El Laboral Kutxa no pudo hacer buena la victoria cosechada la semana pasada en Vilnius. Lo ganado en tierras lituanas se perdió contra el Estrella Roja. Así es la competición. Con sus alegrías y sus sinsabores. La derrota del Panathinaikos en casa contra el Lokomotiv tampoco ayuda demasiado y deja más a las claras que va a ser un grupo muy igualado hasta el final, si nadie se deshincha antes. El equipo serbio fue muy superior físicamente, con mucho jugador atlético, con jugadores grandes que demostraron su poderío en ambos tableros. Las 12 capturas de más de los serbios así lo atestiguan. Era un partido donde se iba a necesitar hacer un despliegue físico importante en defensa, sobre todo por parte de los jugadores interiores, muy lejos de las características de los Bjelica o Pleiss. Scariolo, a sabiendas de esa inferioridad, intentó minimizar los problemas planteando defensas zonales. Pero además también se iba a necesitar ese poderío de fajarse y pegarse en ataque para anotar cerca del aro rival. El resultado final nos dice que Milko no pisó el tiro libre, y que entre Pleiss y Nocioni tiraron 6 tiros libres. Con este panorama la realidad decía que el equipo debía de estar inmaculado desde el perímetro y en tareas defensivas. En lo primero, en lo que se refiere desde más allá de la línea de 6,75 los porcentajes fueron horrorosos, anotando 2 de 18 con un 11% de acierto. Luego la segunda unidad tampoco en esta ocasión tuvo un papel protagonista, y sus números fueron similares a la segunda unidad serbia. Por lo tanto el equipo se tuvo que encomendar a la producción en el juego del pick and roll y a situaciones aisladas de transición y contraataque. En el baloncesto es muy importante el juego sin balón. El Laboral Kutxa contra el Estrella roja en el último cuarto cometió muchos errores porque los hombres sin balón no generaron nada. Hay equipos que están integrados por jugadores de gran talento ofensivo o con ventaja física que crean superioridades con relativa facilidad. Esa capacidad en vez de ser una virtud para el equipo atacante, ya que ha conseguido un desajuste defensivo, se convierte en un problema traducido a pérdidas de balón, mala selección de pases o malos tiros, debido a que no se saben aprovechar esas superioridades por el resto del equipo. No se mueven coordinados. Otros equipos, menos talentosos o con menos ventaja física, les cuesta más crear desajustes defensivos, pero una vez conseguido, son capaces mediante los conceptos del juego sin balón de sacar mucho rendimiento, y poner en apuros a equipos con jugadores más talentosos. El plantel baskonista dispone de varios jugadores capaces de desequilibrar a las defensas contrarias. Pero al mismo tiempo esos mismos jugadores cuando no tienen el balón, no se mueven de la forma correcta, no fijan a sus defensores. Se quedan mirando a ver que hace el compañero con balón. Espero que el Baskonia trabaje los espacios, las salidas de balón, anticiparse al defensor buscando la espalda, y sobre todo abrir el campo. El Baskonia sigue sin conseguir esa continuidad que tanto reclama su entrenador durante el mayor número de minutos. Contra el Estrella Roja fue un claro ejemplo que a día de hoy esa continuidad de buena circulación o buena defensa entre otros muchos aspectos ha sido inferior a los malos momentos. Ahora el equipo necesita ganar en Valladolid. El factor psicológico es muy importante en el deporte de élite y, si no se hace, van a aparecer los primeros fantasmas. Hay que recordar que el Buesa es un pabellón para albergar a 15.000 personas, que está representando a un grande de la Liga Endesa, y que los aficionados están acostumbrados a ver pasar a los mejores equipos y a ver un buen espectáculo. El público a pesar de conocer las carencias del equipo, no está acostumbrado a que equipos de un nivel parecido al Laboral Kutxa se lleven las victorias del Buesa Arena. El equipo tiene una gran responsabilidad, independientemente de las vacas flacas.