Duración: 56:07 minutos de juego; 9:15 de juego real.
Saques: 8 de Bengoetxea VI (tantos 2, 3, 5, 6, 11, 15, 16 y 17) y 4 de Martínez de Irujo (tantos 8, 13, 17 y 20).
Faltas de saque: 1 de Martínez de Irujo.
Pasas del Cuatro y Medio: 1 de Martínez de Irujo.
Pelotazos: 228 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 4 de Bengoetxea VI y 7 de Martínez de Irujo.
Errores: 10 de Bengoetxea VI y 6 de Martínez de Irujo.
Marcador: 6-0, 6-4, 9-4, 9-9, 9-10, 10-10, 11-10, 11-11, 12-11, 12-12, 12-13, 13-13, 13-14, 14-14, 17-14, 17-15, 18-15, 18-17, 19-17, 19-19, 19-20, 20-20 y 20-22.
Apuestas: De salida se cantaron posturas de 100 a 80 favorables a Bengoetxea VI.
Botilleros: Ejercieron de botilleros Asier García (con su primo Oinatz Bengoetxea) y Patxi Eugi (con Juan Martínez de Irujo).
Incidencias: Eliminatoria de semifinales del Cuatro y Medio de la LEP.M disputada en el frontón Astelena de Eibar. Lleno, con 1.250 espectadores en la grada. Fueron varios los rostros conocidos que se vieron ayer en el frontón eibartarra, como los del ciclista leitzarra Mikel Nieve, el exentrenador de Osasuna José Luis Mendilibar y el cocinero y empresario Karlos Argiñano.
EIBAR. Sin ser brillantes, expusieron las cartas sobre la mesa Oinatz Bengoetxea y Juan Martínez de Irujo tal y como esperaban desde las jornadas anteriores a la semifinal del Cuatro y Medio. Decían que iba a ser un duelo agónico, una eliminatoria rápida y dura, una cizalla para los pulmones, una prueba de fuego. Y el incendio, desde las gradas hasta los cimientos de un Astelena a rebosar, se produjo en la medida que los dos se afanaron en buscarse en los cuadros alegres sin atender a ningún plan, a ninguna moratoria, a ningún resquicio. Para llegar al límite, para morir en él, en la orilla. De ahí que los errores trufaran un partido jugado a alto voltaje; con mayor intención de romper y cortar que buscar la excelencia. Las bicicletas son para el verano escribió Fernando Fernán Gómez; para el invierno viene mejor un avión a reacción. O mejor, dos. Sin esperanza alguna de estrellarse en el intento, con la final del día ocho tatuada en la frente, en la quilla, de dos pelotaris atronadores, geniales en el despliegue, pero que alumbraron un partido tan tenso como complicado de digerir. Demasiados fallos, pero la velocidad es así. Más vale caer en la orilla que especular o gustar. Como kamikazes.
Y Oinatz Bengoetxea tuvo contra las cuerdas a su contrincante durante la mayoría del encuentro. Pero Irujo, un pelotari sideral física y mentalmente que ayer dio la sensación de ser un hombre sin un plan mayor que el de intentar reventarse los pulmones y las piernas largas de velocista que tiene antes de especular, fue el que tuvo la fortuna de alzarse con el triunfo mientras la moneda bailaba por el aire buscando apoyarse en el verde por alguno de sus costados. Por la cara o por la cruz. Y fue para Juan.
Despiadado Oinatz empezó sacando como una centella. Dándole velocidad al cuero. Y, de nuevo, como en cada una de las comparecencias de Irujo en este Cuatro y Medio, el de Ibero no estaba. Recluido en los cuarteles de invierno el iberoarra, el leitzarra comenzó la invasión. 6-0 de salida con cuatro saques, un saque-remate y un solo tanto peloteado, el primero, que arrebatado Bengoetxea se llevó al arrimar una pelota larga. Nada más. El resto, una de las pesadillas de Juan durante todo el Cuatro y Medio, aullaba frente a su cara.
No se quedó Juan. A pesar de que la cosa pintaba negra. Caminando entre el abismo, sugirió su plan: tutearse con el límite. Y Bengoetxea se asomó también. Los dos pelotaris comenzaron a buscarse delante y a forzar la máquina. Más madera. E Irujo carburó. Despertó. Y en la derecha no se le notaron demasiados problemas, excepto cuando sacaba, que él mismo admite que sigue haciéndolo "con miedo". Sujetos con los clavos de la tensión al suelo, la velocidad se convirtió en un arma arrojadiza que alumbró la primera igualada en el luminoso con el empate a nueve.
duro hasta el final Y la cosa se puso cruda. Oinatz e Irujo se pegaron una buena merienda en los saques, pero no en el resto de lances. Se esforzaron en reventar el cuero, la semifinal se endureció hasta límites insospechados y la línea entre el cielo y el infierno se volvió finísima. Tan liviana que se igualaron a partir de ese punto en el marcador los dos pelotaris en el 10-10, el 11-11, el 12-12, el 13-13 y el 14-14.
Después, el resto volvió a condenar a Martínez de Irujo. Aparecieron sus peores fantasmas. Acababa de pasar de la línea del cuatro y medio cuando el saque de Oinatz le atenazó los pulmones y la mano y lanzó al leitzarra a apenas cinco centímetros de meta. Se puso 17-14 con tres disparos certeros consecutivos. En total, Irujo encajó ocho, seis a bote y dos de aire. Apretó los dientes no obstante el gigante de Ibero ante un adversario que tampoco acertaba con el remate. De hecho, a Oinatz se le escaparon un par de ganchos y no gozó cruzando; marcó el remate, pero no terminó de cruzar. Así, se empacaron hasta el 19-17. Un tanto de 22 de pelotazos que acabó en azul con Juan arrebolado en la defensa hasta el límite puso el 19-19. Irujo acumuló un saque y se vio con distancias (19-20), pero se inmoló con una falta de saque muy corta. Se igualaron, pero Irujo, con más oxígeno, se metió en su sexta final de la jaula.