Vitoria. En su día pasaron por sus manos baloncestistas contrastados como Velimir Perasovic, Elmer Bennett y Luis Scola durante su intenso periplo de ocho temporadas como entrenador ayudante del Baskonia. Ahora, el cometido de Josu Larreategi es muy distinto y, posiblemente, también más entrañable con los más pequeños como receptores de su profundo conocimiento de todos los entresijos del juego. Pocos mejor preparados que que él, por lo tanto, para desempeñar el cargo de director de la escuela infantil del Club Ointxe, de donde quizá pueda surgir para el futuro alguna estrella predestinada a reforzar el engranaje del Laboral Kutxa.

Tras alcanzar las mayores cotas de profesionalismo en la entidad del Fernando Buesa Arena, para la que trabajó sin desmayo a lo largo de 16 años, este murgiatarra de 47 años -el próximo 26 de enero hará 48- ya se considera prácticamente un guipuzcoano de adopción. Tiene fijada desde hace tiempo su residencia en Escoriaza desde que lleva las riendas del Club Ointxe -más conocido como Mondragon Unibertsitatea, su patrocinador para los próximos tres años-, uno de los quince equipos que compiten en Primera Nacional, la quinta categoría del baloncesto estatal tras la Liga ACB, la Adecco Oro y Plata, y la EBA.

Baskonista declarado después de estar cuatro campañas a la sombra del ya fallecido Manel Comas, dos con Sergio Scariolo y otra con Julio Lamas, Salva Maldonado y Dusko Ivanovic, fue uno de las muchas personas que en 2010 engrosó la lista del paro cuando la empresa para la construcción en la que trabajaba, víctima de la crisis, se vio obligada a bajar la persiana. Dice un refrán que no hay mal que por bien no venga y Larreategi puede dar fe de ello. En el Club Ointxe, vinculado hace muchos años al Baskonia cuando se denominaba Urbina Malzaga -allí, por ejemplo, comenzó a foguearse un tal Jorge Garbajosa, además de Iñaki Gómez o Juan Pedro Cazorla- había empezado a ejercer como primer técnico, pero sus principales responsables deseaban ir un poco más lejos. "Ellos querían tener el club mejor organizado y profesionalizado. Lo primero que les dije fue que, para que los chavales pudieran cubrir poco a poco todas las etapas de formación, era imprescindible crear una escuela de baloncesto. Si no tienes la base, luego es imposible mejorar", recuerda ahora casi cuatro años después.

fomentar valores Toda su experiencia acumulada con algunos de los mejores entrenadores del Viejo Continente está enfocada ahora en los más pequeños. Bajo las directrices del director deportivo, Gorka Zurutuza, un total de 300 jugadores de toda clase de edades, de los que una treinta pertenecen al género femenino, integran el club no sólo con vistas a progresar en el díficil mundo de la canasta sino también adquirir unos valores en la vida. "Lo que intentamos transmitir a los entrenadores es que a los niños no se les educa a través del grito sino desde el conocimiento. Les fomentamos valores sanos. Una de las normas es que cada vez que lleguen al entrenamiento, lo primero es darle la mano al técnico, decirle buenos días. Ese contacto inicial hace que la relación sea más humana. Y en los partidos siempre debe imperar la deportividad con el rival. Aquí no discriminamos a nadie, sean gordos, flacos o descoordinados", desvela Larreategi, cuyos cometidos son muchos y variados. No en vano, también desempeña otras labores como la formación de entrenadores jóvenes mediante la realización de cursillos, instiga la mejoría de la técnica individual de los jugadores y organiza campus de verano en Mondragón y Zarautz.

La evolución de cada niño en los entrenamientos es seguida de forma meticulosa. Los ocho técnicos del club elaboran diferentes tests que dan pistas para luego consolidar las virtudes y pulir los defectos. Una vez cumplidos los 11 años, se produce el salto a otra categoría siempre que los padres no busquen otro camino para el porvenir de los jóvenes. El Ointxe abre la puerta a que un pequeño pueda permanecer más de dos décadas en sus entrañas, ya que todas las categorías disponen de sus equipos correspondientes. Concretamente, hasta que llegue a las 32 primaveras. Sus rectores no sólo favorecen su evolución como jugadores de baloncesto, sino también quieren inculcarles unos hábitos saludables que les conviertan en buenas personas.

"Los padres están encantados. Es una manera de tener al chaval controlado y de educarle desde la práctica del deporte. Esto también tiene un componente de salud y, al final es una forma de hacer una buena vida. A mí, el deporte me ha enseñado muchas cosas. No queremos que los niños estén mediatizados por nada ni robotizados", puntualiza Larreategi, colaborador habitual de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA y partícipe en su día de los grandes éxitos azulgranas durante la década de los 90 como la extinta Copa de Europa ante el PAOK griego o las Copas del Rey de Granada y Valencia.

Para las maltrechas economías familiares, la inscripción en la escuela no supone prácticamente ninguna carga adicional. Tras unos primeros años en que era gratuita, los padres deben afrontar ahora el pago de "una pequeña cantidad simbólica". Según precisa el gasteiztarra, una enseñanza "recta y rigurosa" es el único fin que persigue el Ointxe, un histórico club con 45 años de vida cuyo equipos de Primera Nacional se halla integrado exclusivamente por jugadores guipuzcoanos y que compite junto a otros 14 conjuntos del País Vasco y Navarra. Uno de sus rivales es el Fundación 5+11, filial del Baskonia.

El trabajo de Larreategi, en cualquier caso, no acaba aquí. Y es que el ejemplo de la escuela de baloncesto auspiciada en Mondragón ha sido seguido por otras localidades del Alto Deba como Aretxabaleta, Bergara y Aramaio. En todas ellas, se aplica la misma exitosa metodología de Mondragón con las pautas marcadas por quien fuera entrenador ayudante del Baskonia. El compromiso del club para promocionar el baloncesto en dicha zona también ha quedado plasmado recientemente con la organización del I Torneo de Navidad Villa de Arrasate en categoría junior masculino. La galopante crisis, de la que tampoco ha escapado el basket, obliga hoy más que nunca a los clubes a tirar de cantera y abre la puerta a los niños formados localmente. Merced a escuelas así, los más pequeños disponen de una oportunidad inmejorable para cumplir de mayor la vieja aspiración de jugar en ACB.