bilbao (la casilla) - Cuarta victoria como profesional y segunda en tres semanas desde su reciente retorno a las 16 cuerdas. La del vitoriano Asier Molero comienza a resultar una de esas historias de orgullo y superación que amenazan con seguir dando que hablar mientras el cuerpo aguante. El sábado en el pabellón bilbaíno de La Casilla volvió a sentirse joven el vitoriano a pesar de la paliza que recibió por parte del ecuatoriano Carlos Caicedo, que tras lo visto en el ring en los primeros compases se intuyó vencedor por la vía rápida. Se equivocó. Tras los primeros intercambios de golpes, que dejaron varias heridas en el rostro de Molero, una prolongada serie de cañonazos por parte del vallecano llevaron contra las cuerdas al púgil de Lakua, que a duras penas podía aguantar además sus maltrechas rodillas. Así y todo ganó la esquina por su propio pie, lo cual le insufló cierto ánimo a la hora de soportar el tremendo castigo físico al que le estaba sometiendo Caicedo, cuya imponente presencia física impresionó a la grada desde el comienzo. Con la casi certeza de que Molero no pasaría del segundo asalto, se produjo el inesperado punto de inflexión. El de Lakua comenzó a crecerse a base de ganchos y crochets cortos en el cuerpo a cuerpo, y para el tercer asalto el público ya coreaba su nombre. Para entonces también, el árbitro había restado un punto a Caicedo por emplearse con codos y hombros, de lo que ya había sido advertido. En el cuarto y último asalto hubo momentos en los que Molero se movió, fintó y lanzó manos como si fuera un superwelter y no alguien que frisa los 90 kilos. Antes de la proclamación del vencedor por decisión unánime, el público, levantado, ovacionó al vitoriano en su cuarta victoria como profesional.