bilbao. La maglia rosa ha sido algo fugaz para Beñat Intxausti. El ciclista vizcaino tan solo ha podido lucir su condición de líder una jornada. Los 55 kilómetros de la contrarreloj de ayer se antojaron demasiado largos para el zornotzarra. Sabía que retener el rosa sería una misión imposible, pero Intxausti esperaba poder terminar la etapa en una posición que le mantuviese relativamente cerca de los candidatos al podio. Finalmente no pudo ser. Beñat no se acopló a la bicicleta en ningún momento. Rodó incómodo y no encontró la pedalada adecuada. El vizcaino llegó a meta con casi cuatro minutos de retraso sobre su compañero Alex Dowsett, el ganador de la etapa, lo que le recoloca en el décimo cuarto escalón de la general. Con toda la montaña del Giro por delante, a Intxausti todavía le quedan los objetivos de la victoria de etapa y la ambición de acercarse al podio, pero el sueño de la maglia rosa se diluyó ayer en una tortura disfrazada de contrarreloj. "La verdad es que esperaba estar un poco más adelante, pero no he tenido mi mejor día, sobre todo en los últimos 15 kilómetros", explicaba tras la etapa el zornotzarra, "hasta allí las cosas iban bien porque la primera mitad del recorrido se adaptaba bien a mis características". Pero el recorrido se le fue atragantando a medida que se acercaba la meta. Intxausti ya había advertido de que nunca había tomado parte en una contrarreloj tan larga. "Luego he empezado a tener malas sensaciones y no he conseguido darle vuelta al cuerpo. Iba fuera de punto y al final ya se ha visto que he llegado al límite a la meta, totalmente vacío".

Si el era la cruz, la cara de la misma moneda estaba en su propio equipo. El inglés Alex Dowsett ganó la etapa tres horas antes de que compitiesen los favoritos. Su registro tenía tintes de estar entre los mejores, pero finalmente nadie consiguió superarlo, ni siquiera su compatriota Bradley Wiggins, uno de los mejores del mundo en la modalidad.

"Me hará falta cierto tiempo para asimilar esta victoria. Ha sido la contrarreloj más exigente de mi vida", confesaba el ganador, "la última subida se me ha hecho eterna, se me nublaba la vista y creía que no llegaba nunca la meta". Para muchos su victoria fue una sorpresa, de hecho consigue el triunfo en su primera participación en una vuelta grande. Pero lo cierto es que Dowset pasa por ser el campeón de su país en contrarreloj los dos últimos años. El único que parecía capaz de ganarle era su compatriota Wiggins, pero el líder del Sky volvió a demostrar que la fortuna no está con él en este Giro. El británico tuvo que cambiar de bicicleta al de poco de arrancar, pero a pesar de ello, adelantó a Danilo di Luca cuando solo había completado doce kilómetros. El mal día de Wiggins no terminó ahí. En el kilómetros 26 volvió a tener problemas con el cambio y sumo más segundos de retraso. No fue hasta el tramo final cuando Wiggins pudo sacar partido de su talento. A pesar de que en algunos tramos el desnivel alcanzaba el 11%, consiguió recortar tiempo a todos sus adversarios. A pesar de todo, no pudo conseguir el triunfo por solo 10 segundos. "Tengo cierta decepción porque quería ganar esta etapa", explicaba el del Sky. Los percances técnicos y un excesivo miedo en los descensos hicieron que el británico no sacase el rendimiento que esperaba de una etapa que era especial para él. "No es fácil competir al 100% el día siguiente de sufrir una caída", argumentaba Wiggins tras la etapa, "si sufres un pinchazo tu ritmo se rompe, pero aun así creo que en el final de la contrarreloj he rodado bien y le he sacado tiempo a todo el mundo. A partir de Pesaro, creo que he rodado en mi ritmo. Antes era difícil porque el suelo estaba húmedo y he preferido tomar precauciones, más después de la caída de ayer".

Sus principales rivales fueron conocedores de sus problemas y se la jugaron a exprimir al máximo sus desarrollos más grandes. Hubo a quien eso le pasó factura en el tramo final. Los últimos metros, que ascendían, fueron una trampa para hombres como Hesjedal.

Vincenzo Nibali salió motivado e incluso marcó mejores tiempos que Wiggins en la primera mitad de la etapa. "He corrido más con el corazón que con la ciencia. Desde que vi la contrarreloj sabía que era muy dura, sabía que me favorecía más a mí que a los contrarrelojistas puros. Salí a rodar lo más rápido posible en cada curva para sacar ventaja en la primera mitad, la más dura".

Nibali le arrebata la maglia rosa a Beñat Intxausti y se convierte en la liebre que perseguirán ahora el resto de aspirantes. Bradley Wiggins ya advierte de que las dos semanas que quedan no van a ser fáciles para el italiano: "Ahora tienen que defender el liderato y eso no les será fácil. Nosotros tenemos tres corredores entre los diez primeros, tenemos tres cartas a jugar. La carrera se va a convertir en un infierno las próximas dos semanas".