huérfana de su magistral dirección, la pasada Euroliga no fue lo mismo y careció del glamour de campañas anteriores. Un vacío imposible de ser llenado invadió a los aficionados más entendidos. Sólo un tipo tan laureado como él, capaz de levantar ocho veces la corona de campeón continental con cuatro clubes distintos, puede permitirse el lujo de tomarse un año sabático sabiendo que mantendrá su cotización intacta y entrenará al club que se proponga. Nada más poner fin a su gloriosa estancia al frente del Panathinaikos, donde los hermanos Giannakopoulos le acogieron como un hijo los últimos 13 años, Zeljko Obradovic decidió aislarse varios meses para recargar unas pilas muy desgastadas. No se desenganchó del todo del baloncesto, porque en febrero fue uno de los grandes focos mediáticos de la Copa del Rey celebrada en el Fernando Buesa Arena.

Renovadas las fuerzas y de vuelta a los ruedos tras unos rumores, a la postre, poco fidedignos sobre su desembarco en la NBA, el preparador serbio ha protagonizado el movimiento más sonado del mercado estival en los banquillos con su llegada por dos campañas al Fenerbahce, un club tradicionalmente perdedor que se ha puesto en sus sabios manos para dejar atrás la espiral de estrepitosos fracasos que viene coleccionando en los últimos tiempos. El imán del hombre nacido en Cacak para seducir a las estrellas ha quedado patente a las primeras de cambio. La capital estambulí, cuyo principal reclamo era hasta ahora el estrictamente monetario y famosa en el pasado por tratarse de un cementerio de elefantes donde muchos jugadores pretendían firmar un retiro dorado, añade a partir de ahora el atractivo extra de contar con el entrenador más prestigioso del Viejo Continente. La renovación de Bogdan Bogdanovic y los fichajes galácticos de Linas Kleiza, Luka Zoric y Nemanja Bjelica dotan al combinado turco de otra dimensión para convertirse en un claro aspirante al título.

Obradovic ha centrado con razón todas las miradas porque los contados cambios en los restantes banquillos han quedado, lógicamente, en un segundo plano. Y es que casi todos los cocos continentales han optado por la continuidad de cara al nuevo curso. Unos, por razones obvias, para no desmantelar sus proyectos ganadores. Sin embargo, otros no han aplicado la cirugía cuando muchos sospechaban que un cambio radical sería necesario para reverdecer viejos laureles.

cambios con cuentagotas Real Madrid (Pablo Laso), Barcelona (Xavi Pascual), Olympiacos (Georgios Bartzokas), Panathinaikos (Argiris Pedoulakis), CSKA (Ettore Messina), Maccabi (David Blatt), Anadolu Efes (Oktay Mahmuti), Lokomotiv Kuban (Evgeni Pashutin), Partizan (Dusko Vujosevic), Bayern Munich (Svetislav Pesic), Brose Baskets (Chris Fleming), Budivelnik Kiev (Ainars Bagatskis) o Galatasaray (Ergin Ataman), por enumerar los bloques con más solera de la competición, mantienen el mismo inquilino de la pasada temporada. Además del Fenerbahce, donde Pianigiani salió por la puerta de atrás, únicamente cinco equipos se decantan por la savia fresca.

En la ACB, Baskonia y Unicaja se han puesto en las manos de Sergio Scariolo y Joan Plaza para intentar recuperar parte del prestigio perdido por ambos clubes en las últimas ediciones. El de Brescia y el catalán pusieron fin a sus respectivas etapas en Milán y Kaunas, saldadas eso sí con suerte desigual. Mientras el primero fracasó sin paliativos en Milán, el segundo condujo al Zalgiris hacia el título de campeón lituano en su primera aventura fuera de la Liga ACB. Scariolo toma el relevo de un Tabak cuyo pésimo epílogo a nivel doméstico con la eliminación ante el Gran Canaria supuso el principio del fin. Plaza hace lo propio con un Repesa que malvivió para que el Unicaja conservase su licencia A en la Euroliga.

Las principales novedades se han producido en Italia. Luca Banchi, el técnico que prolongó el pasado curso la tiranía del Montepaschi en Italia al conquistar la Liga y la Copa, ha dejado en la estacada un conjunto campeón para aceptar, a cambio, el enorme desafío que supone reflotar al Emporio Armani. Segundo en su día de Simone Pianigiani, en tierras toscanas también acaba de ser relevado ahora por quien era su ayudante. Se trata de Marco Crespi, aquel dicharachero técnico que dirigió al Cajasol en la temporada 2004-05. En Kaunas, el relevo de Plaza ha sido el griego Elias Zouros, que vivirá su segunda etapa al frente del histórico club presidido por Arvydas Sabonis. En el caso de que a alguno no le salga las cosas rodadas desde el principio, hay varios entrenadores de contrastada valía en el paro dispuestos a esperar su turno. Ivanovic, Pianigiani, Ivkovic o Katsikaris representan atractivas alternativas para enderezar el maltrecho rumbo que tome algún rezagado.