bilbao. La mordaz crítica siempre ha viajado en el asiento de Dani Pedrosa desde que diera el salto a la categoría de MotoGP. Hasta entonces era considerado, por trayectoria, con tres campeonatos del mundo en su currículo (uno de 125c.c. y dos de 250c.c.), y por edad, uno de los pilotos con mayores perspectivas de la historia del motociclismo. Si bien, después de siete temporadas completas como piloto Honda viendo desfilar a campeones como Hayden, Stoner, Rossi y Lorenzo, y él sin ganar el título, se ha mermado su imagen. Han brotado quienes condenan sus posibilidades, quienes arremeten a una constitución que consideran abogada a perder, a ejercer de actor secundario. Obligado a demostrar, porque al final son los resultados los que quitan y ponen, a responder sobre el asfalto, en esta octava campaña que afronta en Honda está aflorando la mejor versión conocida de un Pedrosa que siempre se levantó sobre cada contratiempo. Aunque es un tipo que pasa inadvertido, callado y modesto, lleva un guerrero dentro. El Gran Premio de Francia, cuarta prueba del Mundial, es ejemplo.
Acusado, entre otras cosas, de escasez de adelantamientos, de falta de autoridad en las confrontaciones directas, de debilidad en los combates cuerpo a cuerpo y tildado de locomotora, por acostumbrar a ganar al estilo Rainey, escapado, sin refriegas, ayer desvistió a esas exigentes voces. Pedrosa ganó con unas condiciones que rajaron a Lorenzo, Rossi y Márquez, con un careo con Dovizioso, con el instante culmen de un adelantamiento interior en paralelo en la curva bautizada como Garaje Verde de cortar la respiración, un protagonismo propio de tremendos arrestos. Un ejercicio de valentía.
Pedrosa nunca se ha caracterizado por sus virtudes sobre una pista mojada. "Salía nervioso", reconocería. Era día de perros. Propicio para tirar por la borda cualquier mérito realizado para disputar el título, incluso, para hacerse daño, porque además Le Mans es ratonero. Las carreras de Moto3 y Moto2 fueron un anticipo del contexto. Sin embargo, Pedrosa, valiente, se armó con iniciativa. Su salida fue más bien discreta, aunque no tanto como la de Marc Márquez, arrugado desde el primer manguetazo al acelerador y que se precipitaría desde la pole hasta la novena plaza. Pero Dani no se dio margen para aclimatarse, no lo necesitó, como sí sucediera con Márquez, quien planteó una interesante estrategia que demostró que, a pesar de sus 20 años, posee la suficiente madurez como para hacer de la paciencia una oda, contener sus ambiciones, para ir adaptándose paulatinamente a las condiciones y poder remontar. Era la primera ocasión en la que el joven rodaba en una carrera de la máxima cilindrada sobre agua y el resultado fue el cuarto podio tras cuatro carreras disputadas. Una tercera plaza que "sabe a victoria" y es un motivo más para pensar en un Márquez campeón.
Temple proyectó Pedrosa. "La clave fue aguantar tras dos errores". Y es que en la tercera vuelta de las 28 previstas Pedrosa se quitó de en medio a Lorenzo. Se instaló segundo, tras un Dovizioso que confirmaba que a Ducati le sienta bien Le Mans, pues en este escenario firmó Rossi dos de los tres podios conseguidos con la marca italiana. Pedrosa primero ató en corto a Dovi, que amagó con la escapada, y entonces diseñó su asalto. Con 24 abrazos por dar a Le Mans, Dani rebasó al italiano por aceleración. Se alzó líder.
Pedrosa, visiblemente el más cómodo de un grupo de cabeza conformado por hasta cinco pilotos, no pudo encontrar la soledad de una fuga. Es más, en cuanto abrió un pequeño hueco padeció un susto que hizo que Dovi regresara a la cabeza. Pedrosa se desquitaría seguido con el espectacular adelantamiento de la curva Garaje Verde, una maniobra de las más impresionantes del repertorio del catalán. Aunque más tarde el italiano volvería a la carga.
Rossi, entre tanto, buscaba bordear a Lorenzo, quien rodaba tercero, y lo consiguió. Aunque ambos caerían en la desesperación. Il dottore se iría al suelo a falta de 11 vueltas para luego claudicar 12º y un Giorgio desconocido terminaría séptimo. Según él, por un neumático defectuoso.
Dovizioso repitió su apuesta por el triunfo, pasó de nuevo a Dani, pero este devolvió la jugada de inmediato para decir adiós. Con 6 vueltas ante la visera, rodaba con medio segundo sobre Dovi y Crutchlow. Gran mérito el británico, que sería segundo a pesar de tener una rodilla maltrecha.
Así, Pedrosa enlazó al de Jerez su segundo triunfo del curso. "Ha sido una carrera que la he luchado", diría. El cobro de su valentía fue la obtención del liderato. Ahora alberga 6 puntos más que Márquez, quien a pesar de la multitud de sustos, fue tercero y presionó a Crutchlow. "He mejorado mucho en varios aspectos, aunque también hay cosas en las que podría ir mejor, pero también tengo limitaciones que son difíciles para mí de superar. Lo estoy haciendo lo mejor que sé y por ahora estamos haciendo las cosas. Hay que seguir así", rezó Pedrosa, con palabras que destilan un sentir de injusticia por su parte. Ayer se sacudió de su crítica. Es bravo, gladiador, con bemoles.