MADRID. Un clásico puede llegar con tintes de intrascendencia pero siempre será un duelo de alta rivalidad, un impulso anímico o un varapalo, uno de esos partidos que todos los futbolistas desean jugar. Se notó en un Real Madrid inédito. Repleto de suplentes ante un Barcelona repleto de dudas. La plantilla azulgrana necesitaba un buen resultado. Jordi Roura más aún, señalado como culpable con la sombra de la autogestión con Tito Vilanova en Nueva York.

Encontró Mourinho la fórmula para frenar al Barcelona. La puede patentar porque hasta con futbolistas poco habituales logró desfigurar el juego de su gran rival. Atraviesa el conjunto catalán un momento preocupante. Derrotado en partidos claves, por Milán y Real Madrid, fue patente su falta de confianza. Sólo Iniesta asumió su peso.

El Barça jugó andando. Tocó sin profundidad. Aburrió. Sin desmarques de ruptura se ahogó en la maraña defensiva de Mourinho. Dos líneas de cuatro. Un dibujo por encima de los nombres. Con el guerrero Pepe acudiendo a todas las batallas de medio centro, un puesto donde suple con lucha su falta de condiciones. Su imagen en la zona de construcción era una muestra de que el Real Madrid no quería el balón.

Comenzó valiente empujado por su afición, presionando a un rival con dudas tras la eliminación copera y a la primera encontró el premio. Morata se fue con una pasmosa facilidad de Álves a los seis minutos y puso un centro que remachó a la red Benzema. Mascherano perdió su marca y aún le busca a sus espaldas.

La intensidad que aplicaban los madridistas contrastaba con la pasividad de los barcelonistas. Por encima de la amplia diferencia de puntos había en juego un aspecto psicológico que no podían dejar pasar. Ante sí tenían un equipo de suplentes, la oportunidad de firmar un triunfo que devolviese autoestima, sin embargo comenzó desangrándose por su sangría defensiva. Trece partidos consecutivos encajando goles.

El Real Madrid entregó el balón y el Barça dominó. Sin movimientos no hay espacios. El primer desmarque que lanzó Messi lo hizo gol. A espaldas de los centrales blancos, recibió con comodidad el pase de Álves y colocó su disparo ante la presencia de Sergio Ramos, al palo que no esperaba Diego López.

Máxima efectividad en un partido que perdió su brillo. El fútbol del Real Madrid no apareció ni al contragolpe. Enterrado entre pelotazos con futbolistas como Kaká sufriendo, corriendo sin sentido. Probó suerte con un disparo esquinado, con ganas de brillar. A las manos de Valdés. La primera que apareció Modric la puso perfecta. De nuevo a espaldas de un despistado Alves en labores defensivas y Morata cabeceó al lateral de la red.

El Barcelona tuvo una más en el primer acto y fue por regalo del rival. Un mal despeje de Essien acabó en pies de Messi. Ésta vez su disparo salió centrado, sin problemas para Diego López. Fue la última vez que apareció un desfigurado Leo. Dando imagen de cansancio, sin presionar ni lanzar desmarques como es habitual.

Le faltaba picante al partido. La cerilla que otras veces enciende el fuego en esta ocasión no provocó enfrentamientos. Un mal gesto de Mascherano en la devolución de un balón y un gesto a la grada de Jordi Alba pasaron por alto en un duelo a medio gas.

Futbolistas eléctricos como Pedro no desequilibraban. Villa dejó pasar su oportunidad y Thiago dejó imprecisiones en una zona que hace daño a su equipo. La ausencia de Xavi es una sombra alargada.

Y sin Xabi Alonso el Real Madrid pierde consistencia. Demasiado tuvo con mantener el empate hasta un momento que enloqueció a la grada. Cristiano Ronaldo saltó al campo (minuto 58) y el partido entró en un nuevo escenario.

Varane había salvado rapidísimo una acción franca de Villa. El Barcelona no disparó a puerta en toda la segunda parte. Cristiano subió una marcha y Khedira dio más minutos de balón al Real Madrid. El desenlace del partido era previsible.

Valdés comenzó a intervenir. Brillante para sacar un disparo de falta de Cristiano repleto de potencia desde 35 metros. El portugués salía fresco y él sólo retaba a toda la defensa rival. En un pulso en carrera disparó al lateral de la red.

Morata tuvo la gloria en sus manos. Se presentó sólo ante Valdés pero se le hizo de noche. El Barcelona estaba grogui y apareció con su potencia habitual Sergio Ramos para cabecear a la red el tanto del triunfo tras un córner botado por Modric. Su beso al brazalete, la afición enloquecida y un Real Madrid que llega a su 'final' de Liga de Campeones en Old Trafford lanzado.

La polémica, que nunca falta, estaba reservada para el final. Tras el disparo a la escuadra que repelió la madera de Cristiano, llegó una acción que indignó a los barcelonistas.

Alexis cayó en una acción con Sergio Ramos dentro del área cuando el partido se despedía. Hasta Iniesta, siempre calmado, fue amonestado por protestar. Valdés acabó expulsado con el choque terminado. Muestra de un Barcelona que pierde los nervios. La Liga en su bolsillo pero su gran enemigo le ha tomado la medida.