SERBIA Nedovic (6), Bogdanovic (2), Bjelica (2), Kalinic (2) y N. Krstic (4) cinco inicial-, Nemanja Krstic (3), Micic (8), Gagic (7), Andjusic (11), Katic (11) y Stimac (4).

ESPAÑA Rudy (19), Calderón (3), Ricky (5), Claver (9) y Gasol (7) -cinco inicial-, Rodríguez (22), Rey, San Emeterio (6), Llull (5), Aguilar (8), Gabriel (4) y Mumbrú (2).

Parciales 5-21, 18-27, 16-25, 21-17.

Árbitros Christos Christodoulou (GRE), Olegs Latisevs (LET) y Srdan Dozai (CRO). Ricky Rubio fue eliminado por cinco personales (min.35).

Pabellón Stozice Arena de Liubliana ante 7.610 espectadores.

España respondió con una exhibición de autoridad justo cuando más falta hacía. El equipo del discutido Juan Antonio Orenga se ha colado en semifinales por la puerta grande. La campeona rescató el orgullo del fondo de su baúl y aplastó sin piedad a su oponente, una Serbia desdibujada, superada e irreconocible, torturada desde el inicio del partido por la despiadada defensa española, que apenas concedió cinco puntos en el primer cuarto.

Sólo hicieron falta cinco minutos para conocer la identidad del primer semifinalista de este Eurobasket de Eslovenia. A pesar de sus titubeos y de su falta de templanza para imponerse a rivales de entidad en finales apretados -algo que por cierto aún no ha logrado-, España dispone de un plantel sobrado de talento. Aun con la orfandad con la que se presentó a la cita, sin algunos de sus grandes referentes, el equipo de Orenga cuenta con mimbres suficientes como para seguir reclamando su posición de principal candidata al oro. Aunque para eso, claro está, hará falta que la calidad vaya acompañada de deseo.

Ayer no faltaron ganas. Como si quisieran responder con un rabioso y contundente triunfo a todas las críticas recibidas, los españoles resolvieron el duelo de partida. Un demoledor parcial de 2-17 enterró la ilusión con la que la joven selección serbia, primera de su grupo en la segunda fase, se había plantado en un cruce en el que algunos osaron considerarla favorita.

Por si el golpe del primer cuarto no hubiera resultado definitivo, que de hecho lo fue, en el segundo el equipo serbio, con Krstic y Nemanja fuera del partido, sufrió en sus carnes a una fiera llamada Sergio Rodríguez. El Chacho, que acabó con 22 puntos y anotó canastas de todos los colores, manejó el duelo a su antojo y situó la brecha en diferencias irrecuperables, más que por los guarismos, que ya eran insultantes al descanso (23-48), por la imagen que estaba ofreciendo cada uno de los contendientes.

Las escasas esperanzas con las que retomó el duelo el equipo serbio, muy verde pero con potencial como para ser importante a futuro, se marcharon por el sumidero en cuestión de minutos. España estiró la ventaja hasta los cuarenta (29-69) y el último cuarto de hora de juego se convirtió en un entrenamiento con público. En las gradas había mayoría serbia, pero los hinchas del perdedor no dudaron en reconocer con una ovación final el mérito de una España que gana crédito y confianza de cara a la pelea por los metales.