo. Me gusta ir paso a paso. Ahora me conformo con llegar a una final en el Campeonato de España. El que hace atletismo sabe lo que cuesta mejorar una décima. Es una barbaridad", recalca Osmar, cuyo espejo es el fibroso velocista francés Christophe Lemaitre, el único blanco que ha bajado de los 10 segundos en el hectómetro.