miami
los 61 cerebros de jugadores de fútbol americano almacenados a 80 grados bajo cero cerca de Boston le costaron a la National Football League (NFL) estadounidense muchos millones en indemnizaciones y sobre todo un aura de violencia, inseguridad y ocultación de la realidad en la que desde ayer ahondan un nuevo libro y un documental.
"Parecía un cerebro de un boxeador de 72 años". A esa conclusión llegó la neuropatóloga Ann McKee al analizar en 2008 el cerebro de Tom McHale, exjugador de la NFL que murió por sobredosis a los 45 años. Tenía encefalopatía crónica traumática (CTE por sus siglas en inglés), fruto de las continuas conmociones provocadas por los golpes en la cabeza. "Era muy, muy diferente a la persona con la que me casé", dice su esposa, según el libro League of Denial, de Mark Fainaru-Wada y Steve Fainaru, que salió ayer a la venta de forma simultánea a la emisión de un documental sobre el mismo asunto: la lucha de la NFL contra las evidencias médicas que alertaban de los peligros del football, un deporte que genera 9.000 millones de dólares anuales de beneficio, según recoge la agencia DPA.
Ante la avalancha de demandas de familiares de exjugadores muertos o gravemente enfermos, la NFL llegó a un acuerdo en agosto para pagar una compensación de 765 millones de dólares, unos 564 millones de euros. Si así pensaba limpiar su imagen y que el tema se olvidara, la NFL se equivocó. League of Denial demuestra que la Liga negó durante años con discutibles informes médicos el riesgo que supone jugar al fútbol americano, que acosó a los científicos que osaban discrepar mientras por otro lado, ya en 1999, pagó secretamente a la familia del exjugador Mike Webster.
'confidencial' "Sus dificultades cognitivas eran el resultado de las lesiones en la cabeza sufridas como profesional", admitió entonces la propia NFL en un documento con el sello Confidencial revelado por el libro. Los autores afirman que la NFL no colaboró en ningún momento con el libro y el diario The New York Times asegura que las presiones de la Liga están detrás de que la poderosa cadena ESPN haya retirado el apoyo a un libro y documental que promocionó hasta hace unas semanas.
En agosto, la NFL exigió que el acuerdo no se considerara una admisión por parte de la Liga de "responsabilidad" en las lesiones. Pero la enfermedad, que solo se diagnostica una vez que la persona está muerta y puede entonces trocearse el cerebro, no solo pone en jaque a la NFL y alerta a los profesionales, que cobran grandes salarios, sino que deja también una parte de responsabilidad a los millones de espectadores que pasan el domingo viendo football en los estadios o frente al televisor y que disfrutan tanto con un derribo como con un pase del quarterback.
El propio Barack Obama expresó hace unos meses su preocupación por el tema y deseó que se reduzca la violencia de los impactos, aunque eso le reste emoción al espectáculo.