Duración: 1h 08:30 minutos de partido.
Saques: 6 de Retegi Bi (tantos 5, 8, 10, 11, 18, 20 y 21) y 2 de Idoate (tantos 1 y 7).
Faltas de saque: Ninguna.
Pelotazos: 341 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 11 de Retegi Bi y 10 de Idoate.
Errores: 2 de Retegi Bi y 5 de Idoate.
Marcador: 1-4, 6-5, 7-5, 7-6, 8-7, 11-8, 12-11, 14-12, 15-14 y 22-14.
Apuestas: Se cantaron de salida posturas de 100 a 80 a favor de Retegi Bi.
Botilleros: Ejercieron de botilleros Julián Retegi (con su hijo Julen) y Jon Idoate (con su hermano Mikel).
Incidencias: Partido correspondiente a las semifinales del campeonato Manomanista de Primera de la LEP.M disputado en el frontón Labrit de Iruñea. 1.000 espectadores. Lleno. El encuentro se tuvo que parar con el 8-7 durante quince minutos por problemas con la iluminación, que no afectaron al encuentro.
PAMPLONA - Julen Retegi lo consiguió: perpetuará la estirpe dentro de las finales del Manomanista. Pero genes aparte, esta final es suya porque se la ha ganado en la cancha y porque ha demostrado jugar como los ángeles, sabiendo leer partidos espinosos como el de ayer, la semifinal, y como el de Aimar Olaizola, quien aunque tocado puede suponer una pesadilla para cualquiera. Por algo viste de colorado por segundo año consecutivo. El planteamiento de un pelotari como Julen, exquisito sin la explosividad que derivó tras asomarse Juan Martínez de Irujo a la distancia, uno de los mayores artífices del cambio del mano a mano. ¿Qué fue del siglo XX? ¿Qué fue de andar por la cancha? Lo personificó el delantero de Eratsun, con unas piernas alegres y un golpe elegante, más cercano a la excelencia que al bloqueo partisano. En un encuentro que se intuía físico y en el que todo apuntaba a que la dureza de un Mikel Idoate en sintonía con el sufrimiento y el cable de funambulista Julen fue más en los momentos clave. Se recompuso el menor de la saga de Eratsun tras recoger un 0-4 de salida que apuntaba a semifinal calentita. Idoate, muy bien de derecha y que castigó con el sotamano, se puso delante en el marcador a base de trabajar. El txantrearra, competidor nato, dibujó su patrón de juego de salida: trabajar, trabajar y trabajar, buscando la pared para que Retegi no estuviera cómodo. Sin embargo, un error suyo con pelota franca, devolvió el saque al eratsundarra. Ya entonces el disparo inicial de Idoate no era todo lo incisivo que se esperaba, exceptuando el primero, con mucha intención y que murió con Retegi cuerpo a tierra en la pared.
Personalidad le sobra a Julen Retegi. Dinamita. Otro competidor. Que se encontró con un 1-4 de salida, pero que supo darle la vuelta. Calcó su guion. El de siempre. El de la honestidad consigo mismo y con quién es. En su ADN viene marcado un patrón inviolable a pesar de todo: a pesar de lo humano y de lo divino. Entre dos manos talladas por el trueno, cada pelotazo de Julen era una ventaja. Dio la vuelta al marcador sin reservas, jugando bien, justo, sobrio y teniendo a Idoate de recadista. Se lanzó al 6-4 de un tirón y el contador ya pasaba de los cien pelotazos.
Ya entonces daba sensaciones de control el eratsundarra, que acabó con ellas. E Idoate, una roca, parecía sufrir un bache. Normal, la batalla era magna y el premio, gigante. Entre valles, picos y demás asfaltó su camino Mikel, sin llegar a serenar su juego, sin opciones de dominar del todo. A tirones, empató en el séptimo cartón. Pero, en la siguiente ocasión, la fortuna le golpeó (8-7). Se fueron las luces del Labrit y el encuentro quedó varado sin opciones de mirar al cronómetro. Anclados en la cancha sin saber qué hacer, el ritmo de Julen e Idoate se frenó un cuarto de hora. El regreso fue duro. Pero, de nuevo, el sosiego y la falta de incidencia de la volea de Idoate dieron alas a Julen. Retegi vio la luz. Asimismo, dos saques consecutivos abrieron brecha. Se fue hasta el 11-7 y Mikel volvió a hacer la goma. La repitió con el 14-11. Y hasta ahí le duró el fuello. Tras dibujar un partido de complicada digestión, duro, uno de los grandes, con el graderío del Labrit lanzado por los suyos, Idoate sucumbió otra vez tras hacer lo más difícil, tras remar contracorriente hasta alcanzar a un adversario bien plantado y con más gasolina. Tres saques pusieron la puntilla al txantrearra (22-14).