BUENOS AIRES. La organización de los Juegos Olímpicos, una de las aventuras más apasionantes que pueden emprender una ciudad y sus habitantes, es desde ayer la tarea capital de Tokio, a la que el COI concedió la edición de 2020 tras descartar las opciones alternativas de Madrid y Estambul. Eran las cinco y veinte de la tarde en Buenos Aires cuando el presidente del Comité Olímpico, el belga Jacques Rogge, abrió el sobre con el nombre de la ganadora y pronunció por última vez en su vida la repetida fórmula "a la ciudad de...
En el momento en que dijo "Tokio", la delegación japonesa comenzó a saltar de alegría, mientras era felicitada por sus rivales. Será la segunda vez que los Juegos se organicen en la capital nipona, que también fue sede de la edición de 1964. Japón ha acogido asimismo en dos ocasiones los Juegos de Invierno: en Saporo en 1972 y en Nagano en 1998. Una hora y media antes, Madrid, la gran baza que muchos medios del Estado español habían alimentado en los últimos días -ayer fue el monotema en muchos portales de internet y en varias cadenas de televisión- se quedó fuera a las primeras de cambio. La votación se desarrolló de forma inesperada, pues Madrid fue la primera eliminada pese a que los pronósticos apuntaban a una lucha cerrada con el referente japonés por el triunfo final.
Primero Madrid y Estambul empataron a 26 votos, por 42 de Tokio; en el desempate para decidir la primera eliminada, Madrid cayó al quedarse en 45, por 49 de Estambul. En la definitiva, el triunfo de Tokio fue incuestionable, 60-36, y recuerda la claridad con que hace cuatro años Río de Janeiro derrotó a Madrid por 66-32. La asamblea del COI premió con su voto un proyecto muy sólido, aunque caro, y una presentación final emotiva, cercana y reposada, en la que muchos de los ponentes hablaron de sus experiencias personales como deportistas o como olímpicos.
La asamblea del COI premió un proyecto muy sólido, aunque caro, y una presentación final emotiva y cercana
Entre ellos, el primer ministro Shinzo Abe, que también abordó el problema de Fukushima. "Algunos de ustedes pueden estar preocupados por Fukushima. Permítanme asegurarles que la situación está bajo control y que no ha tenido nunca ni tendrá un impacto sobre Tokio", afirmó. Abe habló de las imágenes que guarda de los Juegos de Tokio 1964, cuando él tenía diez años y aprendió "que los deportes conectan al mundo y dan a todos las mismas oportunidades".
"El legado olímpico no se refiere a los edificios, sino a una visión global y a la inversión en la gente", agregó Abe, llegado para la ocasión a Buenos Aires desde la cumbre del G20 en San Petersburgo, como sus colegas de España, Mariano Rajoy, y de Turquía, Tayyip Erdogan. La intervención más emotiva fue la de la atleta paralímpica Mami Sato, que perdió una pierna debido a un cáncer y cuya localidad natal fue arrasada por el tsunami. "El deporte me ha enseñado a valorar lo que tengo, no lo que he perdido", afirmó al borde de las lágrimas.
inversión millonaria El Gobierno japonés anunció el pasado martes una inversión de fondos públicos por valor de 358 millones de euros para solventar las fugas de agua contaminada. La ciudad más poblada del mundo, con sus más de 34 millones de habitantes, debe gastarse 4.380 millones de dólares en infraestructuras, pues tendría que construir el 60% de las instalaciones, pero ya dispone para ello de un fondo de reserva de 4.500. El nuevo estadio olímpico, que se levantaría sobre el de los Juegos de 1964, costará 1.000 millones, y la Villa Olímpica, en la isla artificial de Harumi, más de 800.
Tokio culminó ayer, hasta hacerse con los Juegos de 2020, un periplo de más de dos años inicialmente marcado por la voluntad de recuperación del tsunami de 2011 y que a punto estuvo de quedar ensombrecido al final por las fugas radiactivas de Fukushima. Pese a que tras el batacazo de 2016 el Gobierno de Tokio había insistido frecuentemente en su intención de optar a los de dentro de siete años, la elección, en julio de 2011, de la ciudad surcoreana de Pyeongchang para celebrar los Juegos de Invierno de 2018 hizo meditar seriamente a la capital nipona sobre si presentar o no su proyecto. Al final, la decisión ha valido la pena.